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los padres ya confunden el TEA con el exceso de pantallas


Allá por 2015 un estudio con una muestra de 1.778 menores de 2 años desveló que, para quienes veían la televisión entre 2 y 3 horas diarias, el riesgo de presentar retrasos del lenguaje era 2,7 veces mayor que entre los que veían menos de 1 hora. Lejos de servir como lección, la Asociación Catalana de Guarderías certifica que ha ido a peor: el 75% de sus centros han detectado un incremento de niños con retraso en el desarrollo por culpa de las pantallas.

Los números, según el informe recogido por El Periódico, son demoledores. A ese 75% de alteraciones y problemas con el lenguaje se suman un 46% de detecciones en dificultades para comer, un 42% de problemas de aislamiento social, y un 30% de dificultades para conciliar el sueño, retrasos en desarrollo psicomotriz y problemas para establecer vínculos relacionales con profesores y otros niños. La clave del problema, según los expertos, está en el uso de las pantallas de forma descontrolada.

Confundiendo el TEA con el uso de pantallas

Los estudios sobre las alteraciones que provocan el uso excesivo de pantallas en la conectividad cerebral no son nuevos. La correlación entre el peor rendimiento en pruebas de vocabulario y conciencia fonológica y el tiempo que se dedica a la televisión o tablets en niños de edad preescolar lleva años siendo objeto de estudio por las instituciones pediátricas.

De hecho, que gran parte de los programas infantiles enfocados a niños tengan esa suma de colores y estilo, con personajes hablando directamente a cámara tal y como se repite en fenómenos como los de Barrio Sésamo o la reciente Ms. Rachel de Netflix, está apoyado en esos mismos estudios.

El desarrollo cognitivo y emocional de los críos precisa de una interacción, de esa repetición que siempre aludimos a los monos pero que también es crucial para nosotros, que puede presentar problemas graves si no llega a producirse en las etapas más tempranas de su crecimiento.

Según recoge la maestra y bióloga Rut Baqués, portavoz de la asociación catalana de guarderías, al delegar en las pantallas la responsabilidad de entretener y educar a los críos se está generando un problema: “En mi guardería hemos llegado a detectar niños de menos de 3 años que se pasan entre tres y seis horas al día delante de la pantalla. Pero cuando tú hablas con los padres y retiran la pantalla, eso cambia. Vemos cómo ese niño pasa a relacionarse más con los otros niños o niñas, y aparece el lenguaje”.

El problema llega hasta el punto de que, frente a esa alteración del desarrollo, algunas familias acuden a los profesores bajo la sospecha de que su hijo tiene TEA, trastorno del espectro autista, cuando en realidad todo se reduce a un uso excesivo de pantallas que está limitando su desarrollo: “cuando tú escarbas, es debido al uso de las pantallas porque, en cuanto retiramos la pantalla, eso cambia”.

Tal y como recoge la Organización Mundial de la Salud, apoyando su discurso en esos mismos estudios que antes comentábamos, la recomendación sobre el uso de pantallas pasa por evitarlas por completo entre los 0 y 1 años, y permitir menos de 1 hora diaria a partir desde los 2 a los 4 años, apostando por la actividad física y la lectura como fuente principal de entretenimiento para los niños.

Imagen | Dai Ryan en Midjourney

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