
▲ Por desconocidas órdenes, la Feria Nacional de Aguascalientes persiste en evitar la bravura y apuesta de nuevo por la mansedumbre y la comodidad.Foto Óleo de Antonio Rodríguez
V
ergonzoso comprobar que las cúpulas del taurineo –manejo poco transparente del negocio taurino para beneficio de unos cuantos en perjuicio de la tauromaquia y del público– no muestran el menor propósito de enmienda, no obstante los amagos prohibicionistas de la fiesta de toros en la capital. Como ocurrió con la infortunada Plaza México, también gobierno y empresa de Aguascalientes confundieron autonomía con autorregulación irresponsable, cayendo en un librempresismo chafa a merced del monopolio taurino y de funcionarios amigos. Más que pasión por la grandeza del toreo, exhibieron, otra vez, su debilidad por las apariencias y una oferta de espectáculo sin correspondencia con los precios.
Recurro de nuevo a la honestidad de dos voces hidrocálidas independientes que sin más compromiso que con la verdad han cubierto todos los festejos de la feria: Ana Delgado y Sergio Martín del Campo, a quienes agradezco su honestidad, taurinismo y generosidad al permitirme transcribir párrafos claves de sus valientes crónicas.
“Larga, tediosa, desesperante, fue la octava tarde en la Monumental –escribió Ana Delgado–, más de cuatro horas que parecieron 40 días con sus noches, como la cuaresma… La afición hidrocálida vivió hoy su propio tiempo de desierto, penurias e incomodidades en búsqueda de su dios toro que nunca llegó. ¿Por qué enfrentarla a esta dura prueba de sumisión? ¿Qué está pagando esta gente para ser tratada de esa manera? ¿Tendrá el Aguascalientes taurino y su tradición el milagro de resucitar de entre los muertos?”
Sobre la novena corrida, Ana expresó: “Erosión de la afición… La mansedumbre se apoderó del ruedo sanmarqueño y los que acudieron con la esperanza de emocionarse se retiraron con la afición rasgada, deteriorada y marchita. La roca que algún día significó Aguascalientes para la tauromaquia mundial poco a poco se desgasta, degrada y erosiona a tal grado de terminar modificando su origen y su forma”.
Similar indignación externó Sergio Martín del Campo: “Los que extrañaron el hierro de Teófilo Gómez –entre ellos varios toreros comodinos y ventajistas–, ya no tendrán por qué preocuparse pues hay divisas que compiten enconadamente para quedarse con el puesto. Una de ellas la de José Barba… Al mayor porcentaje de bóvidos lidiados apenas se les insinúa la suerte de varas; se simula definitivamente, y esto lo aplaude un público ingenuo, desorientado y pagador. Al paso que van, no tardará el día que en lugar del puyazo a los bóvidos se les dé un beso, con el riesgo de que no lo soporten y salgan de ‘la suerte’ trastabillando”…
“Pero al público nada le importa con tal de divertirse y, del modo que sea, desquite el boleto que pagó por entrar, bastante caro; más caro incluso que la Maestranza de Sevilla… Es muy sencillo enderezar lo que va quedando de fiesta. Únicamente se necesita voluntad… justamente de lo que carece el sistema soberbio, insensible, incorregible, pedante y poderoso que administra
el espectáculo taurino, hoy tan atacado desde fuera y tan maltratado y desvirtuado desde dentro.
El promedio de entradas en lo que va de feria, ha sido mejor al de la versión 2024. Esto debería invitar a la reflexión… Cuidar al público cautivo tendría que ser una prioridad y un tesoro invaluable que, en un sistema lógico, respetable y comprometido, habría de motivar a una restructura profunda de esta política que encamina a la fiesta a ser cada tarde menos atractiva. Jugar con los mismos naipes independientemente de sus resultados, sólo lo hacen los necios y los imbéciles
, remató Martín del Campo.
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