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El chat de tías y tíos


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resas quedan los nueve círculos del Infierno de Dante y sus castigos junto al chat de tías y tíos –del que nadie es ajeno– cuyas voces agoreras plantean escenarios fatalistas que, por más inverosímiles que parezcan, son creídos por un asunto no de razón, sino de repudio.

¿A qué?: auguran el fin de la República, el acabose de la nación, la fuga de los capitales y la devaluación del peso además de, en medio de la separación de la gracia divina, la conversión de México en un infierno al que, sin conocerlo, llaman Venezuela; usted dirá adónde se dirige ese repudio, su destino es bastante claro.

A diferencia de La divina comedia, cuyo autor, Dante Alighieri, sigue siendo llamado –a siete siglos de haber escrito su obra– El Poeta Supremo, el chat de tías y tíos se nutre de mensajes cuyos autores son desconocidos, nadie sabe quién escribió el texto que se renvía infinitas veces a pesar de que la redacción parece provenir de un semianalfabeto. Pero el anonimato no impide que se le otorgue la credibilidad y validez que tendría un tratado suscrito por la ONU, tampoco deja se ser avalado a pesar de las faltas de ortografía y errores sintácticos que sugieren que su elaboración se llevó a cabo en el patio de una secundaria de costosa colegiatura.

Las tías y tíos, al recibirlo, al consultarlo, lo toman como palabra divina debido a dos razones principales. La primera: si llegó al chat se asume que fue escrito por alguno de sus integrantes, es decir, todos familia. La segunda: el mensaje contiene falsedades cuyos destinatarios desean que sean verdades porque convienen a lo que creen que son sus intereses. Prefieren dar por buena una mentira que les conforta a una verdad que les incomoda.

Como los paganos virtuosos del primer círculo del Infierno de Dante, los miembros del chat están condenados a vivir en una eternidad de anhelo, y creen compartir su limbo con antiguos personajes que consideran ilustres aunque hayan sido juzgados por la historia; en este caso Hernán Cortés, Maximiliano de Habsburgo, Juan Nepomuceno Almonte, Victoriano Huerta, o Felipe Calderón y Genaro García Luna. Acuden en el chat a las reflexiones o acciones de éstos, y otros impresentables, para intentar dar mayor importancia a la fe que a la razón. Justifican su presencia para dar reconocimiento al limbo con lo que llaman virtud moral, cuando es vileza deshonesta.

En el chat es constante la amenaza a la eterna tormenta, al segundo círculo del Infierno de Dante, lugar en el que, aseguran, se encuentran todos los que votaron por la Cuarta Transformación (4T) y con ello, acusan que sucumbieron a la lujuria, los invitan, una y otra vez, a disfrutar de lo votado. El chat ofrece una clara explicación a todo lo que sucede en México y en el mundo. Si llueve y se desborda un río, ah, disfruten lo votado, otro logro de la 4T. Si el dólar sube, para el chat es culpa del gobierno, pero si baja, nada tienen que ver las políticas económicas del país. Si se eleva a rango constitucional el que niños o personas mayores puedan acceder a una beca o un apoyo, en el chat se indignan porque no entienden cómo se protege a esos huevones. Disfruten lo votado, el gobierno regala el dinero de nuestros impuestos. Tal vez ellos prefieran que se utilice el recurso en colocar tulipanes en los camellones de sus colonias.

A pesar de las mentiras, del absurdo, el chat de tías y tíos sigue funcionando para generar conversación. La escena de una película en la que actores uniformados de elementos de la Guardia Nacional dejan pasar a otros actores que interpretan a narcos, sigue siendo tomada –a pesar de haber sido desmentida una y otra vez– como ejemplo de una estrategia de seguridad supuestamente fallida. En contraparte, resultados de la estrategia nacional de seguridad dados a conocer en prácticamente todos los medios de comunicación, aseguramientos, detenciones, no se publican en el chat. Dato mata relato, pero como el tercer círculo del Infierno de Dante, la gula lleva a la autocomplacencia y a la autoindulgencia dentro del fango de la corrupción.

El chat sólo es el medio, la información es el veneno, y quien la genera forma parte de los mismos que llevaron al país a una guerra que desató la delincuencia, de quienes lo saquearon durante décadas, de los mismos que, como en el cuarto círculo del Infierno dantesco, empujan rocas en un círculo interminable mientras chocan entre sí en el tormento de vacío que provoca la búsqueda insaciable de bienes. El chat es el medio donde se expresan la impotencia y el sufrimiento que, como Satanás en el centro del infierno de Dante, es la última consecuencia de su diminuta rebelión.



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