Las últimas simulaciones por ordenador alertan de un posible escenario catastrófico para la Tierra y toda forma de vida. Además del conocido riesgo de que el Sol, al agotar su hidrógeno en miles de millones de años, se expanda y consuma nuestro planeta, los modelos astronómicos han identificado una nueva amenaza: la gravedad de una estrella cercana podría alterar la órbita de otro planeta, provocando una colisión con la Tierra o expulsándola fuera del sistema solar.
En ambos casos, nuestro mundo quedaría expuesto a condiciones extremas: congelación en el espacio profundo o vaporización al caer hacia el Sol.
Una nueva amenaza para la Tierra
Lo cierto es que nuestra galaxia está repleta de estrellas que podrían acercarse demasiado a nuestro vecindario cósmico y romper nuestra aparente estabilidad. Así lo refleja un nuevo estudio, publicado en la revista Icarus, que sugiere que el tránsito de estrellas próximas al sistema solar podría alterar las trayectorias planetarias, lo que podría llevar a que otro planeta impacte contra la Tierra o incluso que nuestro propio planeta sea expulsado.
Un equipo de investigadores del Instituto de Ciencias Planetarias y la Universidad de Burdeos han predicho que la estabilidad de los planetas es bastante inferior a lo que se había pensado, ya que la interacción entre otras estrellas y nuestro sistema solar puede acabar con planetas perdidos por el espacio profundo. Tras realizar 2.000 simulaciones informáticas utilizando el sistema Horizons de la NASA, “encontramos una probabilidad del 0,3 % de que Marte se pierda por colisión o expulsión y una probabilidad del 0,2 % de que la Tierra se vea involucrada en una colisión planetaria o sea expulsada”, apuntan los autores.
En la simulación a lo largo de los próximos 5.000 millones de años, el 2 % de los resultados acaban con el sistema solar con menos planetas de los que cuenta ahora. Mercurio, el planeta más próximo al Sol, parece tener bastantes fichas en estos escenarios. Orbita tan cerca de nuestra estrella que se convierte en un objetivo ‘fácil’ para abandonar el sistema solar en caso de que una estrella altere su ya de por sí inestable órbita (varía de forma caótica a lo largo de millones de años). Es más: si la órbita de Mercurio se descontrola, acabaría provocando que Venus o Marte colisionaran con la Tierra o que la Tierra embista al Sol.
También podría suceder que Marte y Venus lanzaran a la Tierra hacia Júpiter y la gravedad joviana expulsara a nuestro planeta hacia el espacio interestelar. Como vemos, la tasa de inestabilidad de la Tierra es menor que la de otros planetas, pero tiene una mayor probabilidad de que su órbita se desestabilice si otro planeta choca con ella.
¿Hay alguna buena noticia?
Afortunadamente, cualquiera de estos escenarios no tendrá lugar durante la mayor parte de la vida útil que le queda al Sol, ya que las probabilidades son del 0,2% basándose en el número de estrellas que pasan cerca del sistema solar. ¿Por qué es importante entonces? Porque esta cifra de riesgo es bastante más grave que la que habían arrojado estudios anteriores. Es cientos de veces mayor que las estimaciones previas.
Como curiosidad, sir Isaac Newton (responsable de la Teoría de la Gravitación Universal) fue el primero en predecir que las interacciones gravitacionales entre los planetas eventualmente causarían la inestabilidad de sus órbitas, aunque nunca pudo demostrarlo. Hoy, hace casi 300 años de su muerte, le volvemos a dar la razón a uno de los científicos más influyentes de la historia.
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