La historia de la ciencia está llena de errores bastante afortunados que transformaron la forma de vida. Con el paso de los años, se han ido repitiendo historias de científicos que buscaban algo completamente diferente cuando, por casualidad, dieron con descubrimientos que cambiarían el mundo. Son historias que dejan un concepto muy claro: la ciencia no solo es el resultado de experimentos planificados, sino también de la observación y la capacidad para reconocer el valor de lo inesperado.
El 10 de abril se celebra el Día Mundial de la Ciencia y la Tecnología, una fecha ideal para recordar que el progreso científico no siempre sigue un camino recto. Al final, no hay que olvidar que muchas de las innovaciones que hoy damos por sentadas nacieron de equivocaciones que, en su momento, parecían absolutos fracasos.
PENICILINA, EL HONGO SALVADOR
En el año 1928, Alexander Fleming dejó accidentalmente una placa de bacterias sin tapar en su laboratorio. Al regresar, notó que un moho llamado Penicillium notatum había matado a las bacterias de su alrededor. Sin haberlo siquiera planeado, había descubierto el primer antibiótico de la historia, la penicilina, que salvaría millones de vidas en las décadas siguientes. Este pequeño olvido marcó el inicio de la era de los antibióticos, revolucionando la medicina y transformando por completo la manera en la que combatimos las enfermedades.
EL MICROONDAS, UN HALLAZGO MUY DULCE
En 1945, el ingeniero Percy Spencer estaba trabajando con radares cuando notó que una barra de chocolate en su bolsillo se había derretido. Intrigado, probó con otros alimentos y confirmó que las microondas generadas por los magnetones podían calentar la comida. De esta forma, por pura casualidad, nació el horno microondas, el cual a día de hoy está presente en la mayoría de los hogares. Lo que comenzó como un pequeño accidente, terminó por convertirse en una revolución en lo que respecta a la forma de cocinar y calentar los alimentos de manera rápida y eficiente.


Retrato de Percy Spencer, inventor del microondas
EL TEFLÓN, UN RECUBRIMIENTO INESPERADO
Roy Plunkett, un químico de la compañía DuPont, estaba experimentando con gases refrigerantes en el año 1938 cuando descubrió que uno de ellos se había convertido en un material muy resbaladizo y con alta resistencia al calor. Este material, conocido como teflón, se usa hoy en día en sartenes, en ropa y hasta en la NASA, donde es una parte fundamental de los viajes espaciales. Así, su descubrimiento accidental permitió el desarrollo de materiales antiadherentes que han cambiado industrias tan diversas como la alimentaria, la textil o la aeroespacial.
LA SACARINA, EL DULCE DE LA CASUALIDAD
En 1879, el químico Constantin Fahlerg hizo un descubrimiento algo “sucio”. Simplemente, se olvidó de lavarse las manos después de trabajar en su laboratorio y, al comer posteriormente, notó que su pan tenía un sabor extrañamente dulce. Investigando, descubrió que la sustancia responsable era la sacarina, un compuesto con el que él trabajaba y que pronto se convirtió en el primer edulcorante artificial del mundo, endulzando millones de productos en todo el mundo. Es curioso: lo que un día empezó como un pequeño descuido, terminó siendo el comienzo de una industria multimillonaria de edulcorantes artificiales.
EL VIDRIO DE SEGURIDAD, UN ERROR AFORTUNADO
En el año 1903, el químico Édouard Bénédictus tuvo un accidente en laboratorio: un frasco de vidrio se resbaló entre sus manos y cayó al suelo. No obstante, para su sorpresa, el bote no se rompió, sino que permaneció intacto incluso después del impacto. Resulta que Édouard había estado recubriendo con nitrato de celulosa todos sus frascos, un plástico que, al impactar con el suelo, consiguió mantener bien unidos los frascos. Este descubrimiento llevó a la creación del vidrio de seguridad, utilizado hoy en día en parabrisas y ventanas resistentes a impactos. Gracias a ese descuido, hoy en día los vidrios de coches y edificios garantizan un entorno mucho más seguro.


El vidrio de seguridad es un tipo de vidrio que, en caso de rotura, evita la fragmentación y la caída del vidrio.
LA RADIACIÓN DE FONDO, EL ECO DEL BIG BANG
En 1964, los físicos Arno Penzias y Robert Wilson notaron un ruido persistente en su antena de radio. No importaba cuanto la ajustaran o la precisión con la que moviesen el dial: el molesto ruido no cesaba. Aunque para ellos, en un primer momento, se trató de una molestia que no les permitía trabajar en condiciones, ese problema terminó convirtiéndose en un gran descubrimiento: resultó ser la radiación de fondo de microondas, el remanente del Big Bang que confirmó la teoría del origen del universo. Lo que parecía un incordio, al final proporcionó una prueba clave para la cosmología moderna, ayudando a entender la evolución del Cosmos.
EL VELCRO, UNA INSPIRACIÓN EN LA NATURALEZA
En 1941, el ingeniero suizo George de Mestral se fijó en cómo las semillas de bardana se pegaban a su ropa y el pelo de su pelo. Y no por una buena razón: estaba incordiado por volver lleno de ellas cada vez que salía a pasear. No osbtante, una idea nacida de la molestia le cruzó la mente: las analizó con un microscopio y descubrió que sus diminutos ganchos se adherían a las fibras textiles, lo que lo llevó a inventar el velcro, un cierre práctico usado en ropa, zapatos y múltiples aspectos de nuestra vida. Este descubrimiento terminó por revolucionar la forma en la que se cierra y se sujetan los objetos de manera sencilla y efectiva.
EL MARCAPASOS, EL LATIDO ACCIDENTAL
En la década de 1950, Wilson Greatbach trabajaba en un dispositivo que le permitiese grabar sonidos del corazón. De pronto, sin darse apenas cuenta, insertó por error una resistencia incorrecta en su aparato. Sin embargo, el circuito resultante comenzó a emitir impulsos eléctricos rítmicos, lo que lo llevó a desarrollar el marcapasos, un dispositivo que hoy regula los corazones de millones de personas. Este simple accidente mejoró la calidad de vida y prolongó la esperanza de vida de incontables pacientes.


Wilson Greatbach posando con un marcapasos.
EL LSD, UN VIAJE INESPERADO
El 1943, el químico suízo Albert Hofmann sintetizó accidentalmente LSD-25 y absorbió una pequeña cantidad de la sustancia a través de la piel. Al cabo de poco tiempo, el científico comenzó a experimentar intensos efectos psicodélicos, descubriendo que ese compuesto presentaba propiedades alucinógenas y secundarias. Aunque algo controversial, el LSD ha sido objeto de estudio por sus posibles aplicaciones en psiquiatría y trastornos relacionados con la mente. Este descubrimiento que le costó un susto a Hofmann marcó el inicio de nuevas investigaciones sobre la conciencia y el tratamiento de los trastornos mentales.
LOS RAYOS X, LA VISIÓN OCULTA
En 1895, Wilhelm Röngten estaba experimentando con tubos de rayos catódicos cuando notó que una pantalla cercana brillaba a pesar de estar cubierta. Extrañado se acercó y analizó qué era lo que estaba ocurriendo, descubriendo los rayos X y abriendo las puertas a la primera herramienta que permitió ver el interior del cuerpo humano sin cirugía. Su descuido serendípico no solo transformó la medicina, sino que se convirtió en una herramienta esencial en otras muchas disciplinas como la seguridad o la arqueología.
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