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Hacia la semana laboral de 40 horas


A

lgunos conciben el 1º de mayo como un día meramente festivo. Pero no lo es. Se trata de un día para recordar y, sobre todo, reivindicar a los Mártires de Chicago: un grupo de sindicalistas que fueron condenados a muerte por luchar a favor de la reducción de las horas de trabajo. En sus pancartas se leía: Ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa. Este lema sintetizaba una postura que es tanto política como existencial: en la vida de las personas debe existir un balance entre el trabajo, el descanso y el disfrute.

La primera vez que en México se hizo una movilización masiva para rememorar a los Mártires de Chicago fue el 1º de mayo de 1913, durante el gobierno del traidor y usurpador Victoriano Huerta. Ese día, 25 mil obreros vinculados a la Casa del Obrero Mundial no asistieron a sus puestos de trabajo y, en su lugar, salieron a las calles para protestar. Marcharon hasta la Cámara de Diputados, en donde entregaron a los diputados simpatizantes de Francisco I. Madero un documento con una serie de demandas que incluían no sólo el reconocimiento pleno a la Casa del Obrero Mundial, sino también el pago por accidentes de trabajo y la reducción de la jornada laboral.

El Día del Trabajo trae la historia al presente, pero también nos lleva a una reflexión profunda sobre la condición humana. Desde hace siglos se discute acerca de qué nos hace humanos a los humanos. Algunos dicen que somos Homo sapiens y lo que nos distingue es la razón. Otros dicen que somos Homo symbolicus y lo que nos distingue es la capacidad de generar símbolos y conceptos. Otros dicen que somos Homo ludens y lo que nos distingue es poder jugar. Y hay quienes pensamos que, más bien, somos Homo faber, porque lo que nos hace humanos es el trabajo. Gracias al trabajo podemos transformar la naturaleza para satisfacer nuestras necesidades colectivas y, al mismo tiempo, dar sentido a nuestra existencia.

El trabajo reafirma lo humano, pero no debe ser lo único que hacemos como personas. Es decir, debemos trabajar para vivir, pero no vivir para trabajar. El bienestar personal y colectivo sólo puede surgir con la construcción de un balance equilibrado entre el trabajo, el descanso y el disfrute. Esta reinvindicación humanista ha estado presente en la lucha de las y los trabajadores mexicanos desde hace más de 100 años. No hay que olvidarlo: las masas revolucionarias se levantaron en contra del régimen autoritario y oligárquico de Porfirio Díaz, precisamente para terminar con la lógica de explotación laboral. Su triunfo quedó materializado en el artículo 123 de la Constitución de 1917 (en el cual, entre otras cosas, se estableció una jornada laboral de ocho horas y un día de descanso por cada seis de trabajo).

Cada Día del Trabajo es fundamental rememorar a las y los trabajadores que han dado su vida por lograr un balance entre el trabajo, el descanso y el disfrute, pero también continuar con su lucha. Por eso, el pasado 1º de mayo anunciamos con enorme entusiasmo que, por instrucciones de nuestra Presidenta, comenzaremos con la instauración paulatina y gradual de la semana laboral de 40 horas en nuestro país.

Reduciremos de forma gradual la semana laboral hasta llegar, a más tardar en enero de 2030, a un total de 40 horas semanales. Atendemos así una demanda histórica del pueblo de México, que fue asumida desde un inicio por la presidenta Claudia Sheinbaum como un compromiso, el número 60, para avanzar en el Segundo Piso de la Transformación.

Como ha sucedido con toda la política laboral de la Cuarta Transformación, este histórico cambio se hará mediante un proceso de diálogo en el cual se tomará en cuenta a todas las personas involucradas. Escucharemos a las trabajadoras y trabajadores, así como a las patronas y patrones. De esta manera se llegará a una serie de acuerdos que permitirán establecer un nuevo panorama laboral que, estoy seguro, traerá bienestar para todas y todos.

Por ello convocaremos a los diversos sectores de trabajadores, empresarios, académicos y demás interesados para que del 2 de junio al 7 de julio de este año dialoguemos en una serie de foros que la Secretaría de Trabajo organizará en diversas ciudades del país para construir una propuesta de cómo llegaremos paulatina y gradualmente a la semana laboral de 40 horas. El objetivo primordial es construir en colectivo un modelo justo y eficaz para cumplir esta demanda histórica del pueblo de México.

Hay que tenerlo claro: como lo han probado científicamente empresarias, empresarios, trabajadoras, trabajadores, economistas y demás especialistas, reducir las horas de trabajo no disminuye la productividad ni reduce el valor generado. Lo que hace es dignificar la existencia de las y los trabajadores, devolviéndoles horas de su vida cotidiana y valorizando el trabajo que realizan semana a semana. En este sentido, se trata de una de las políticas que mejor condensa el espíritu del humanismo mexicano.

Con esta medida impulsada por la presidenta Sheinbaum, estaremos devolviéndoles a las y los trabajadores de México ocho horas a la semana para que puedan usarlas como mejor les convenga. Estamos convencidos de que, poniendo este tiempo libre en sus manos, se contribuirá al desarrollo nacional, al bienestar de sus familias y a la felicidad de cada una y cada uno de ustedes.

(Texto basado en el discurso dado el pasado 1º de mayo en el contexto de la conmemoración del Día del Trabajo, que fue encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum.)

* Secretario del Trabajo y Previsión Social

X: @marathb





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