Stephen Hawking, el renombrado físico teórico, astrofísico, cosmólogo y divulgador científico británico, dejó un legado imborrable en la comprensión del universo, especialmente en el campo de los agujeros negros. Tras su fallecimiento en 2018, sus restos descansan en la Abadía de Westminster, un lugar de honor junto a las tumbas de Isaac Newton y Charles Darwin. Su lápida, de piedra Caithness gris oscuro, marca su lugar de descanso terrestre con la inscripción “Aquí yace lo que era mortal de Stephen Hawking (1942-2018)”.
Vale destacar que en su lápida está inmortalizada una de sus ideas más revolucionarias a través de espirales y diez caracteres de la ecuación que definen la radiación de Hawking. Es una fórmula que él mismo designó en vida para que fuera grabada en su epitafio. Se trata de un concepto que desafió la concepción tradicional de estos enigmáticos objetos cósmicos.

La ecuación grabada en piedra
La Abadía de Westminster asegura que la fórmula grabada en la lápida de este famoso fìsico, T = h?³ /8pGMkB, aunque aparentemente compleja, resume una de sus contribuciones más significativas a la física teórica: la idea de que los agujeros negros no son completamente oscuros, sino que emiten un tenue resplandor conocido como radiación de Hawking. Este concepto revolucionario, que surgió de la aplicación de la mecánica cuántica a la teoría de la relatividad general, desafió la noción clásica de que nada, ni siquiera la luz, puede escapar de la atracción gravitatoria de un agujero negro. La ecuación representa la temperatura de este resplandor, demostrando una conexión profunda entre la gravedad, la termodinámica y el mundo cuántico, uniendo campos de la física que antes se consideraban separados.
En una de sus conferencias en 2016, Stephen Hawking recordó el momento crucial en el que formuló su teoría sobre la radiación de los agujeros negros. Para su sorpresa, descubrió que éste parecía emitir partículas a un ritmo constante. Este hallazgo inicial contradecía la máxima aceptada en ese momento de que un agujero negro no podía emitir nada. Según recopiló la BBC, el físico se esforzó en tratar de refutar este efecto que inicialmente le resultaba desconcertante. Esta anécdota subraya la naturaleza disruptiva de su descubrimiento y la honestidad intelectual con la que abordó las implicaciones de su propia investigación, incluso cuando desafiaban las creencias establecidas en la comunidad científica.

Fuente: Pinterest
Stephen Hawking explicó la naturaleza de la radiación que lleva su nombre: “Los efectos cuánticos hacen que los agujeros negros brillen como cuerpos calientes con una temperatura que es más baja cuanto más grande sea el agujero negro. Este resultado fue completamente inesperado y muestra que existe una profunda relación entre la gravedad y termodinámica”. Esta explicación concisa revela la profundidad de su comprensión, demostrando que los agujeros negros no son pozos infinitos que destruyen todo a su paso, como se creía anteriormente, y que su frontera, el horizonte de sucesos, tampoco estaría definido de manera absoluta. La radiación de Hawking se convirtió en un pilar de la física teórica moderna, a pesar que nunca recibió el Premio Nobel por esta idea debido a la dificultad para demostrarla experimentalmente.
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