A mediados de 2023, a los segueros (los fans incondicionales de SEGA) casi nos da un ataque cuando la corporación japonesa anunció el desarrollo de una nueva recreativa llamada Solar System. Al final, el sistema no era más que un entretenimiento que mezclaba conceptos como el pachinko y los medal games, terrenos en los que SEGA cuenta con una contrastada veteranía. Pero, por un momento, a muchos nos dio un vuelco el corazón. Porque hay pocas cosas que pongan más nervioso a un seguero que la mención del sistema solar.
Basta con buscar “sistema solar SEGA” en Google (por lo menos antes de la presentación de la susodicha máquina) para entender por qué. Las menciones son constantes, los artículos legión, los vídeos en YouTube se repiten hasta la saciedad e incluso Aurélien Thévenot, un divulgador francés, le dedicó un libro al tema: Le Système solaire de SEGA: Vers la Saturn et au-delà.
Pero, ¿qué es exactamente el sistema solar de SEGA? Pues nada menos que algo vital, casi imprescindible, sin lo cual la historia de la compañía ni siquiera puede entenderse. Una etapa clave en la evolución del videojuego, y también una etapa fundamental en la vida de muchos jugadores. Entre los que, por supuesto, me incluyo.


¡Móntatelo en colores!
La historia arranca en 1989, cuando Hiroshi Yagi, uno de los principales especialistas en electrónica dentro de SEGA (en nómina de la empresa desde 1975) fue puesto al mando de un proyecto trascendental: desarrollar la primera videoconsola portátil de la compañía. Trascendental no solo porque el mercado portátil ya había demostrado su potencial, sino porque suponía una nueva batalla en la eterna guerra entre SEGA y Nintendo. Game Boy acababa de ser presentada aquel mismo año y se convirtió en un éxito inmediato, así que SEGA no podía quedarse de brazos cruzados viendo cómo su archienemiga campaba a sus anchas.
por encima de todo, Game Gear se presentaba, en palabras del propio Yagi, como una “pantalla personal”
Yagi delimitó desde el primer momento un proyecto rompedor, que cuestionara (o incluso ridiculizara) todas y cada una de las decisiones tomadas en el diseño de Game Boy. Si esta era vertical, la consola de SEGA sería horizontal. Si la de Nintendo era monocroma, la suya tendría pantalla a todo color. Pero por encima de todo, Game Gear se presentaba, en palabras del propio Yagi, como una “pantalla personal“. Como un dispositivo que permitiera a cualquiera (adultos incluidos) disponer de su propio televisor de bolsillo, en una época en la que, en Japón, los televisores portátiles estaban precisamente en auge.
La historia de Game Gear es fascinante por derecho propio, pero lo que nos interesa en este contexto es el nombre con el que los ingenieros de SEGA bautizaron internamente al proyecto: Project Mercury. A partir de ese momento, SEGA comenzó a utilizar los nombres de los planetas del sistema solar para identificar sus desarrollos internos de hardware. De entre todos ellos, el más famoso, sin lugar a dudas, es el Project Saturn, que acabó tomando el nombre de su proyecto original.


La influencia de IBM
¿Por qué SEGA optó por los planetas del sistema solar? Y, más importante todavía, ¿por qué en inglés? Probablemente porque, a pesar de haberse convertido ya por entonces en una corporación japonesa de pleno derecho, la cultura empresarial de SEGA seguía teniendo un poso muy yanqui. No hay que olvidar que sus orígenes están en Honolulu y que, durante muchos años, fue una empresa pensada por y para el público estadounidense. Pero hay otra posible influencia aún más significativa.
SEGA llegó a un acuerdo con IBM para lanzar un híbrido entre PC y Mega Drive al que bautizaron como Tera Drive
Paralelamente al arranque del proyecto Game Gear, SEGA entabló negociaciones con el gigante informático IBM, muy presente en Japón desde los tiempos de la posguerra. Y es que en su presentación a la prensa, SEGA había prometido que Mega Drive, pese a ser en apariencia una consola de videojuegos, podría transformarse en un ordenador completo gracias a una serie de periféricos. Muchos de estos nunca vieron la luz (como una disquetera o una tableta gráfica) porque el público, en general, seguía recelando de mezclar consolas con ordenadores. Pero SEGA se negaba a renunciar al mercado de la informática, un territorio en el que llevaba años intentando adentrarse. Por eso, llegó a un acuerdo con IBM para lanzar un híbrido entre PC y Mega Drive al que bautizaron como Tera Drive.
El nombre, una referencia a Terra (en japonés no existe la doble erre), la denominación latina de nuestro planeta, era a su vez un guiño a IBM, que había bautizado internamente el proyecto como Spica, la estrella más brillante de la constelación de Virgo. Según un empleado de SEGA entrevistado por la revista Beep21, “como eso sonaba genial (…) les gustó el concepto de Tierra (Terra) como algo con fuerza, así que eligieron Tera como nombre del proyecto”. A partir de ese momento, y comenzando con Game Gear, todos los nuevos proyectos de hardware de SEGA recibieron nombres en clave inspirados en planetas del sistema solar.


Recorriendo todos los planetas
Tera Drive fue un fracaso estrepitoso que ni siquiera llegó a salir de Japón, demostrando, por enésima vez (aunque pocos quisieran aceptarlo entonces), que mezclar videoconsolas y ordenadores rara vez daba buenos resultados. En cambio, el éxito de Game Gear, que, pese a quedar a la sombra de Game Boy, logró vender más de diez millones de unidades, impulsó la decisión de seguir bautizando los proyectos internos con nombres de planetas del sistema solar.
El Project Venus, por ejemplo, fue el nombre interno con el que se conoció a SEGA Nomad, la versión portátil de Mega Drive que solo llegó a comercializarse en Estados Unidos. De hecho, Hiroyuki Miyazaki, uno de los altos cargos de SEGA, mostró durante las celebraciones por el 60º aniversario de la empresa el prototipo original del dispositivo, en cuya carcasa destacaba claramente la inscripción Venus. Su diseño difería bastante del modelo que terminó llegando a las tiendas occidentales, el cual fue rediseñado por un equipo de diseñadores estadounidenses entre los que se encontraba Tim Mautz, encargado de adaptarlo al gusto del público norteamericano.
A su vez, Project Mars fue el nombre con el que se conoció dentro de SEGA al 32X, el periférico para Mega Drive que vio la luz a mediados de los noventa con el objetivo de convertir el sistema en una consola de 32 bits. Se han dicho muchas cosas (y no pocas falsedades) sobre este dispositivo, seguramente alimentadas por el enorme fiasco comercial que supuso para la corporación. Pero lo cierto es que, en su momento, ingenieros tanto japoneses como estadounidenses trabajaron muy duro para hacerlo realidad, en una apuesta ambiciosa de SEGA por transformar el status quo de la industria del videojuego… una apuesta que, a la larga, acabó saliendo muy cara.


Los grandes cuerpos celestiales
Del Project Saturn apenas hace falta hablar. Todos los veteranos recuerdan el malogrado intento de SEGA de competir contra PlayStation a mediados de los noventa, pese a que en Japón pudo considerarse un relativo éxito. Según Hideki Sato, líder de desarrollo en SEGA, usaron ese nombre durante tanto tiempo que, al final, fueron incapaces de encontrar uno mejor. Por cierto, la adaptación del hardware de SEGA Saturn a recreativas fue bautizada como Titan, en referencia a una de las lunas de este planeta.
Menos conocido, sin embargo, es el Project Jupiter. Tan desconocido, que todavía hoy los historiadores no se ponen de acuerdo sobre qué fue exactamente. En lo que sí coinciden es en que se trató de un prototipo de consola contemporánea a Saturn, que habría funcionado con cartuchos en lugar de CD-ROM. En una época en la que los elevados precios de los lectores ópticos asustaban a todos (como puede atestiguar bien Nintendo) esta hipótesis tiene mucha más lógica de la que podría parecer a simple vista.
¿Y qué pasa con Dreamcast? Para cuando arrancó formalmente el proyecto, entre 1996 y 1997, ya se habían terminado los planetas del sistema solar
Project Uranus, hasta donde sabemos, nunca existió, probablemente por sus connotaciones en inglés. O también en japonés, ya que uranu puede traducirse como “no se vende”. Los que sí existieron (aunque todavía hoy siguen envueltos en un halo de misterio) fueron Project Neptune y Project Pluto. El primero llegó a verse en la prensa, e incluso fue expuesto en alguna feria, aunque nunca se dieron detalles concretos más allá de que iba a ser un híbrido entre Mega Drive y 32X. El descalabro de este periférico fue, seguramente, lo que acabó por cancelar el proyecto. Pluto por su parte es, aparentemente, una Saturn con módem integrado, lo que tiene todo el sentido conociendo la obsesión de los ejecutivos de SEGA por Internet a finales del siglo pasado. El sistema es una leyenda, ni que sea porque solo se conocen dos prototipos, de los cuales uno fue vendido por nada más que tres dólares en un mercadillo de California.
¿Y qué pasa con Dreamcast? Para cuando arrancó formalmente el proyecto, entre 1996 y 1997, ya se habían terminado los planetas del sistema solar. Así que, quizá en parte por esto (aunque más probablemente por la cantidad de equipos involucrados en su desarrollo) el sistema de SEGA acabó teniendo multitud de nombres en clave, como si sus propios creadores no se pusieran de acuerdo. Aunque el más conocido es Katana, en un momento u otro al proyecto se le llamó también Black Belt, White Belt, Guppy o Dural.


Próximo objetivo: la galaxia
La caída en desgracia de SEGA a principios de este siglo, que, entre otras cosas, la obligó a convertirse en third party, hizo que no hiciera falta preocuparse por la ausencia de más planetas. La compañía no volvería a diseñar una nueva consola. Siempre y cuando, claro, obviemos Mega Drive Mini, cuyo desarrollo fue referenciado internamente como Project Moon, en una clara alusión a que, aunque forma parte del sistema solar, no puede considerarse un planeta de pleno derecho.
Sin embargo, en otros departamentos, SEGA siguió empleando nombres de cuerpos celestiales. Cuando el estudio se sometió a una profunda reestructuración de equipos a mediados de los noventa, preparándose para el desarrollo de juegos tridimensionales para Saturn, cada uno de sus proyectos fue bautizado con nombres de constelaciones. Así, Clockwork Knight fue conocido como el proyecto Apus, Shinobi X como el proyecto Auriga y Gale Racer como el proyecto Acuario. Aunque el más famoso de todos fue el Proyecto Andrómeda, que acabaría coronándose como uno de los títulos más memorables del catálogo de la consola: la primera entrega de Panzer Dragoon.
* Algún precio puede haber cambiado desde la última revisión
Una lectura: MEMENTO SEGA
¿Está feo que el autor de estas líneas recomiende su propio libro? Tal vez. Pero, con toda la modestia posible, dudo que encontréis otro título sobre la historia de SEGA tan completo como este. En él no solo se repasa a fondo el famoso sistema solar de SEGA, sino también todas las peripecias de la corporación japonesa, tanto en el desarrollo de videojuegos como en otras muchas áreas menos conocidas.
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