Hasta hace algunos años, cuando se hablaba de Inteligencia Artificial (IA) venían a nuestra mente las escenas sacadas de las mejores películas de ciencia ficción, en donde los robots poblaban la Tierra y todo lo que conocemos como humanidad parece desaparecer. Sin embargo, ésto se encuentra muy alejado de la realidad ya que los avances tecnológicos en esta materia permiten, más allá de tener un asistente personal como Chat GPT o Gemini, descubrir cosas que se escapan de la percepción humana.
Ésto fue lo que sucedió recientemente con la Luna, pues gracias al potencial de la IA se descubrió un mar oculto en la cuenca Aitken del Polo Sur de la Luna, una de las estructuras más antiguas y grandes del Sistema Solar. Este hallazgo no solo amplía nuestro conocimiento sobre la historia lunar, sino que también destaca el papel crucial de la IA en la exploración espacial.
De acuerdo con los científicos a cargo de la investigación, el hallazgo de un mar oculto en la cuenca Aitken tiene profundas implicaciones para la comprensión de la historia lunar y del Sistema Solar ya que al identificar áreas donde materiales volcánicos lunares podrían haber estado presentes en el pasado, los científicos sugieren que la cantidad total de mares en Aitken podría ser mucho más grande de lo que se tiene registro.
La cuenca Aitken, un tesoro geológico descubierto por la Inteligencia Artificial
Según lo compartido por los expertos, la cuenca Aitken, ubicada en la cara oculta de la Luna, es una de las estructuras de impacto más antiguas y grandes del Sistema Solar. Con un diámetro de aproximadamente 2,500 kilómetros y una profundidad de 13 kilómetros, se formó hace unos 3,900 millones de años tras el impacto de un asteroide de 170 kilómetros de diámetro. Este evento catastrófico dejó al descubierto material del manto lunar, ofreciendo una ventana única para estudiar la composición interna de la Luna.

Fotografía: Cuartoscuro/Omar Martínez Noyola.
En la parte central de esta cuenca se encuentran tres tipos principales de materiales: los mares, que son vastas áreas de lava solidificada con un tono gris oscuro; los criptomares, mares de color más claro que están parcialmente cubiertos; y las llanuras lunares, grandes franjas de terreno brillante. Identificar estos materiales solo observando la superficie de la Luna puede ser un desafío para los expertos y requiere un proceso largo y detallado, pero las herramientas de IA ofrecen una solución más rápida y precisa.
Los hallazgos hechos en la Luna
Fue así como un equipo de científicos, liderado por Frank Chuang, investigador principal del Planetary Science Institute (PSI), decidió poner a prueba si las técnicas de aprendizaje automático podían ayudar a identificar y mapear estos diferentes materiales. Utilizaron datos de albedo (que indican la cantidad de luz reflejada por la superficie) y topográficos, obtenidos por el Orbitador de Reconocimiento Lunar, una sonda espacial de la NASA lanzada en 2009 para explorar la Luna.
El equipo aplicó dos algoritmos de aprendizaje automático a estos datos. El primero, conocido como agrupamiento K-medias, es una técnica “no supervisada”, donde el algoritmo agrupa y mapea los datos en unidades según su valor y ubicación, sin necesidad de intervención humana. El segundo algoritmo, la Clasificación de máxima verosimilitud, es una técnica “supervisada” que utiliza áreas predefinidas por los científicos para entrenar al algoritmo en la identificación y mapeo de distintos tipos de materiales.

Fotografía: The Planetary Science Journal.
Después de aplicar nuestros algoritmos, no solo encontramos que los mapas de criptomares coinciden bastante bien con estudios previos, sino que, de hecho, estos son sitios donde antes había mares y que ahora están cubiertos de manera incompleta por un depósito no volcánico o de forma irregular, dejando partes de los mares subyacentes expuestas en la superficie […] Si los criptomares son áreas donde en el pasado hubo materiales volcánicos lunares, como mares que fluyeron y llenaron partes de la luna, entonces nuestros hallazgos sugieren que la cantidad total de mares en la cuenca Aitken del Polo Sur de la luna probablemente está subestimada, explicó Frank Chuang.
De acuerdo con los expertos, esta metodología ya había sido utilizada por el equipo en 2022, cuando aplicaron un enfoque similar para mapear los remolinos lunares, una característica asociada con el albedo observada en la superficie de la Luna. Los resultados de esta interesante investigación fueron publicados en The Planetary Science Journal y promete ser un inicio para conocer más a fondo la Luna.
Deja una respuesta