Cuando Grim Fandango llegó a las tiendas en 1998, muchos jugadores pensaron que estaban simplemente ante una historia de detectives con estética de cine negro. No se equivocaban del todo, pero lo que no todos vieron al principio fue el profundo homenaje que el juego rendía al Día de los Muertos, la tradición mexicana que celebra y honra a los difuntos. Aunque Ron Gilbert no estuvo directamente involucrado en este título (que fue dirigido por Tim Schafer), el espíritu creativo de LucasArts seguía vivo en una historia donde la muerte es solo el comienzo.
Ambientado en una versión fantástica del Más Allá, el juego combina elementos de la iconografía mexicana —como las calaveras de azúcar, los altares y las marionetas de papel maché— con un tono narrativo que bebe del film noir y de la tragedia griega. El resultado fue un universo híbrido que no caía en la parodia, sino que construía un homenaje real, lleno de cariño por la cultura que lo inspiró.
Si me habéis leído en otras ocasiones tal vez recordéis que mi primer contacto con Grim Fandango fue a los cinco añitos y, claro, fue una experiencia que me impactó profundamente. A esa edad os podéis imaginar que no entendía bien la muerte, pero aquel mundo tan colorido y lleno de vida me mostró que la muerte no tenía que ser siempre algo oscuro o triste. Aprendí que existen otras formas de entenderla, celebrándola y honrándola, como en el Día de los Muertos, donde la memoria y el cariño transforman el final en un nuevo comienzo.
Cosechadores de almas y esqueletos con alma
El protagonista de Grim Fandango, Manny Calavera, es un “agente de viajes” del Departamento de la Muerte, encargado de guiar a las almas recién fallecidas hacia su destino final. Dependiendo de cuánto de buenos o malos hayan sido en vida, esas almas podrán viajar en globo, tren o incluso cruzar a pie el desierto del Más Allá durante cuatro años. Esta idea se basa en la cosmovisión mesoamericana del Mictlán —tela con el nombre—, el inframundo que solo podía alcanzarse tras superar múltiples pruebas.
El juego transforma esta idea en un sistema burocrático kafkiano, donde la moral del muerto se traduce en una puntuación de “méritos” y el viaje se convierte en una pesadilla de papeleo, corrupción y tráfico de almas. La inspiración del Día de los Muertos está presente en cada rincón: los esqueletos están vivos (figuradamente), conversan, ríen, aman y conspiran. Visualmente, su diseño está basado en las tradicionales calacas mexicanas, y los escenarios están decorados como si fueran altares: coloridos, simbólicos y llenos de flores.
Pero lo más llamativo es cómo Grim Fandango logra dar humanidad a estos personajes sin carne ni ojos, solo con sus voces, sus diálogos cargados de ironía, y una dirección artística que mezcla el arte déco, la arquitectura maya y el expresionismo.
Respeto, no apropiación: cómo se hace bien un homenaje
En una época donde los videojuegos aún no eran analizados bajo la lupa cultural actual, Grim Fandango ofreció un ejemplo poco habitual: una obra que adoptaba elementos de una cultura específica sin caricaturizarla ni exotizarla. En entrevistas, Tim Schafer ha contado cómo la idea de inspirarse en el Día de los Muertos surgió tras ver imágenes de calaveras mexicanas decoradas. Le fascinaron tanto que empezó a investigar la tradición detrás de ellas, y con ayuda de artistas y diseñadores construyó un mundo donde esta estética tuviera un papel estructural.
No se trata de un pastiche sin alma, sino de una reelaboración creativa que bebe del imaginario popular para construir algo nuevo. Incluso el sentido del humor del juego —ácido, existencial, a veces absurdo— está en línea con el tono festivo y reflexivo del Día de los Muertos: un momento donde se honra a los muertos celebrando la vida.
Es cierto que el juego fue desarrollado por un equipo anglosajón y que sus referentes son múltiples, pero lo importante aquí es que el folclore mexicano no es tratado como un simple decorado que sirve para aportar color y ya, sino como el alma de la historia.
El legado cultural de Grim Fandango
Pese a que sus ventas iniciales no cumplieron expectativas, Grim Fandango se convirtió con los años en un juego de culto, revalorizado por su estilo único, su narrativa compleja y su dirección artística. El remaster lanzado en 2015 por Double Fine permitió que nuevas generaciones descubrieran este homenaje jugable al Día de los Muertos, y muchos jugadores latinoamericanos encontraron en él una representación inesperada de sus propias tradiciones.
En tiempos donde la industria se esfuerza por diversificar sus referentes culturales, Grim Fandango se mantiene como una de las pocas obras occidentales que miró al sur con respeto y sin caer en estereotipos. Y aunque nunca se propuso ser un documental ni una lección de historia, logró algo más difícil: capturar el espíritu de una celebración ancestral y adaptarlo a una aventura moderna.
Hay algo profundamente poético en que un juego sobre la muerte se haya mantenido tan vivo en la memoria de quienes lo jugaron. Porque, al igual que el Día de los Muertos, Grim Fandango nos recuerda que las historias no mueren mientras alguien las recuerde.
En 3DJuegos | Morirse no te libra del papeleo y la lentitud burocrática. Este juego lo demuestra con un humor bien afilado
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