Como en muchos otros lugares del mundo, las ventas de Tesla en Canadá llevan meses cayendo, una aparente reacción al desmesurado papel de Elon Musk en el gobierno de Donald Trump y a su repetida denigración de la soberanía canadiense.
Sin embargo, de alguna manera, cuatro concesionarios de Tesla informaron al gobierno canadiense que habían vendido la asombrosa cifra de 8653 coches durante un solo fin de semana de enero, suficiente para optar a subvenciones públicas por valor de 43 millones de dólares canadienses (unos 30 millones de dólares estadounidenses) en virtud de un programa que estaba a punto de expirar.
Ahora, el gobierno canadiense quiere saber exactamente cómo consiguió el fabricante de coches eléctricos sacar dos coches por minuto de sus lotes, un ritmo que supone que esos cuatro concesionarios hubieran permanecido abiertos las 24 horas del 10 al 12 de enero.
Esos pagos se congelaron este mes después de que Mark Carney se convirtiera en primer ministro de Canadá y nombrara a una nueva ministra de Transporte que ordenó a los funcionarios “examinar a fondo cada reclamación individualmente y determinar si todas son admisibles y válidas”. La ministra, Chrystia Freeland, dijo que “no se efectuará ningún pago hasta que estemos seguros de que las solicitudes son válidas”.
El programa de subvenciones ha expirado, pero Freeland, señalando al gobierno de Trump, dijo que si hubiera uno nuevo, los Tesla no serían elegibles “mientras se impongan los aranceles ilegítimos e ilegales de EE. UU. contra Canadá”.
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