Durante estas últimas semanas hemos visto un ingente número de vídeos dedicados a analizar hasta el más mínimo detalle de todo lo que se veía en el último tráiler de GTA 6. Frente a quienes dudaban de si se podía llegar a alcanzar esa fidelidad visual, había una espectacular colección de investigadores que, lupa en mano, se dedicaban a analizar cada pequeño detalle, cada reflejo, en busca de hasta qué punto el nuevo Grand Theft Auto es el juego destinado a elevar la vara de medir en lo que consideramos que deberían ser los gráficos del mañana.
Confiando plenamente en el buen hacer de Rockstar, y siendo conscientes de hasta qué punto esas burbujas que se ven en sus botellines de cerveza muy probablemente son la punta de un iceberg que aún tiene mucho más por enseñar, lo único en lo que podía pensar en ese momento era en hasta qué punto la escena en la que Jason y Lucía se ven acaramelados era lo que rompía la magia.
Lo único que parecía seguir anclado en los estándares de siempre. Sólo podía centrarme en la duda de si Rockstar iba a conseguir con GTA 6 lo que ningún otro videojuego, ni Baldur’s Gate 3 ni Death Stranding 2, ha conseguido hasta ahora: que una escena de sexo entre dos personajes virtuales no dé todo el cringe del mundo.
Rockstar frente a un reto mayor que el de los graficotes
Puede que, frente a una generación en la que todos nos sentimos profundamente decepcionados por lo que los estudios han conseguido exprimir de las máquinas actuales, tanto a nivel de gráficos como de FPS, sea normal que gran parte de la conversación y del interés respecto a GTA 6 gire alrededor de esto. Al fin y al cabo, aquí hay algo más que un juego lineal: es un inmenso mundo abierto, plagado de detalles y curiosidades como las anteriormente mencionadas, con toda la ambición tecnológica y la dificultad técnica que supone un proyecto de esta escala.
Ya lo hemos dicho en más de una ocasión y no está de más volver a repetirlo: sólo una saga como Grand Theft Auto, plenamente consciente de todo lo que puede llegar a vender, y de hasta qué punto en cuestión de horas conseguirá amortizar lo invertido durante los últimos años en su desarrollo, puede permitirse el lujo de establecerse esos límites y estándares de calidad en una industria como la actual. Es el juego más ambicioso jamás creado de la misma forma que Red Dead Redemption 2 lo fue en su momento.


Existen y son válidas las dudas sobre si realmente funcionará o no a las mil maravillas tal y como se le presupone. O incluso si esos gráficos aguantarán el tipo cuando no estemos ante esa mezcla de gameplay y cinemática a partes iguales, con las que Rockstar enfrenta las críticas sobre si aquellos gráficos de su último tráiler eran reales o no.
Pero incluso con esa mentalidad, frente a ese posible debate en el que habrá gente capaz de defenderte y justificarte a capa y espada que detrás de GTA 6 hay dinero, experiencia y personal como para hacerlo posible; hay algo que ni tú, ni yo, ni absolutamente nadie a día de hoy, puede poner sobre la mesa sin temor a equivocarse. Es imposible poner la mano en el fuego al afirmar que sus escenas de sexo no caerán en el valle inquietante sin riesgo a quemarte. Frente a ese mastodóntico proyecto de Rockstar frente al que damos por hecho prácticamente todo, dice mucho de hasta qué punto ese escenario supone un desafío enorme.
Besos pochos, y lo demás aún peor
Hace unos días comentaba con mi compañero Razablan, en el GG, el programa que hacemos en Twitch y YouTube todos los jueves por la tarde, que uno de los grandes saltos a nivel visual que se enseñaban en el último tráiler de Death Stranding 2 era la escena en la que Léa Seydoux y Norman Reedus se daban un beso. Raza comentaba lo mucho que le había gustado el detalle de que, al chocar una cara con la otra, se moviese la nariz de los personajes de forma natural.
El mensaje de “menuda idiotez” pierde completamente el sentido cuando el propio Baldur’s Gate 3 anunció a bombo y platillo que, en uno de sus mayores parches del juego, entre las grandes novedades estaba un nuevo grupo de animaciones para cuando los personajes se besan entre ellos. Fue, de hecho, hasta una celebración entre la comunidad. Y acordándome de aquello, de lo mal que se seguía viendo tras el parche, al ver las narices interactivas de Kojima no pude evitar apuntar que, por mucho que se doblasen buscando un realismo inexistente, me seguía pareciendo una mierda como un coco.


Puedo llegar a entender el objetivo y no es ahí donde quiero derivar esta conversación. Valoro que los videojuegos a nivel narrativo, sean más adultos, nos muestren otro tipo de relaciones, cuerpos distintos a los normativos, y profundicen en las relaciones humanas más allá de lo evidente o del infantilismo al que nos hemos enfrentado durante las últimas décadas a la hora de dibujar personajes. Te lo compro.
Entiendo y comparto que el sexo es una parte tan natural como necesaria de nuestras vidas, por lo que incluirlo en las narrativas resulta esencial para aportar ese punto de madurez y profundidad que requieren las historias de hoy en día. El mensaje y la necesidad de afrontarlas de la misma forma que se hace en una película o una serie, llegando a veces a situaciones extremas e indeseadas como las que podrían vivirse en ciertos momentos de Juego de Tronos o Euphoria.
El único desafío que GTA 6 puede fallar
Pero el problema es que, pese a que hemos alcanzado el punto en el que los personajes de videojuegos pueden llegar a transmitirnos dolor a través de modelados, sonido, actuación, música, y un inesperado palo de golf; con algo tan simple como un beso está por llegar el día en que esa escena en un videojuego no resulte profundamente ridícula a nivel visual.
Es inevitable que ocurra, aún en mayor medida, en unas escenas de sexo en las que, sin importar el presupuesto o hasta qué punto hay detrás una trabajada coreografía, o incluso una dirección de escenas para adultos apoyada en un coordinador de intimidad tal y como veríamos en el mundo del cine, pareces estar siempre ante la idea de alguien jugando con dos marionetas de juguete mientras se empotran la una a la otra haciendo que choquen entre ellas.
A mitad de camino entre esa madurez perfectamente válida al querer mostrar ese tipo de secuencias, y el infantilismo absurdo de ceder ante la masa de quienes quieren ver a un alienígena con tentáculos zumbándose a alguien capaz de transformarse en oso, sigo pensando que hay un punto medio. En este caso, el de la autoconsciencia de la dificultad que entraña hacer ese tipo de escenas, y que se vean bien, y que se sientan igual de bien, que empuja a optar por el siempre elegante fundido a negro en el que la imaginación haga el resto.


Creo que es bastante representativo que, a diferencia de la nariz doblándose de un Kojima que incluso ahí demuestra estar un paso más allá de todo lo demás, el tráiler de GTA 6 decida cortar la cinemática y saltar a otra escena justo en el momento en el que ambos personajes van a darse un beso.
Reconozco sentir una curiosidad tremenda por saber hasta qué punto ese corte forma parte de esa citada autoconsciencia, de saber que es ahí donde el magnífico castillo de naipes que han creado con sus gráficos puede desmoronarse, o de si simplemente se están guardando esa sorpresa para cuando el juego esté entre nosotros. Si realmente en Rockstar saben que lo han vuelto a conseguir y, también aquí, han conseguido con GTA 6 superar una vara de medir que parecía imposible pese a los graficazos, el presupuesto y la intención.
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