Nunca imaginó la autocomplacida tecnología los daños causados a los viejos del planeta, no sólo al hacerlos sobrevivir 20 años o más marginados de la sociedad –ni se les emplea ni se les hace caso– sino al someterlos a una lucha muy desigual con el aparatismo que se adueñó de las personas. El suplicio va de letras minúsculas ilegibles y el desconocimiento de los aparatos a la tramitología en línea, pasando por un incorrecto manejo y los datos confidenciales en riesgo.
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