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Aquí estuvo la isla de los perros en CDMX, el lugar que se salvó de la gran inundación de 1629


Si caminas por la calle de Madero, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en el cruce con la calle Motolinía te encontrarás con un león. Al menos, con su cabeza. Se trata de un mascarón de piedra labrada con la forma de la cara y la melena de de un león, empotrada en el edificio a unos 2 metros desde el suelo. Esa fue la altura que alcanzó el agua en una de las inundaciones más graves que sufrió la Ciudad de México; tan devastadora, que solo un pedazo de tierra se mantuvo seco, la isla de los perros.

Cuentan las crónicas de la época que a mediados de septiembre de 1629, una terrible lluvia se dejó caer sin parar sobre la Ciudad de México. Por aquellos años, la ciudad se concentraba en el espacio que alguna vez ocupó el islote de Tenochtitlan, Tlatelolco y algunas extensiones de tierra ganadas al lago hacia el poniente. En un mapa de 1628 es posible apreciar cómo más allá de esos límites se extendían los lagos de Texcoco, Chalco y Xochimilco, rodeados de cerros.





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