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cambiar a sus viejos a base de retórica etaria


Aunque es difícil que sea el problema que más nos quita el sueño en un panorama como el actual, la sombra del envejecimiento de la población promete tocarnos de lleno tarde o temprano. Allí donde ya lo está haciendo con más fuerza, con países como Corea del Sur a la cabeza, la situación se ha vuelto tan crítica que ya se habla de super envejecimiento de la población. Un sutil cambio en la retórica que, además, no se ha quedado ahí.

Con el 20% de la población habiendo superado los 65 años, y con una tasa de natalidad que está ya en cifras de 0,75 hijos por mujer tras ocho años en decadencia, los cálculos demográficos apuntan que en 2050 más del 40% de la población de Corea del Sur ya será vieja. A no ser, claro, que el debate que han iniciado los surcoreanos respecto a ese término siga en la misma dirección.

Corea del Sur frente al problema del super envejecimiento

El problema que trae consigo el envejecimiento de Corea del Sur es triple. Por un lado está el más evidente, el que plantea hasta qué punto el país puede sostenerse con una población de mayores incapaz de mantener a flote sus necesidades laborales. Sin jóvenes que se conviertan en el reemplazo de aquellos trabajadores que se acerquen a su jubilación, la estabilidad de un país en pleno apogeo económico está en tela de juicio.

Luego está el problema de las pensiones. Si actualmente la Cámara de Comercio e Industria de Corea asegura que el número de ciudadanos mayores está en 10 millones, para 2050 se calcula que esa cifra ascienda hasta los 20 millones: “Excluyendo a los 10 millones de menores, los dos millones restantes tendrán que mantener a los ancianos”. No hay que ser un hacha en matemáticas para entender hasta qué punto se plantea una situación complicada.

Pero el premio gordo del concurso está en realidad detrás de la puerta número tres: Corea del Sur tiene la mayor tasa de pobreza entre ancianos de la OCDE. El número de mayores de 66 años que viven en el umbral de la pobreza era, a fecha de 2018, del 43,4%. Una barbaridad en comparación con países desarrollados como Francia, con un 4,1%, o Alemania, con un 10,2%. Sale perdiendo por goleada incluso en el caso de Japón, que con un problema similar de natalidad tiene unas cifras del 19,6%.

La solución de Corea del Sur frente a este panorama, está en aprovechar la retórica etaria con una solución tan surrealista como efectiva: cambiar a los viejos. Los de 60 años, ya no lo serán. Tendrán que esperar hasta los 74 años para serlo. Es un cambio sutil, claro, tan simple como pasar a llamar adulto a lo que hasta ahora era ya un anciano, pero uno sobre el que ya se manejan cifras. Una solución que, pensada en frío, es menos descabellada de lo que podría parecer.

La solución que la tecnología trae bajo el brazo

Aunque hay hueco para opiniones de todos los gustos, la realidad es la que es. Corea del Sur no puede mantener a toda su población anciana con cada vez menos jóvenes, y la solución de ampliar lo que estos últimos aportan de su sueldo e impuestos para hacer que las cosas sigan como hasta ahora está lejos de ser una opción viable, ya no sólo por una cuestión de justicia con las nuevas generaciones, sino porque como ya hemos visto en las cifras de su umbral de pobreza están al borde del colapso.

La suerte ha querido, sin embargo, que el cada vez más preocupante problema traiga bajo el brazo también una serie de soluciones. Sabemos, por ejemplo, que los avances en medicina que están a punto de explotar gracias a herramientas como la inteligencia artificial enfocada a la ciencia no sólo alargarán aún más nuestra esperanza de vida, sino también las condiciones de bienestar a las que terminaremos llegando cuando lleguemos a esa edad.

Conocemos también qué medidas están impulsando quienes han visto que la tecnología puede resultar útil para alargar la edad laboral, con países como Suecia o Países Bajos agarrándose a la jubilación parcial de sus mayores de forma que puedan seguir trabajando en puestos menos demandantes durante media jornada para, de esa forma, reducir el gasto de pensiones que comporta un envejecimiento que terminará salpicándonos a todos.

Sumemos ahí todo lo que aún no se está haciendo y debería plantearse tarde o temprano. Si hemos conseguido que la IA solucione problemas médicos en 48 horas cuando los científicos se pasaron años estudiándolos, tal vez estemos menospreciando la posibilidad de que sea el machine learning el que aporte otras soluciones en forma de una gestión más eficiente. No tienen por qué ser soluciones escritas en piedra, pero sí alternativas que, tras una análisis estructural de nuestros sistemas, puedan ver más allá de lo que lo están haciendo los economistas actuales.

Puede que, después de todo, el precio del progreso también fuese esto, pero aunque la tecnología nos ayude a vivir más y mejor, cada vez es más seguro que no lo haremos retirados y de vacaciones perpetuas por más merecidas que estas sean. Ahora queda por ver hasta qué punto esa misma tecnología también puede ayudarnos a superar esos últimos años que, tanto en Corea del Sur como en gran parte del globo, tocará seguir al pie del cañón.

Imagen | Tsukiwong en Midjourney

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