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La Jornada: El futbol mexicano le debe mucho a los migrantes en EU: Miguel España


Juan Manuel Vázquez

 

Periódico La Jornada
Martes 17 de junio de 2025, p. a10

A pesar de las amenazas de arrestos y las alertas de que tuvieran cautela, miles de migrantes sin documentos acudieron al primer partido de la selección mexicana en la Copa Oro. Muchos de ellos reconocían que sentían miedo –el riesgo era muy alto–, pero aun así estuvieron presentes el sábado pasado en el estadio SoFi, en Inglewood, California, muy cerca de Los Ángeles, uno de los escenarios donde la tensión alcanzó registros peligrosos por la persecución del gobierno de Donald Trump.

Aun así la afición mexicana ahí estaba, enfatiza Miguel España, quien fue seleccionado nacional en el Mundial de México 1986 y también se desempeñó de entrenador de los Pumas de la UNAM que jugaron la final de la Copa Sudamericana ante Boca Juniors en 2005.

Había recomendaciones de que los aficionados mexicanos sin papeles no fueran a los estadios por el peligro latente de ser arrestados, pero aun así decidieron correr el riesgo. Es una población que está con la selección en las buenas y en las malas; son capaces de cruzar todo Estados Unidos y pagar boletos muy caros con tal de ver un partido de futbol, porque es algo más que eso para ellos: hay algo que llevan adentro y que lo sienten muy profundo, agrega España.

Desde hace décadas el futbol mexicano encontró un mercado muy lucrativo en la población migrante, o descendiente de ésta, en Estados Unidos. En 2002, la Federación Mexicana de Futbol se asoció con la empresa Soccer United Marketing para promover al Tricolor en aquel país, lo cual ha generado ganancias millonarias por los frecuentes partidos amistosos –y también crítica por el usual bajo nivel de éstos– y que ha servido también para el desarrollo de este deporte en aquel país.

Miguel España recuerda su experiencia previa al Mundial de 1986, durante el cual –relata– empezó a consolidarse esta relación entre la comunidad migrante y la selección nacional como un referente que les permitía reconocerse. El Tricolor no sólo fue entonces el equipo de futbol de su país, sino también un símbolo identitario, un acontecimiento que les conectaba con la sociedad y la cultura que habían dejado del otro lado de la frontera.

En ese momento se empezó a abrir ese mercado y se fue haciendo cada vez más grande y lucrativo, plantea España; también eso contribuyó al crecimiento del futbol de Estados Unidos, porque vieron allá que era un segmento que no se había explotado aún.

La base del éxito comercial

Por eso mismo, a España le resulta incomprensible que no haya una declaración más solidaria con ese pueblo expatriado que ha contribuido para que el futbol mexicano alcance la fortaleza económica que tiene en la actualidad. Y todavía más: es desalentador que no se les reconozca a esos migrantes que se exponen por estar con una selección que no siempre les ha dado los mejores resultados, y que hoy representan la base del éxito comercial y a quienes sólo se les ve como clientes cautivos.

Hay que ver cómo nuestros paisanos estaban ahí el sábado, leales, aunque se han ausentado por momentos por los resultados de nuestra selección, pero regresaron a la cancha para estar con su equipo, incluso en estos momentos y con las advertencias del peligro de que podían ser arrestados, recalca.

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▲ El ex mediocampista dijo que a pesar del riesgo de ser arrestados, los mexicanos acudieron al estadio a apoyar al Tricolor.Foto Roberto García Ortiz

Habría que hacer sentir más cobijados a los aficionados de allá por todo lo que aportan a este deporte; a pesar de los compromisos que tienen (la gente del futbol), deberían buscar cómo apoyar a nuestros paisanos, aunque ellos por sí mismos han demostrado su fortaleza y eso merece todo mi respeto.

Sobre el silencio de los dirigentes del futbol ante los temas que aquejan a la sociedad, no tiene dudas, lo que subyace es ante todo cuidar los intereses, el negocio y nada más.

España, sin embargo, hace una pausa antes de opinar sobre el usual desinterés de los futbolistas mexicanos sobre los temas que laceran a este país. No parece querer justificarlos, sino más bien trata de entenderlos y evoca su propia experiencia: los jugadores no son voceros de ninguna causa, es verdad, pero concede que como figuras públicas tienen demasiada influencia con la gente que los encumbra.

Y en esto coincide con el ex entrenador argentino Ángel Cappa –un caso ejemplar de hombre del futbol con ideas políticas muy claras–, en el sentido de que los jugadores casi siempre son jóvenes de clase trabajadora desarraigados de su origen, que viven aislados y evitan opinar sobre temas que atañen a su sociedad, porque consideran que así no se comprometen y al hablar sobre esto terminan por reproducir las ideas dominantes.

Nos olvidamos de nuestro alrededor

Los futbolistas en nuestros años activos nos concentramos mucho en lo que hacemos y nos olvidamos de lo que sucede a nuestro alrededor. Muchos creen que al evitar tomar una postura se cuidan y no se meten en broncas, aunque al final eso también significa tomar una postura, precisa el ex mediocampista puma.

No obstante, siempre hay excepciones, como Carlos Vela, quien manifestó en sus redes sociales el apoyo a la comunidad migrante de California. El jugador que renunció a las convocatorias con el Tri como una expresión de rechazo a la manera en que se conducen los dirigentes del futbol de nuestro país, siempre fue una rareza para los estándares de esta industria.

Los futbolistas que manifiestan su apoyo me parecen valientes y solidarios, dice España; por eso se sorprendió de la manera en la que el actual técnico del Tri, Javier Vasco Aguirre, eludió hablar sobre el tema de los migrantes. No lo juzga, pero admite que no lo entiende porque son compañeros y amigos desde sus años de seleccionados, pero sobre todo porque comparten biografías que los aproximan.

Ambos venimos de familias de refugiados de la guerra civil española, acota el ex mediocampista.

Miguel España está convencido de que la biografía familiar le dejó una huella profunda que lo sitúa de manera ineludible ante la realidad social y política. Es hijo de un exiliado español cuya familia sufrió la persecución –y fusilamiento de algunos integrantes– por parte de la dictadura de Francisco Franco; su padre pasó por un campo de concentración en Francia cuando era menor de edad y padeció ese peregrinaje de tantos exiliados hasta encontrar refugio en México. Todo eso lo ha marcado y no le permite estar distante y sin una postura ante lo que sucede en su sociedad. Eso, también, le hace sentir algo muy profundo por sus paisanos que hoy son perseguidos en un país que se resiste a reconocerlos.



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