Bernardo Barranco V.
E
l cardenal Robert Prevost eligió el nombre de León XIV, en referencia directa a León XIII, papa que enfrentó a finales del siglo XIX la Revolución Industrial –así lo dijo– y ahora a él le toca encarar los tiempos de una nueva revolución tecnológica: la inteligencia artificial.
La trayectoria de León XIV ha estado marcada por su congregación agustina de profundo sentido comunitario. Prevost es un misionero, vivió en las periferias pobres del Perú durante 27 años. Tiene una sólida experiencia pastoral de primera línea, gestión parroquial y diocesana como obispo de Chiclayo y Chicago. En los últimos años tuvo la experiencia de gobierno del Vaticano como prefecto de la congregación de los obispos.
Los medios y comunicadores que ya se sienten vaticanistas se han limitado a notificar que León XIII, que inspiró el nombre, redactó la encíclica Rerum novarum y que forjó la doctrina social de la Iglesia. Son respuestas que dejan corto un pontificado paradigmático y no honran una nueva estrategia de acción social de los católicos de la época. Un pontificado que supo redefinir estrategias pastorales y políticas para recuperar espacios sociales perdidos.
La modernidad de la Revolución Industrial aporta nuevos actores, entre ellos la burguesía y el proletariado. Las realezas y la Iglesia entran en crisis ante el empuje y dinamismo del nuevo ciclo de producción a gran escala y reordenamiento urbano. El papa León XIII sacude los viejos polvos de la monarquía eclesiástica para introducir un proyecto de reconquista social y conformar una armada escatológica social cristiana.
León XIII hereda la disolución de los Estados Pontificios y una severa confrontación con el estado liberal italiano. Recupera el tomismo y eleva el nivel intelectual de la curia. En la encíclica Rerum novarum, acerca de las nuevas cosas, 1891, deploraba la opresión y virtual esclavitud de los numerosísimos obreros pobres por parte de una burguesía voraz, así como el asecho socialista. Sugiere la sindicalización católica de los obreros. Esta indicación la aplicará para su modelo de reconquista.
Si la modernidad con el Estado moderno pretendía crear una contra-Iglesia, León XIII con el catolicismo social pretendió construir una contrasociedad que pretende hacer valer los valores y principios de la Iglesia.
El rol político del laico en el mundo, conduce a la noción de acción temporal de la Iglesia. Las figuras históricas de la relación laicado-política son diversas y contradictorias. La categoría laico es relativamente nueva en la vida de la Iglesia. Ya desde el siglo XIX su utilización ha sido ambigua y puede prestarse a confusiones; dentro de la Iglesia, laico es el cristiano no religioso, mientras en los círculos liberales, particularmente latinos, es sinónimo de militancia anticlerical y posturas antirreligiosas.
La diferenciación institucional Iglesia-Estado pasó por la secularización del poder político. La condición de existencia y desarrollo del Estado moderno supuso el combate al Estado confesional. En Europa, la implantación de su hegemonía se vio obstaculizada por la enorme influencia de la institución eclesial ejercida en las masas populares, particularmente campesinas.
Por ello es indispensable situar la carta encíclica de León XII, Sapientiae christianae . El texto llama a la unidad y la disciplina, como manda el apóstol San Pablo, conviene que esta unanimidad sea perfecta y sólida
. Su intención es construir una armada apostólica para la restauración del reino de Cristo en la tierra.
Yendo al punto, León XIII, en su largo pontificado, construyó las llamadas obras sociales. En materia social: colegios católicos, hospitales católicos, asilos católicos, así como escuelas de periodismo, orfanatos, estancias, hospicios y albergues. En lo económico: cajas de ahorro, cooperativas, fondos de préstamos, escuelas de arte y oficios, así como dietas entre otros. En lo político: partidos políticos católicos, ligas agrarias, sindicatos.
Este dispositivo social cristiano tuvo como eje la Acción Católica. Fue el espacio donde los fieles de las parroquias se formaban para ser laicos, militantes y dirigentes católicos que operaban las distintas obras e iniciativas católicas. En México perduran decenas de colegios y hospitales católicos. Si hacemos memoria recordaremos los sindicatos guadalupanos y aún perduran con mucha fuerza las cajas de ahorro, en el Bajío, bajo el modelo Raiffeisen.
Los laicos militantes serán convocados a formar milicias de reconquista, reagrupadas en los llamados movimientos católicos. Combatir el mundo en disciplina y unidad para establecer un nuevo orden social inspirado en los valores cristianos que favorezca el anuncio y la misión religiosa de la Iglesia. En muchos casos, esta ida al pueblo
del catolicismo es calificada como intransigencia populista. En México sin este poderoso movimiento socialcristiano no se entendería la osada Guerra Cristera.
En su libro Les socialismes dans les discours social catholique , CERF, Paris 1986, Hugues Portelli sostiene: Diferenciándose del liberalismo sobre el terreno social y económico, la Iglesia se da los medios para combatir el socialismo reforzando su crítica global de las ideas modernas: éste será el proceso de León XIII y de Pío X, haciendo pasar la batalla entre la Iglesia y la modernidad de una dimensión bipolar, es decir, contra liberalismo y contra socialismo
.
Por la envergadura del pontificado de León XIII, me pregunto si Robert Prevost ha puesto la vara muy alta, al elegir el nombre de León XIV. El tiempo lo dirá.
Deja una respuesta