En las profundidades del cosmos, donde el tiempo y el espacio se distorsionan, una colisión galáctica de proporciones épicas ha sido captada por primera vez. Un equipo internacional de astrónomos ha observado una fusión violenta entre dos galaxias, una atravesando a la otra como en una guerra medieval, mientras un cuásar perfora el espacio con energía devastadora. Este enfrentamiento cósmico, bautizado como una “justa galáctica”, podría reescribir lo que sabemos sobre la evolución del universo.
Una justa cósmica a 11.000 millones de años luz

Gracias a las capacidades combinadas del Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO) y del Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), los investigadores captaron una colisión entre dos galaxias ocurrida cuando el universo tenía solo el 18% de su edad actual.
En esta escena, una galaxia atraviesa violentamente a otra, emitiendo una radiación tan intensa que destruye las nubes de gas necesarias para la formación estelar. Como en una batalla entre caballeros medievales, esta “justa cósmica” revela una dinámica de ataque y retroceso: las galaxias colisionan, se separan y se preparan para volver a impactar.
El cuásar —una fuente de energía poderosa alimentada por un agujero negro supermasivo— actúa como un arma letal, arrojando una “lanza de radiación” que desintegra el interior de la galaxia afectada. El fenómeno fue descrito por el coautor del estudio, Pasquier Noterdaeme, como “una pelea desigual en la que uno de los combatientes tiene un arma secreta”.
El cuásar: un arma de destrucción estelar

Los cuásares son los núcleos brillantes de algunas galaxias alimentados por agujeros negros supermasivos. Su radiación es tan intensa que puede romper estructuras internas de gas y polvo, bloqueando la creación de nuevas estrellas.
Según Sergei Balashev, codirector del estudio, este es el primer caso donde se observa directamente el efecto destructivo de un cuásar sobre otra galaxia. Las regiones densas que sobreviven al impacto son demasiado pequeñas para albergar procesos de formación estelar, condenando a la galaxia herida a una evolución diferente, posiblemente más lenta y estéril.

Pero el daño no se limita a la galaxia golpeada. La fusión también canaliza grandes cantidades de gas hacia el agujero negro, alimentando aún más el cuásar. Este ciclo de colisión y retroalimentación refuerza la capacidad destructiva del cuásar, convirtiéndolo en una amenaza creciente para su entorno.
Este espectacular hallazgo, publicado en la revista Nature, no solo documenta una batalla intergaláctica sin precedentes, sino que ofrece nuevas pistas sobre 25 en el universo temprano. Una danza letal entre gigantes cósmicos que apenas comenzamos a comprender.
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