A finales de 2023, Portugal logró cubrir el 75% de su electricidad con fuentes renovables, gracias al uso de energía hidroeléctrica, eólica y solar. Sin embargo, los planes del país para 2025 apuntan más alto, superando las metas inicialmente contempladas.
De acuerdo con un informe del grupo Ember, especializado en energía limpia, Portugal ha conseguido posicionarse como uno de los líderes de la transición energética global. Tan solo en 2024, apenas el 10% de su consumo de electricidad provino de combustibles fósiles.
El reporte señala que esta cifra representa un mínimo histórico en el uso de fuentes consideradas como “sucias”, entre las que destaca el gas, cuya generación cayó a 5.1 TWh, el nivel más bajo desde 1979.
En contraste, las energías renovables de producción local representaron el 71% de las necesidades energéticas del país, mientras que el 20% restante se cubrió con importaciones desde España, en su mayoría energía baja en carbono.
Gracias a estos avances, Portugal ha demostrado que es posible reducir la dependencia de los combustibles fósiles sin afectar el suministro eléctrico, lo que lo coloca al nivel de países como Dinamarca o Chile. Además, se mantiene firme en su objetivo de que, para 2030, más del 90% de su energía provenga de fuentes renovables. Este compromiso se fortalece con el cierre definitivo de su última planta de carbón en 2021.
Políticas públicas e infraestructura: la base del cambio
En lo que respecta al gas utilizado para generar electricidad, su consumo en Portugal disminuyó alrededor del 50% de un año a otro. Esta caída refleja la viabilidad de su cambio energético, y representa el nivel más bajo desde 2003, el menor registrado hasta la fecha.
La Agencia Internacional de Energía ha reconocido que este avance ha sido posible gracias a la implementación de políticas públicas eficaces, inversiones estratégicas y un enfoque centrado en el desarrollo de infraestructura para generación limpia.
Durante 2024, el sistema eléctrico de Portugal se compuso de aproximadamente 28% de energía hidroeléctrica, 27% eólica, 10% solar, 6% de biomasa y un 20% adicional proveniente de las importaciones desde España.
Este último país se ha convertido en un actor clave para el consumo eléctrico portugués, ya que la colaboración entre ambas naciones en la Península Ibérica permite que, en conjunto, el 82% de la energía consumida provenga de fuentes limpias.
Con una red eléctrica bien interconectada y una política clara de descarbonización, Portugal ha logrado avanzar en su transición energética, sin comprometer el suministro, y al mismo tiempo fortaleciendo el uso de energías renovables que complementan su matriz energética.
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