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oco mayor diplomado, titulado y togado en los mejores manicomios del mundo y de Sonora, con título registrado.
Alejandro Suárez Ibarra (Hermosillo, Sonora 1924-Ciudad de México 2002), El Loco Suárez, es uno de muchos personajes de la izquierda del siglo XX que, por decisión propia, permanecieron al margen de la historia oficial, lo que le permitió moverse en distintos niveles de la lucha social, hilando en su camino historias de múltiples movimientos sociales trascendentes para la historia mexicana.
De ascendencia yaqui, sobrino nieto de Adolfo de la Huerta, con herencia militar de padres y abuelos; secretario particular del líder campesino Jacinto López, la izquierda enarbolada por Alejandro se alimentó de largas experiencias en luchas campesinas, organización popular, militancia revolucionaria, lo indígena y lo militar, con la impronta rebelde del ser sonorense.
Los sonorenses sufrieron proezas militares de los mayores despojadores de México. Hubo una corriente histórica, después de que los gringos nos arrancaron la mitad del territorio, que creía ilusoriamente que podían despojar a México de más superficie de su territorio. Pero el rechazo a estos aventureros fue de los sonorenses, por eso el sonorense es así. Mi generación tiene una natural tendencia a lo militar, de ahí la fama de atrevidos y locos que tenemos. Somos gente muy temeraria.
Vivió de los 10 a los 13 años en las Islas Marías, donde su padre, Emilio Suárez, se mudó con la familia para trabajar como maestro electricista; sus primeros contactos con delincuentes y presos políticos marcaron su memoria. Su padre murió en las Islas Marías, en una epidemia de meningitis cerebral.
De joven, escritor popular o evangelista en la plaza de Santo Domingo; la flecha le decían al escribano veloz y eficiente; escritor mordaz e imaginativo de teatro guiñol y radio con Don Ferruco u Omar Jasso, El Mocosón. Sus cuentos y relatos de aquella Ciudad de México; su novela autobiográfica El Chiriafas, relato poetizado sobre un periquillo sarniento
del siglo XX, perdido entre gran parte de su obra cuando Alejandro es secuestrado por la Brigada Blanca a principios de los años 70.
Volver a comenzar con el ideal que no muere. No me importa que me roben de nuevo mi archivo, o me amenacen otra vez de muerte; no importa, volveré a unir los hilos rotos para engarzar nuevos planes.
Se consideraba escritor sin libros
, publicando en la prensa, con frecuencia bajo seudónimo, escritos que revelan su conocimiento profundo de las luchas por la tierra en Sonora, redactando cartas, comunicados y oficios de Jacinto López, hombre de masas de Lombardo Toledano; en las guerrillas de inspiración magisterial en Chihuahua y Guerrero; coordinando tareas con Álvaro Ríos, Arturo Gámiz y los Gaytán; riendo y conspirando durante largas noches con Lucio Cabañas; militando en la UGOCM y en la CCI original, surgida del Partido Popular y el Partido Comunista. La de Alejandro, es una historia ligada a las demandas indígenas, obreras, campesinas, pero también al descontento juvenil, magisterial, ferrocarrilero, de colonos urbanos en lucha por un espacio para vivir.
Un particular hombre de letras, poeta que cantó a los guerrilleros y a la naturaleza con lenguaje sencillo y profundo, como en su poema desconocido Lucio Árbol:
En el paisaje se confunde el guerrillero /El techo de su casa es la bóveda celeste / Y las piedras pulidas son sus sillas / En la cercanía sonora del arroyo.
Trabajé en radio, en cine; fui mecanógrafo de Juan de la Cabada, de José Revueltas. Colaboré en la revista Cine verdad ; en Tele revista de los cómicos porque a mi me gustó mucho la comicidad.
Su incursión en el periodismo de izquierda durante su labor con Jacinto López le abrió a Alejandro las puertas de organizaciones periodísticas internacionales, como la Organización Internacional de Periodistas, que tuvo un importante papel político entre los años 40 y 50. En las luchas por el suelo urbano en Héroes de Padierna, redactaba también notas y reportajes.
Jacinto me llevó con Alejandro Carrillo Marcor y con el segundo director de El Popular . Ahí me inicié en el Partido Popular. Anduve en El Nacional y La Afición ; en lo de Héroes de Padierna hice varios reportajes en Por Esto . No cobrábamos, pero me ofrecieron plana, y luego Sucesos para todos , ahí escribí en cuatro edicioncitas, sobre los obreros agrícolas, y Teatro indígena en Chiapas; un teatro que fundó la Conasupo. [0382].
Varias deudas tenemos con luchadores como Alejandro, como el rescatar sus textos y reconstruir su pensamiento libertario, para la comprensión histórica de la izquierda, de las luchas actuales por el territorio y la justicia y también, al conocimiento de sujetos que ejercieron su militancia desde la honestidad.
Yo no necesito apabullar a nadie. Basta con la mirada. El que más dice que es un cabrón, no es nada. Sólo las madres lo conocen verdaderamente a uno. Vete a saber de dónde vendré.
*Autora de Cantar de fuego
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