P
or estos días de 1972 se celebró en la ciudad de Estocolmo, Suecia, la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano. Fue el primer gran encuentro internacional relacionado con el medio ambiente, el cual se colocó en el primer plano de las agendas de los gobiernos y los organismos internacionales. También de los grupos sociales, que desde mucho antes clamaban por no destruir la naturaleza so pretexto de lograr el crecimiento económico. Esa conferencia fue el inicio de un díalogo entre países industrializados y el mundo pobre, subdesarrollado.
Además de adoptar una veintena de principios para la gestión del ambiente, una centena de recomendaciones para las políticas nacionales e internacionales destinadas a establecer legislaciones y políticas sobre dicho tema en cada país, creó el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Su sede: Nairobi, Kenia.
Otro aspecto importante de Estocolmo fue el alud de críticas que los delegados de organizaciones sociales y científicos expresaron sobre la enorme contaminación que generaban los países industrializados y la explotación que realizaban de los recursos naturales en el mundo subdesarrollado; el efecto que todo ello tenía a escala global. Y muy destacadamente, entre las comunidades indígenas, las que más sabiamente conviven y utilizan los recursos naturales de sus territorios.
Otro gran logro de dicha conferencia fue destacar la importancia de la educación como elemento generador de conciencia acerca del cuidado y conservación del ambiente. Se acordó establecer el 5 de junio como Día Internacional de la Educación Ambiental. Sin embargo, en el seminario que sobre dicho tema se celebró en octubre de 1975 en Belgrado, en la entonces Yugoslavia, se proclamó una nueva fecha: el 26 de enero.
Fruto de ese Seminario fue la Carta de Belgrado, documento con alcance internacional redactado por directivos y especialistas del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Incluye las metas, objetivos y directrices básicas relacionadas con la educación ambiental.
Como proclamó Nelson Mandela, la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo. Debe utilizarse para preservar y proteger el ambiente; para hacer un uso racional de los recursos naturales del planeta. No solamente en bien de quienes ahora lo habitamos, sino para que las futuras generaciones puedan disfrutar y vivir en un mundo mejor.
Las instituciones que abordan el tema de la educación ambiental sostienen que se trata de un mecanismo pedagógico que infunde la interacción que existe dentro de los ecosistemas; los procesos y factores físicos, químicos y biológicos. Y cómo estos reaccionan, se relacionan e intervienen entre sí en la naturaleza como un todo
. En fin, formar una cultura donde el ser humano utilice en los procesos productivos técnicas que permitan alcanzar un desarrollo sostenible.
Con esa finalidad se cuenta con la participación de los sistemas institucionales de educación, las organizaciones de la sociedad civil, los medios masivos de comunicación, que con frecuencia alientan en sus mensajes publicitarios el derroche de recursos naturales, el consumismo de productos chatarra y la generación de basura.
En México el mejor ejemplo de educación ambiental lo ofrecen desde hace siglos las comunidades originarias, al efectuar un manejo racional de la naturaleza. Pero a partir de Estocolmo, comenzó a tener importancia en el sistema educativo y en otros campos del quehacer oficial y público. Además, en 2003 se estableció La Academia Nacional de Educación Ambiental (ANEA), con la participación de personas y organzaciones que luchaban contra la contaminación o proyectos que destruían los recursos naturales. Igualmente con especialistas egresados de las instuciones de educación superior y/o curtidos en el ejercicio gubernamental.
Cuatro son los congresos nacionales celebrados por la ANEA: 2016, en Chiapas; 2019, en Cancún; 2022, en Guadalajara, y la semana pasada el último en esa misma ciudad. Participaron más de 400 delegados de distintas regiones del país y el extranjero. También personalidades del quehacer educativo y ambiental. Por la importancia de lo allí discutido y resuelto, vale la pena referirme el lunes próximo.
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