En la actual lucha contra el cambio climático y el calentamiento global que llevan adelante la mayoría de los países del mundo, la electrificación y descarbonización de los procesos juegan un papel fundamental sobre todo en la industria cuya demanda es cada vez mayor. España tiene un gran futuro verde, pero tiene un reto que siempre estuvo presente pero que no lo vimos venir. Pasemos a verlo.
La electrificación: un proceso en el que la península ha destacado
Desde hace más de 20 años, España se ha destacado como potencia emergente en el desarrollo de las renovables. Sobre todo después de la pandemia cuando ha invertido recursos milmillonarios en inversiones para financiar la transición energética y así ser el polo europeo de las fuentes energéticas fotovoltaica y eólica. Pero en la actualidad esta tendencia es mayor con los números de la electricidad convencional.
Puesto que lleva varios meses a la baja. Esto se debe a que la electricidad proveniente de las fuentes renovables es el equivalente al 60 % en lo que va del 2025. Es de hacer notar que esta cifra es muy importante si tenemos en cuenta que para el 2019 este mismo hito era de apenas el 37,5 %, lo que representa un gran incremento en energía que es mucho más barata que la convencional.
Pero hay un gran cuello de botella que podría significar un freno para el futuro verde de España
Sin embargo, a partir de este año en España se presenta un gran problema y es que la demanda, que ha ido en aumento año a año desde el 2010, corre riesgo de superar la oferta en lo que a redes de distribución se refiere. Este es un problema que no solo afecta la península sino a la mayor parte de Europa, puesto que las regulaciones con que se cuenta están desfasadas con el nuevo panorama del entorno.
Esto sin contar con las estructuras que son obsoletas y que requieren ampliación y construcción de otras nuevas (a pesar de que nuestro país cuenta con la central hidroeléctrica más grande de la Unión Europea). Por esto la Asociación de Empresas de Energía Eléctrica (Aelec) ha dado la voz de alerta advirtiendo la necesidad de cumplir con las inversiones anunciadas en el sector para el año 2030.
Esto se desprende del informe de Boston Consulting Group (BCG), el cual expresa que las redes de transmisión y distribución eléctrica son el eslabón más débil para llegar a la meta de la transición energética en la península, por lo que deben ser modernizadas y ampliadas tanto en capacidad como en conexiones. Para ello hace falta un estudio muy profundo ya que hay casos donde es más viable la construcción de líneas nuevas.
Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), en España, hacen falta realizar inversiones anuales por el orden de los 5 billones de dólares de aquí al 2030 en la modernización y construcción de nuevas redes para cumplir con los objetivos respecto a la reducción de emisiones. Esta cifra es similar a la necesaria para la construcción de los sistemas de generación eléctrica solar y eólica necesarios.
Este proceso de expansión debe ser acelerado si se quiere cumplir la meta para el 2030
Para acelerar esta expansión en España se debe ser más eficiente en la coordinación de los proyectos de forma estratégica a través de una eficiente ejecución de los recursos de capital haciendo posible el anticiparse a los requerimientos futuros. Si se unifican los estándares de las diferentes empresas se agiliza lo concerniente a la entrega de servicios y equipos.
Concluyendo, España puede ver frenado su futuro verde por un problema que siempre estuvo visible pero que no vimos (algo así como cuando China convirtió el mar en electricidad aunque algo pasó con lo que no contaban). Este cuello de botella es algo que sucede en la mayor parte de Europa y lo cual puede comprometer el proceso de transición energética en todo el continente.
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