Todas las marcas del mundo menospreciaron a los chinos. Fueron a China, se asociaron con los locales -porque era la única forma de entrar al mayor mercado del mundo- y compartieron tecnología, pero nunca creyeron que iban a estar en posición de desventaja contra ellos, menos tan pronto y con tanta diferencia. Ahora, finalmente, ya empiezan a reaccionar y entender que necesitan tomar algunas acciones para al menos recuperar algo del terreno perdido. ¿Qué hace falta para vencer a los chinos?
El primer paso en cualquier batalla es conocer al adversario. Las fortalezas de los chinos son los autos eléctricos, porque su gobierno impulsó esa tecnología antes y con más fuerza que todos los demás. Vencerlos en ese terreno es extremadamente complicado. Otra gran virtud de ellos es la velocidad de desarrollo de nuevos productos y marcas. Por ejemplo, Zeekr. Esa marca nació en 2021 y dos años después ya había vendido más de 100 mil autos. Esa velocidad se debe al hecho de que es parte de Geely, un conglomerado que incluye marcas como Volvo, Lotus y hasta una importante participación en Mercedes-Benz. La parte difícil, el desarrollo de plataformas y tecnología, ya estaba lista. El trabajo era desarrollar un nuevo diseño, construir una red y la mercadotecnia para difundir sus productos. Ser una marca nueva tiene sus ventajas con relación a las tradicionales, porque el público no tiene ninguna expectativa sobre ella y perdona algunos errores con mayor facilidad que los de una marca establecida.
Otro punto fuerte de los chinos es que, por idiosincrasia y forma de gobierno, no trabajan algunas horas al día como en Europa o Estados Unidos, sino que lo hacen hasta que lo que se necesita hacerse ese día esté hecho. Otra ventaja para ellos: no hay sindicatos. Ese mismo gobierno incentiva fuertemente las empresas y ha salvado a algunas de la quiebra, como Nio, por ejemplo, que estuvo muy cerca de desaparecer en 2020.
Pero si Zeekr ya tenía la fortaleza de Geely por atrás, Xiaomi no. Y de la nada pasó a ser fabricante de deportivos extremadamente deseados en todo el mundo. Hasta el diseño chino, antes copia de lo que se hacía principalmente en Europa, ahora dicta las normas, hasta porque contrató a varios de los principales diseñadores europeos.
Velocidad
El resto del mundo, por fortuna, empieza a reaccionar. El tiempo de desarrollo de un auto en una marca europea, estadounidense, coreana o japonesa, tradicionalmente era de cuatro a cinco años. Pero Nissan ya anunció que quiere bajar este tiempo a 37 meses para nuevos productos y 30 para renovaciones. Aún falta, pero ya es algo. Esa velocidad de los chinos les da a los jóvenes la frescura que buscan, pero el precio a pagar son los errores que naturalmente aparecen en los primeros coches que salen de sus líneas de producción, por cierto, casi totalmente automatizadas. Esos errores van siendo corregidos en la medida en que el público va descubriéndolos y casi todos se pueden arreglar con ajustes de software.
El servicio post venta es probablemente el talón de Aquiles de los chinos, y si bien son pocas las marcas no chinas que ofrecen realmente buen servicio, con Toyota y Honda siendo las mejores, aun así, son más fiables que los chinos. Si se concentran en mejorar esto, ampliarán una de las pocas ventajas que tienen sobre los chinos y disminuirán la diferencia en favor de estos.
BMW dio otro ejemplo reciente de qué hacer, presentando la shooting brake Speed Top, cuyo diseño regresa a las formas tradicionales europeas, sin caer en nostalgias, simplemente mostrando formas agradables, deportivas y elegantes, en lugar de las inmensas parrillas usadas más que nada para impresionar a los chinos que, dígase de paso, ya no se impresionan con esto. Es un paso tímido, en una edición especial limitada a 70 unidades, pero la sensación que ha causado globalmente debe mostrarles que esa es la dirección para seguir, al menos estéticamente hablando.
Porque si China tiene la velocidad de desarrollo y manufactura, los demás tienen la herencia que ellos están lejos de lograr, si es que lo consiguen. Se necesitan híbridos, como ya dijo Honda que va a hacer. Se necesita velocidad, como anunció Nissan que quiere hacer. Se necesita diseño propio, como mostró BMW que puede hacer. Junten a todo esto un buen servicio post venta y olviden sus infinitas juntas corporativas para ponerse a trabajar y los resultados no tardarán en verse. La guerra no está perdida… No todavía.
Deja una respuesta