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así quedará el precio de tu suscripción si apuestan por paliarlo


La lucha por los aranceles iniciada por el gobierno de Estados Unidos ha echado por tierra el sueño de Hollywood de empezar a ver brotes verdes en 2025. A su ya de por sí delicada situación tras la creciente caída de espectadores, ahora debe sumar un problema adicional, unos aranceles del 100% “en todas y cada una de las películas” que llegan al país y que se hayan producido en territorio extranjero. La caída en bolsa de un 6% que ha sufrido Netflix tras el anuncio es sólo un ejemplo del huracán que se viene.

El principal problema es que actualmente, por aquello de aprovechar incentivos fiscales, costes laborales más bajos, o el tirón que supone realizar producciones en China para poder acceder luego a ese inmenso mercado, gran parte de las películas se filman en suelo extranjero. Habiendo perdido ya el miedo a la subida de precio de la suscripción, las opciones para paliar el sobrecoste que supondría mover la producción a Estados Unidos, o lidiar directamente con esos aranceles, terminarían salpicándonos a todos.

El impacto de unos aranceles del 100% a Netflix

Aunque aún no está claro cómo planea implementar esos aranceles del 100% a todas las películas hechas fuera de Estados Unidos, sí está claro el mensaje: “La industria del cine de Estados Unidos está muriendo muy rápido”. La queja se centra en que el resto de países ofrecen incentivos para atraer esas producciones y que “ese es un esfuerzo de otras naciones y, por lo tanto, una amenaza a la seguridad nacional”. Apuntan también que, además de todo eso, también es una muestra de cómo se empujan agendas externas y propaganda.

No parece haber hueco para analizar hasta qué punto la variedad de escenarios resulta clave para películas como la nueva Misión Imposible, con localizaciones a lo largo y ancho del globo, o cómo Nueva Zelanda se ha convertido en la cuna de grandes producciones de Hollywood desde que El Señor de los Anillos impulsase al país en esa dirección. La reciente película de Minecraft, sin ir más lejos, también se ha rodado allí.

El dilema al que se enfrenta Hollywood si los planes siguen adelante son evidentes. El precio de los rodajes en suelo estadounidense están un 35% por encima de los costes de producción en otros países, según recogía el analista Jason Bazinet, apuntando también que derivaría en un gasto adicional anual de unos 3.000 millones. En realidad, en un caso como el de Netflix, sería bastante más que eso.

Tal y como recogía el informe fiscal de Netflix de 2024, durante el último año la plataforma de streaming destinó alrededor de 17.000 millones de dólares a sus contenidos. De todos ellos, el 40% equivale a licencias de terceros y el 60% a producción propia. De esas últimas, alrededor de la mitad se graban fuera de Estados Unidos.

A grandes rasgos, entre unas y otras, eso supone un 70% de su gasto total en producciones importadas o extranjeras: 11.900 millones en total a los que habría que sumar un 100% de aranceles. O lo que es lo mismo, saltar de un coste de 17.000 millones anuales a uno de 28.900 millones de dólares. ¿Quién paga ese pato? O lo que es más importante incluyendo ya la respuesta, ¿a qué precio lo vamos a pagar?

El precio que terminamos pagando nosotros

En el hipotético caso de que los 260 millones de usuarios que tiene Netflix tengamos que costear esos 11.900 millones de dólares que acaban de caer del cielo en forma de aranceles, eso supone una media de 45,8 dólares al año por suscriptor. Unos 3,82 dólares al mes que deberían repartirse entre las distintas opciones de suscripción de la plataforma, o que las compañías deberían asumir como dinero que dejan de ganar en base al precio de las cuotas actuales.

También está la opción de, tal y como propone la medida del gobierno de Estados Unidos, pasar por el aro y trasladar toda su producción al país. Una medida poco probable teniendo en cuenta que gran parte de la gracia de Netflix está en su inmensa variedad de producciones pero que, por aquello de ofrecer cuantas más opciones mejor, también cede hueco a un cálculo.

Volvamos a ese 35% que apuntaban los expertos como el incremento de coste por realizar las mismas producciones en suelo estadounidense. Si lo aplicamos a ese 70% que se estaba destinando a producciones de terceros o en suelo extranjero, el resultado se queda en unos 4.165 millones de dólares adicionales que, en el reparto entre usuarios, quedaría en unos 1,33 dólares al mes. No está mal, pero trae letra pequeña.

Definitivamente es más fácil que cuadren esas cuentas que las de hacer frente a los aranceles, de ahí precisamente que apunten a ser tan altos, pero el problema está en que, con una producción 100% estadounidense, la variedad de la plataforma y los éxitos internacionales a los que se agarran se perderían. Ejemplos del impacto hay para todos los gustos.

Una producción como la de El Juego del Calamar, pese a ser de Corea del Sur, es su segundo contenido más visto; India y sus producciones suponen un mercado de 2.000 millones de dólares. Alemania, España, Francia y Reino Unido suponen un 35% de su inversión de contenido y arrastran éxitos como La Casa de Papel o Lupin; y por si todo eso fuera poco, en realidad más del 70% de los suscriptores de Netflix están fuera de Estados Unidos. Frente a ese panorama, parece que las opciones más acertadas son o lidiar con los aranceles, o trasladar su sede al extranjero.

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