En 1995, en su momento de mayor exposición mediática como fundador y CEO de Microsoft, que acababa de lanzar al mercado MS Windows 95, Bill Gates aprovechó para publicar su primer libro: The Road Ahead, un texto que se presentaba como una guía para entender el futuro de la tecnología y su impacto en nuestras vidas.
Haciendo gala de un tono accesible, la obra repasaba los efectos de la revolución informática, la conectividad global y la transformación digital. Y aunque Gates acertó en muchas de sus predicciones —como el auge del comercio electrónico, de la educación digital o de la automatización empresarial— cometió un error clave que hoy parece increíble: apenas hizo referencias a Internet.
Un libro exitoso, pero limitado
The Road Ahead fue un éxito rotundo de ventas: con una tirada inicial de 850.000 copias en Norteamérica y varios cientos de miles más en otros países, encabezó las listas de The New York Times durante semanas. El libro venía incluso acompañado de un CD-ROM interactivo, lo cual era revolucionario en esa época.
Sin embargo, la primera edición de la obra tenía una omisión notable a ojos de un lector actual: Gates trataba a Internet meramente como un “precursor importante de la autopista de la información”; la ‘World Wide Web’ recibía apenas cuatro menciones en el índice y era tratada como una curiosidad, no como el motor que estaba a punto de transformar industrias enteras.
Para Gates, el concepto dominante era el de ‘autopista de la información’, era una metáfora muy popular en los años 90 para describir la futura red global de comunicaciones digitales… sin embargo, no se refería exactamente al Internet que conocemos hoy.
Gates veía esa “autopista” (futura) como un sistema más planificado, estructurado y posiblemente controlado por grandes empresas —un entorno más ordenado, casi como una televisión interactiva o una red de servicios bajo suscripción—, no como el caos descentralizado, abierto y dinámico que era la World Wide Web en esos años.


Pero esta perspectiva resultó ser extraordinariamente miope: mientras Microsoft apostaba por su ‘The Microsoft Network’ (el primer MSN) separada de Internet, éste último ya estaba siendo transformado por empresas como Netscape (con su navegador Navigator) y Yahoo!, que organizaba la información del Internet de forma navegable, como un directorio.
De hecho, para dejar clara su visión, una de sus pocas referencias al concepto de Internet en el libro fue para soltar esta perla:
“El Internet actual no es la autopista de la información que imagino”.
Una corrección rápida y una edición revisada
La reacción crítica no se hizo esperar. The Seattle Times describió la cobertura de Internet como “la más débil de todas” dentro del libro, mientras que The New York Times, por su parte, lo acusó de haberse visto “pillado con el paso cambiado” por el súbito auge de Internet.
Ya consciente del error cometido, Gates y sus coautores publicaron una edición revisada en octubre de 1996, menos de un año después. Esta nueva versión, subtitulada “completamente revisada y actualizada”, ampliaba la atención a Internet y ofrecía una visión más ajustada a la velocidad del cambio tecnológico.
Por esas mismas fechas, Microsoft estaba lanzando su primer navegador, Internet Explorer, e iniciando su infame ‘guerra de los navegadores’ contra Netscape.
Aprender de los errores: la evolución hacia 1999
En 1999, Gates publicó una segunda obra, Business @ the Speed of Thought, mucho más afinada en su visión sobre Internet: en ese libro, el fundador de Microsoft entendía ya que la red no solo conectaría a las personas, sino que redefiniría por completo la distribución de software, los servicios digitales y la gestión empresarial.
Normal que ya conociera mejor las dinámicas de Internet: en esos cuatro años, sus prácticas monopolísticas habían convertido a Internet Explorer en el navegador predominante (75-80% de los usuarios) de esa red en la que Gates no creía.
Más allá de eso, para entonces Gates ya hablaba de una “era PC-Plus”, donde el ordenador dejaría de ser el único punto de acceso al mundo digital, y se integraría con teléfonos celulares, dispositivos portátiles y automóviles conectados. Su visión seguía centrada en el PC como eje del sistema, pero reconocía ya la importancia crucial de la conectividad y de nuevos dispositivos inteligentes.
Lo que Gates sí predijo con acierto
A pesar de su descuido con Internet en 1995, Gates acertó en muchos otros aspectos en esa primera obra. En sus páginas anticipaba:
- El auge del comercio electrónico y la reducción de costos de transacción gracias a la digitalización.
- La transformación de la educación mediante tecnologías interactivas y el acceso global a la información.
- La relevancia futura de los dispositivos portátiles, que ya vislumbraba como “computadoras en tu bolsillo”.
- La convergencia entre servicios digitales y productos físicos, una visión que hoy se materializa en la nube y el software como servicio.
En una reflexión escrita en 2020, 25 años después de la publicación original, Gates reconoció sus errores: “Tendemos a sobreestimar los cambios que ocurrirán en el corto plazo y subestimar los del largo plazo”. Y sobre Internet, añadió que muchas de sus transformaciones fueron incluso más rápidas y más profundas de lo que había imaginado.
La mayor omisión: la inteligencia artificial
Curiosamente, si bien la segunda edición de The Road Ahead corrigió su escaso enfoque en Internet, otro aspecto hoy clave ni siquiera fue mencionado: la inteligencia artificial. En su momento, Gates no previó que esta tecnología se convertiría en el epicentro de la siguiente gran revolución tecnológica. Y aunque hoy es uno de sus principales promotores —especialmente a través de su colaboración con OpenAI—, en los años 90 no estaba en su radar.
Imagen | Bill Gates + Marcos Merino mediante IA
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