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Uno de los cozy más tristes (y bonitos) tiene a los Moomins como protagonistas – Snufkin: Melody of Moominvalley


Hay personajes que, aunque pasen las décadas, mantienen su esencia intacta. Snufkin es uno de ellos. Snufkin: Melody of Moominvalley recupera al queridísimo trotamundos y a sus amigos los Moomins, personajes creados por la ilustradora finesa Tove Jansson —y que seguro recordáis porque sus aventuras gráficas y su serie fueron súper populares—. Este juego ofrecer una experiencia en la que la música, la naturaleza y la exploración a nuestro propio ritmo son protagonistas absolutos. En una época saturada de juegos frenéticos, este título nos recuerda que todavía hay espacio para las aventuras pausadas y relajantes —como más me gusta—.

Una aventura musical donde cada paso importa

La mecánica principal de Melody of Moominvalley gira en torno a la música como herramienta de interacción, una premisa original y super divertida. Snufkin no lucha ni corre: compone melodías que cambian el entorno, resuelven pequeños acertijos y calman a los animales.  A través de su armónica y su guitarra, Snufkin se convierte en una especie de intermediario super cuqui entre el hombre y la naturaleza, subrayando esa conexión tan importante para la tradición escandinava.

El apartado artístico, por supuesto, es otro de los grandes pilares del juego. El estudio ha decidido apostar por un estilo visual que recuerda a las ilustraciones originales de los Moomins: trazos suaves, paletas de colores pastel y escenarios que parecen salidos de un cuento. Cada rincón del valle transmite una serenidad que invita a la exploración tranquila. No hay minimapas llenos de iconos ni marcadores de misiones urgentes: aquí, perderse tiene premio.

La música no solo es una mecánica de juego: también es una parte fundamental de la ambientación. La banda sonora, compuesta por temas suaves de inspiración folk nórdica, envuelve al jugador en una atmósfera casi casi meditativa. Las melodías fluyen con los movimientos del personaje y refuerzan la sensación de que todo en Moominvalley está conectado de forma natural. Es el tipo de juego que apetece jugar con auriculares, dejando que cada nota nos acompañe durante la exploración.

Un cozy licensing muy bien entendido

Adaptar una licencia tan querida como la de los Moomins no era tarea fácil. Sin embargo, Melody of Moominvalley entiende perfectamente el concepto de cozy licensing: respetar el espíritu original, expandirlo sin traicionarlo, y ofrecer una experiencia que lo actualice sin llegar a forzarlo. No se trata de transformar a los Moomins en héroes de acción ni de darles un giro oscuro: se trata de celebrar su filosofía de vida sencilla su enorme amor por la naturaleza y su tolerancia.

Entiende perfectamente el concepto de cozy licensing: respetar el espíritu original, expandirlo sin traicionarlo

Precisamente, el amor por la naturaleza, la importancia del viaje interior, el respeto por los ritmos del entorno… todo en este título bebe de valores profundamente nórdicos. Tove Jansson, finlandesa de origen sueco, impregnó su obra de este espíritu, y Melody of Moominvalley lo recoge con mucho cariño.

La representación de la cultura nórdica está solo en ambientación o en el diseño de los personajes, sino que, como decimos, se refleja también en el respeto absoluto por los ciclos de la naturaleza, en la importancia de los pequeños gestos y en una estética minimalista que valora el espacio abierto y el silencio tanto como el sonido. Los Moomins viven en armonía con el bosque, sin imponer su voluntad sobre él, y esta filosofía de coexistencia se traduce en la jugabilidad: avanzar no es una lucha, sino una colaboración orgánica con el entorno.

Además, el juego pone en valor uno de los grandes temas de la literatura nórdica: el concepto de la melancolía. Snufkin es un personaje profundamente libre, pero también solitario, que encuentra su felicidad en la independencia y el respeto mutuo, sin necesidad de grandes gestos ni dramatismos. Esta manera de abordar las emociones, tan propia de los países escandinavos, añade al juego una capa de profundidad emocional que lo aleja de otros títulos cozy más “dulcificados”, por así decir.

La estética sonora recuerda a la música tradicional escandinava, con instrumentos de cuerda y viento que evocan las llanuras, los bosques infinitos y los cielos abiertos del norte de Europa. Todo en Melody of Moominvalley nos invita a entrar en un pequeño huequito de esa cultura, a saborear su calma y su manera de entender la libertad.

El auge de los cozy games y el lugar de Snufkin entre ellos

El éxito de juegos como Stardew Valley, Spiritfarer o A Short Hike ha demostrado que existe un enorme público para las experiencias cozy. Snufkin: Melody of Moominvalley se une a esta corriente, pero aportando un matiz muy especial: el de la nostalgia y la herencia cultural. Mientras que otros juegos cozy se centran en construir o gestionar, aquí lo importante es sentir.

Quizás no sea el juego más largo ni el más espectacular técnicamente. Pero su valor está precisamente en su capacidad para ofrecer una experiencia auténtica, acogedora y profundamente humana. Un rincón de calma en medio del ruido.

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