El Internet comenzó a popularizarse a mediados de la década de los 90, pero unos 100 años antes de esta revolución tecnológica, si alguien quería conocer los avances científicos y tecnológicos, y las expresiones culturales más notables de los países, tenía que acudir a las exposiciones universales que se organizaban en algunas de las ciudades más grandes del mundo.
Entre mayo y octubre de 1889 tuvo lugar la Exposición Universal de París, Francia, que contó con la participación de 61,000 expositores de 35 países y recibió la visita de más de 35 millones de personas. La celebración de este encuentro tuvo lugar en el centenario de la Toma de la Bastilla, el episodio histórico que marcó el inicio de la Revolución Francesa; rodeada de ese simbolismo y ante la mirada del mundo fue inaugurada la Torre Eiffel, construida por el ingeniero Gustave Eiffel para esta exposición.
México participó en esa histórica exposición universal. El presidente Porfirio Díaz, quien llevaba 5 años en el poder, quiso mostrar al mundo no solo la modernidad hacia la que se encaminaba el país, sino también sus raíces prehispánicas, por lo que encomendó al médico y académico mexicano, Antonio Peñafiel, el proyecto para el pabellón que representaría a México.
El pintor y escultor Alejandro Casarín Salas fue invitado para elaborar dos esculturas de bronce, las cuales no llegaron a salir del país y al paso de las décadas fueron bautizadas con el nombre de Indios Verdes, debido al color que adquirió este metal por efecto de la humedad y el clima.
¿Quiénes eran los Indios Verdes?
Siguiendo el encargo que le habían encomendado, Casarín fundió dos estatuas de bronce, de entre tres y cuatro metros de alto y un peso de 3 toneladas cada una. Una de esas esculturas representaba a Itzcóatl, quien reinó Tenochtitlan entre 1428 y 1440. Entre sus hazañas más destacables están haber conformado la Triple Alianza, con los señores de Tlacopan y Texcoco, así como haber derrotado a los tepanecas de Azcapotzalco, tras lo cual el mando militar se concentró en Tenochtitlan.
La otra escultura es la de Ahuízotl, quien fue tlatoani de Tenochtitlan de 1486 a 1502 y es recordado por haber expandido el gobierno de la Triple Alianza por casi todos los territorios del centro y sur de lo que hoy es México y Guatemala, además de expandir el intercambio comercial con casi todos los pueblos bajo su control.
Los Indios Verdes peregrinaron por la ciudad
Las escultoras de Itzcóatl y Ahuízotl estaban listas para salir rumbo a París, pero a última hora se decidió que no fueran enviadas; los motivos se desconocen, pero es probable la decisión haya obedecido a sus enormes dimensiones, que podrían haber complicado la logística de su traslado.
Los tlatoanis de bronce no llegaron a conocer el río Sena; en lugar de eso, fueron colocados en el Paseo de la Reforma en 1890, y en 1902 fueron trasladadas a un costado del Canal de la Viga, cerca del rumbo de La Merced. Ahí permanecieron 18 años, hasta que en 1920 fueron llevadas al norte de la ciudad, en el cruce de Insurgentes y Acueducto de Guadalupe, pero en 1979 de nuevo fueron desplazadas para construir la estación del Metro Indios Verdes.
La historia se repitió en 2005, cuando debido a la construcción de la estación terminal de la Línea 1 del Metrobús en 2005 Itzcóatl y Ahuízotl fueron llevados al Parque del Mestizaje, cerca de la Basílica de Guadalupe, donde permanecen desde entonces.
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