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Cuando hacer lo correcto no es suficiente. El dilema del héroe a través de Jim Raynor – StarCraft


Jim Raynor se ha convertido en uno de los personajes más icónicos de los juegos de estrategia. Su evolución a lo largo de la saga ha servido para que se consolide como un héroe complejo, atrapado en un conflicto donde sus principios morales chocan constantemente con la dura realidad del universo en el que vive. A diferencia de los protagonistas típicos de los videojuegos, Raynor no es un soldado infalible ni un líder sin problemas. Es, tristemente, un hombre marcado por el fracaso, las pérdidas y la traición. Sus decisiones, aunque siempre dirigidas por el deseo de hacer lo correcto, no siempre le llevan a un desenlace feliz. De hecho, StarCraft nos enseña que, en ocasiones, ser un héroe no es suficiente para cambiar el destino de la galaxia.

Vamos a explorar el dilema moral de Jim Raynor, analizando sus elecciones más difíciles, su lucha contra el Dominio Terran y su relación con Sarah Kerrigan, la mujer a la que intenta salvar a lo largo de toda la saga.

Un sheriff en un universo sin ley

Jim Raynor
Jim Raynor

He de decir que mi cariño por Jim Raynor viene dado por una auténtica chorrada, pero que me apetece contaros. Empecé jugando desde muy pequeñita, motivada por mis tíos y mi padre. Obviamente, Starcraft fue uno de esos primeros juegos que jugué en mi ordenador de culo ancho, bien pixelado pero oye, lo suficientemente fluido. El tema es que, entre la pixelación y el hecho de que tenía como unos 7 años, hija única, llenita de imaginación, yo pensaba que Jim Raynor era una especie de rinoceronte con voz humana. Sí, sí, lo que oís. Os voy a intentar dejar por aquí una fotito para que entendáis mi concepto mental. Os juro que esto, junto con mi interpretación de otros bichitos del juego (implica tortugas que echan fuego, ¿os imagináis quiénes serán?) , dan para otro reportaje. Igual lo hago algún día porque sería, desde luego, para reírse.

Bueno, siguiendo con el tema; Jim Raynor es presentado en StarCraft como un exmarshal de la Confederación Terran, un hombre con un fuerte sentido del deber y una inclinación natural a proteger a los indefensos. Sin embargo, pronto se va a dar cuenta de que el sistema en el que confiaba está hasta arriba de corrupción.

Cuando la Confederación abandona el planeta Mar Sara a merced de los Zerg, Raynor se ve obligado a desertar y unirse a Arcturus Mengsk y su grupo de revolucionarios, los Hijos de Korhal. Al principio, Raynor creerá que está luchando por una causa justa: derrocar un gobierno opresor y construir un futuro mejor. Sin embargo, pronto va a descubrir que Mengsk no es el salvador que aparentaba ser… sino casi todo lo contrario.

En la que será una de las decisiones más impactantes del primer juego, Mengsk utiliza dispositivos “psiónicos” para atraer a los Zerg a Tarsonis, la capital de la Confederación, condenando a toda su población a una muerte segura. Raynor, horrorizado por tremenda traición, rompe lazos con los Hijos de Korhal y se convierte en un forajido —me encanta esta palabra—.

Aquí es donde comienza su verdadero dilema: ¿Cómo se puede luchar por lo correcto cuando todas las opciones parecen estar manchadas por la corrupción y la violencia?

Sarah Kerrigan: el fracaso de un héroe

Kerigan y Raynor
Kerigan y Raynor

Uno de los pilares fundamentales de la historia de Raynor —y de su construcción como personaje— es su relación con Sarah Kerrigan, la talentosa agente fantasma que es traicionada por Mengsk y capturada por los Zerg. Para Raynor, la pérdida de Kerrigan no va a ser solo una tragedia personal, sino la prueba definitiva de que intentar hacer lo correcto no siempre nos lleva a buen puerto.

A lo largo de la saga, Raynor va a dedicar su vida a intentar rescatar a Kerrigan y librarla de su destino como la Reina de Espadas. Sin embargo, sus esfuerzos parecen inútiles: Kerrigan no solo sobrevive a su transformación, sino que se convierte en la líder de los Zerg y en una de las mayores amenazas para la galaxia.

En StarCraft II: Wings of Liberty, Raynor finalmente logra utilizar el artefacto Xel’Naga para restaurar la humanidad de Kerrigan. Pero incluso este pequeño triunfo tiene un coste. El Dominio Terran sigue siendo una dictadura, Mengsk sigue en el poder y la guerra está lejos de terminar. Una vez más, Raynor se enfrenta a la dura realidad de que sus victorias son temporales y nunca completas… sintiendo que nunca, por más que se esfuerce, “ganará”.

El dilema del soldado: rebelde, mercenario y revolucionario

A lo largo de la saga, Raynor pasa de ser un oficial de la ley a un rebelde sin causa, y finalmente a un líder de la Resistencia Terran, un grupo de luchadores que se oponen a Mengsk. Sin embargo, su lucha no es la del típico héroe que avanza con determinación hacia la victoria, sino la de un hombre que constantemente se pregunta si su lucha tiene sentido y ve cómo, a pesar de todo el esfuerzo, no obtiene las recompensas que desea.

Para mi, uno de los mejores ejemplos de su dilema moral ocurre en Wings of Liberty, cuando Raynor tiene que decidir si confía en Kerrigan o no. Durante la campaña se nos muestra a Raynor debatiéndose entre su deber de salvar a la galaxia y su deseo personal de liberar de alguna manera a la mujer a la que amaba —los conflictos con romance de por medio son siempre los mejores—.

Este conflicto interno hace que Raynor sea un personaje mucho más realista que otros protagonistas de videojuegos. No se nos presenta como el típico héroe que siempre sabe qué hacer ni que se guía por un código de honor inquebrantable. Al contrario, Raynor comete errores, duda y se cuestiona a sí mismo en todo momento.

El peso de la traición y la pérdida

A lo largo de la historia de StarCraft, Raynor pierde a muchas personas que le importan. Sus aliados mueren, sus amigos lo traicionan, su amor se evapora y, en varias ocasiones, incluso su propia fe en la causa se tambalea.

Os diría que tal vez el momento más devastador de su historia sea el que ocurre en Heart of the Swarm, cuando Raynor es capturado por el Dominio y dado por muerto. Durante este tiempo, Kerrigan, creyendo que ha perdido a Raynor, decide volver a abrazar su destino como la Reina de Espadas para vengarlo. Cuando finalmente se reencuentran, su relación ha cambiado para siempre: el precio de la venganza ha sido demasiado alto.

Raynor y Kerrigan se besan en Heart of the Swarm
Raynor y Kerrigan se besan en Heart of the Swarm

Este tipo de narrativa refuerza esta idea que venimos desarrollando a lo largo de todo el reportaje: en el universo de StarCraft, hacer lo correcto no siempre conduce al final feliz que los héroes esperan. Raynor lucha por lo que cree, pero su lucha rara vez es recompensada con la paz o la satisfacción que, a priori, está buscando.

Raynor vs. Mengsk: el final de una era

El clímax de la historia de Raynor llega con la caída de Arcturus Mengsk en Heart of the Swarm. Durante años, Raynor ha soñado con este momento, con la idea de que eliminar a Mengsk traería justicia y estabilidad al sector Koprulu. Sin embargo, cuando finalmente lo logra, el vacío de poder que deja Mengsk no significa el fin de la guerra, sino el comienzo de un nuevo conflicto. El pobre Jim no puede estar nunca tranquilo.

Este desenlace refuerza esa idea de que, aunque Raynor ha luchado incansablemente por la justicia, el universo de StarCraft está marcado por ciclos de violencia que parecen inevitables. Su victoria sobre Mengsk no devuelve a los Terran la libertad, ni le devuelve a Kerrigan la humanidad que él deseaba para ella.

Al final de Legacy of the Void, Raynor se aleja del conflicto, habiendo comprendido (y asumido) que su papel en la galaxia ha terminado. La historia, tristemente y al contrario de lo que cabría esperar, no le otorga un final glorioso, sino un retiro silencioso, dejándole la incertidumbre de si su lucha realmente marcó la diferencia.

Jim Raynor
Jim Raynor

Cuando el héroe no puede cambiar el mundo

Jim Raynor encarna un tipo de héroe poco común en los videojuegos: uno que lucha no porque crea que va a ganar, sino porque no puede hacer otra cosa. Su historia nos recuerda que, en la vida real, hacer lo correcto no siempre trae consigo la victoria, y que a veces las mejores intenciones no son suficientes para cambiar el curso de la historia.

En un universo donde la guerra nunca termina y donde los sacrificios rara vez se ven recompensados, Jim Raynor sigue siendo el símbolo de un idealista que nunca dejó de pelear, a pesar de que el destino parecía empeñado en demostrarle que su causa estaba perdida. Y quizás, en esa lucha constante contra la desesperanza, es donde reside su verdadero heroísmo.

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