Nuestra unión es la conciencia social y el activismo a favor de las causas justas

▲ De izquierda a derecha, Dolores Heredia, Arcelia Ramírez, Rodrigo Fiesco, Ofelia Medina y Bertha Navarro.Foto Arturo Campos Cedillo

Juan Carlos G. Partida

Corresponsal

Periódico La Jornada
Lunes 9 de junio de 2025, p. 6

Zapopan, Jal., Más allá del cine, más allá de ser mujeres, más allá de decirse hermanas, incluso más allá de ser artistas e indiscutibles divas, Bertha Navarro, Ofelia Medina, Arcelia Ramírez y Dolores Heredia mostraron, en una charla en el marco del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), que su mayor punto de unión es la conciencia social y el activismo a favor de las causas justas, su amor por los pueblos originarios y, en particular, por Chiapas.

El panel Mayahuel de Plata, su trayectoria, que reunió a cuatro de las ganadoras del galardón que el FICG entrega cada año en reconocimiento a quienes han influido y consolidado el cine mexicano, estuvo repleto de estudiantes con sus cámaras aún de aficionados y celulares grabando videos, todos arrobados con las historias y la presencia de las invitadas.

Bertha Navarro, mítica productora que comenzó a participar en películas en los años 70 con el no menos legendario director Paul Leduc, dijo que en esa década América Latina era un hervidero de movimientos sociales y se vivían momentos muy álgidos.

Estaban las luchas en Nicaragua y en El Salvador, y me fui a filmar y a registrar esos conflictos; en el primer país entramos caminando por Honduras, nunca en mi vida había caminado tanto y estuve presente en esa Nicaragua que ahora por desgracia es un horror, una enorme traición a ese ideal de entonces. Y también estaban sucediendo muchas cosas en El Salvador, recordó. Dijo que era una joven de su época, comprometida, con la convicción de que se podía hacer cine de alto nivel de calidad, premisa que sigue al pie de la letra hasta hoy que aún sigo aquí, ya viejita-viejita, pero aquí.

Fiel por igual a sus convicciones, Ofelia Medina se negó a las etiquetas, mencionó que no era actriz o activista, sino una mujer que vive el presente como antes vivió, como Ofelia Medina.

He sido una persona que ha ido de la manifestación al ensayo, de la protesta en la refinería a otro ensayo, no soy actriz y activista, soy Ofelia que se pone donde más le gusta y ahí vamos campechaneando. Acabamos de regresar de Chiapas y aquí estamos gozando de este momento. No dejé nada por nada, tengo los tacones, los huaraches y las botas según sea la ocasión, claro que hay que peinarse y maquillarse, pero eso también es divertido.

Para Arcelia Ramírez su condición política y de buscar un cambio hacia un mundo más justo viene de sus tiempos de estudiante, lo cual refrendó cuando decidió ser actriz por medio de proyectos que consideró privilegiados para enfatizar esa faceta de buscar cuestionar la condición humana a través de una historia.

Creo profundamente que el arte y la cultura son los vehículos más eficaces para cambiar el mundo porque nos humanizan (…) Me siento siempre satisfecha de participar en proyectos que intentan incidir en problemas sociales de los que hay que hablar y reflexionar para encontrar una mejor manera de funcionar en esta vida, señaló, luego de hacer un recorrido por varios de estos proyectos incluidos los de los años 90, cuando “explotó la guerra en Chiapas y surgió un personaje tan mítico, emblemático y estupendo como el subcomandante Marcos”.

Dolores Heredia, la más reciente homenajeada con el Mayahuel de Plata, consideró que el momento en que comenzó su gusto por apoyar las reivindicaciones sociales fue a los siete años, cuando en su natal La Paz, Baja California Sur, le dijo a su mamá que un día se iría de la casa.

“Mi madre, que era sinaloense, me dijo ‘pero si apenas tienes siete años, cabrona’. Pero desde entonces fue como muy natural en mí el poder no hacerme líos en la cabeza para decir lo que pienso y disfrutar la congruencia, seguramente porque vengo de una familia muy grande y crecí con dificultades económicas, pienso en comunidad. No soy activista, nunca he encajado en esa palabra, soy una persona que pretende ser congruente de que tenemos que cambiar y mejorar el mundo”, expresó.

El panel fue moderado por Roberto Fiesco, autor del libro que también este domingo se presentó como parte del homenaje a Dolores Heredia titulado Un ratito de vida es vida, quien cuestionó a las cuatro invitadas sobre temas como la amistad entre ellas, su relación con noveles directores al participar todas en óperas primas y los sentimientos provocados al haber recibido cada una el Mayahuel de Plata.

Heredia expuso que en muchos casos los actores y actrices son quienes tienen mayor experiencia y conocen la industria y sus pormenores, por lo que exigió que un director que por fin realiza su ópera prima no sólo debe hacerlo desde la pasión de querer hacer la película a como dé lugar, sino con una gran preparación como una forma de respeto hacia todos los que participan en la misma.

Ramírez recordó su participación en óperas primas como El secreto de Romelia o La mujer de Benjamín, un inicio que fue también para ella determinante en la línea de trabajo que seguiría a lo largo de su carrera.

Medina sostuvo que ha sido un privilegio trabajar en varias ocasiones con directores en su primera película, pero también encomió que las cosas han cambiado de forma sustancial de un cine de hombres hacia un cine femenino, con lo cual se acabaron tiranías como las que vivió con Roberto Galvaldón que era una bestia y la hizo sentir hasta humillada.

Navarro afirmó que lo primero para elegir trabajar como productora de un director o directora en una ópera prima es que el guion y la historia la atrapen, como ocurrió en la película Cabeza de Vaca que visualmente es potentísima y que, aunque no fue la primera obra de Nicolás Echevarría, le permitió conocer a otro novel cineasta que entonces se dedicaba a hacer el diseño de maquillaje: Guillermo del Toro.

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