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Buchenwald, Gaza y el fin del universalismo


1.S

i bien en las primeras décadas después de la Segunda Guerra Mundial en un contexto de la Europa reconstruyéndose tanto en el plano material como intelectual, después de la destrucción que trajo el fascismo/nazismo –siendo la oposición a la Ilustración y a todo el legado humanista-racionalista uno de sus orígenes ideológicos (Zeev Sternhell)–, la memoria del Holocausto ha sido uno de los principales motores del universalismo utilizado para luchar contra todas las formas de exclusión y opresión –con el lema Nunca más desde la política oficialista inspirada aún por el antifascismo (n9.cl/qns8zy) y en los escritos de autores como Jean Améry, Primo Levi, Günther Anders o Theodor W. Adorno aplicado a todos, no sólo a los judíos–, desde los años 70, este paradigma conmemorativo empezó a colapsarse.

2. Una vez, como bien apunta Enzo Traverso, la memoria del Holocausto fue convertida en una religión civil del Occidente” −y con Israel de manera paralela acaparándola agresivamente para justificar la ocupacion de los territorios palestinos post 1967, sostener su virulento proyecto nacionalista y expansionista (Idith Zertal) y su colonialismo de asentamientos (Rashid Khalidi)–, su vínculo orgánico con el universalismo, el anticolonialismo, el antimperialismo y el antirracismo quedó completamente roto, una transformación que, a la luz del genocidio en Gaza en curso (n9.cl/hzgdf), acabó teniendo consecuencias aterradoras (n9.cl/umr8j).

3. Esta instrumentalización cobró formas de una verdadera industria del Holocausto (Norman Finkelstein), centrándose, acorde a la oficialización y la petrificación de su memoria, sobre todo en los aniversarios aprovechados ya desde hace tiempo para justificar la anexión de facto de Cisjordania (n9.cl/4p1vy), y hoy la destrucción de Gaza y la aniquilación de la sociedad palestina allí (n9.cl/nk6ri). La controversia en torno al reciente 80 aniversario de la liberación del campo de concentración en Buchenwald el 1º de abril, ha sido muy ilustrativa para esta transformación y para la suerte del universalismo hoy en día.

4. Aunque el filósofo israelí-alemán Omri Boehm (1979), nieto de sobrevivientes y profesor de la New School de Nueva York, uno de los principales proponentes del universalismo desde la filosofía y de un Estado binacional para los israelíes y los palestinos en el espíritu de Martin Buber y Judah Magnes (véase: Haifa Republic, 2021), iba a dar un discurso en Buchenwald, su presencia, por presiones de la embajada israelí, ha sido cancelada, con su texto apareciendo sólo en la prensa internacional (n9.cl/337pc).

5. Resulta que su postura kantiana, que reclama desde la Ilustración que la dignidad humana se anteponga a cualquier otra premisa política, por encima de realismos geopolíticos o intereses nacionales (n9.cl/l5lrec), en tiempos de la radical acapararían del Holocausto por la narrativa particularista y singularista de Israel, no sólo amonta, supuestamente, a su relativización (sic), sino que en tiempos del genocidio, como bien apuntaba Michael Rothberg, es simplemente insoportable (n9.cl/u45nh).

6. El Nunca más –que sólo es válido en su forma universal–, hoy en día claramente se aplica solamente a Israel y a los israelíes. Y el discurso de la Shoá, separado radicalmente de sus valores universales y puesto al servicio de las políticas racistas (apartheid) y coloniales israelíes –y ahora incluso a fin de justificar el genocidio (sic)–, dicta que si bien las víctimas judías del nazismo deben ser conmemoradas, las vidas palestinas pueden ser borradas (n9.cl/0nwypz).

7. El hecho de que fuera Buchenwald el centro de esta controversia −el campo erigido a escasa distancia de Weimar, la ciudad natal de los poetas y dramaturgos como Goethe y Schiller y en cuya puerta los nazis en vez de Arbeit macht Frei (El trabajo hace libre) colocaron el lema Jedem Das Seine (A cada uno lo que le corresponde), la adopción de la máxima del derecho romano suum cuique y también título de una de las cantatas de J. S. Bach (BWV 163), algo que desde el principio generó preguntas como la barbarie así era posible en un centro de la cultura universal–, parece igualmente sintomático.

8. Después de 1989 y la caída del muro de Berlín, fue este campo –uno de los primeros construidos por el Tercer Reich en 1937 cuya mayoría de prisioneros eran comunistas (Ernst Thälmann et al.), socialdemócratas, otros deportados de los países ocupados y soldados soviéticos y que no fungía como el centro principal de la solución final (Endlösung)−, que protagonizó una de las más intensas rescrituras de la historia acorde a los intereses de la Alemania unificada y en consonancia con la nueva memorialización antiuniversalista del Holocausto centrada en los particularismos, sobre todo en la exclusividad del sufrimiento judío.

9. Así, en oposición a la, centrada en Buchenwald, narrativa histórica de la RDA que fue construida en torno al antifascismo, se impuso una nueva (n9.cl/fgwfkh) que igualaba el comunismo con el nazismo (sic) (Ernst Nolte), y cuya agenda anticomunista hacía una mancuerna con el tribalismo sionista y su etnonacionalismo, el mismo cuyo cepa europea, bien anotaba Sternhell, casi aniquiló a la mayoría del pueblo judío (n9.cl/qg62q7).

10. El genocidio en Gaza (n9.cl/ldxn8) puesto a la luz de la sistemática eliminación del universalismo en las últimas décadas, demuestra lo aterrador de este giro en la medida en que fue, entre otros, el rápido desmantelamiento del legado universalista de la Ilustración en Alemania de los años 30, la deshumanización, el racismo/antisemitismo y el poner a sus futuras víctimas fuera del universo de la obligación que facilitó el Holocausto (n9.cl/5tq37). Pocos quieren acordarse de esto y muchos parecen replicar –incluso orgullosamente–, el sendero.



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