El estado de salud de Carlos III ha sido el centro de todas las miradas en los últimos meses, y no precisamente por buenas razones. A medida que su enfermedad avanza, el monarca británico se enfrenta a una realidad bastante complicada. Su cáncer de colon parece no dar tregua, y los médicos no son optimistas: su calidad de vida se ha deteriorado rápidamente, y cada vez más voces apuntan a que podría estar viviendo sus últimos meses. Los expertos no le dan más de un año de vida.
Es obvio que la situación ha cambiado drásticamente para Carlos III. Su vida se ha vuelto una constante de hospitales, visitas médicas y cuidados permanentes. Los mareos y los desmayos se han convertido en una parte constante de su día, lo que hace imposible que siga adelante sin la asistencia médica las 24 horas. Sus apariciones públicas son cada vez más difíciles.
El cáncer de Carlos III tiene repercusiones en su vida más privada
La situación es complicada. Carlos III ya no puede seguir con su vida de antes, y la enfermedad está rompiendo sus rutinas diarias. Lo que antes parecía ser una vida de lujo y comodidades, ahora se ha convertido en una lucha constante por mantener su salud. Las caídas, los mareos y la fatiga extrema son solo algunas de las complicaciones que enfrenta el rey día tras día.
Pero las dificultades a responder a sus compromisos institucionales no son las únicas que está teniendo en su día a día. El estado de Carlos III también está teniendo un impacto importante en su vida personal, incluida la más íntima. Según recoge el portal Don Balón, uno de los cambios más drásticos es que, debido a su estado, Carlos III ya no puede compartir la cama con su esposa, Camilla Parker Bowles. Los motivos responden a la necesidad del monarca, que necesita estar bajo observación médica durante la noche para evitar cualquier emergencia relacionada con su salud.
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