El lobo gigante (Canis dirus) también conocido como lobo terrible, fue una gran especie de cánido parecida al actual lobo gris y uno de los carnívoros más comunes encontrados en las Américas durante el Pleistoceno tardío, entre hace aproximadamente unos 126.000 y 12.000 años. Aunque más robusto, y de patas proporcionalmente más cortas, debido a las grandes similitudes en la forma del cuerpo hasta el momento se había barajado la posibilidad de que los lobos terribles y los lobos grises pudieran haber estado estrechamente relacionados, sin embargo las pruebas nunca han sido concluyentes.
Un estudio publicado en la revista Nature y titulado Dire wolves were the last of an ancient New World canid lineage pone fin a un misterio sobre el que los biólogos han reflexionado durante más de 100 años. Según el estudio, los extintos lobos gigantes, comunes en América del Norte hasta hace unos 13.000 años se separaron de otros lobos hace casi 6 millones de años y apenas son un pariente lejano de los lobos actuales.
Viaje al pasado genético de los cánidos
Para obtener información sobre su historia evolutiva, el biólogo de la Universidad Queen Mary de Londres Laurent Frantz y sus colegas secuenciaron el ADN de cinco huesos fósiles de lobo terrible de entre 50.000 y 12.900 años de antigüedad. Se trata de la primera vez que se toma ADN antiguo de lobos terribles, pero este parece revelar la que es una historia bastante compleja sobre estos depredadores de la Edad de Hielo.
El trabajo implicó a 49 investigadores en 9 países distintos y analizó los genomas de los lobos terribles además de los de otras especies diferentes de cánidos. Sus análisis sugieren que, a diferencia de muchas especies de cánidos que aparentemente migraron repetidamente entre América del Norte y Eurasia a lo largo del tiempo, los lobos terribles evolucionaron únicamente en América del Norte durante millones de años.
Aunque los lobos terribles coexistieron con coyotes y lobos grises en América del Norte durante al menos 10.000 años antes de su extinción, los investigadores no encontraron evidencia de que se cruzaran con estas especies. El estudio muestra, de hecho, que los lobos terribles compartieron por última vez un ancestro común con especies vivas parecidas a los lobos hace aproximadamente 5,7 millones de años, y que eran tan diferentes de otras especies de cánidos como hoy lo son, por ejemplo, los coyotes y los lobos grises.


“Fue una gran sorpresa descubrir que esta divergencia ocurrió tan temprano” informa la también coautora del estudio, la doctora Alice Mouton, de la Universidad de California en Los Ángeles. “Este hallazgo destaca lo especial y único que era el lobo terrible ” añade. “Descubrimos que los lobos terribles proceden de una rama que se separó de otras hace millones de años, por lo que fue el último representante de un linaje ahora extinto” puntualiza por su parte la doctora Angela Perri, del Departamento de Arqueología de la Universidad de Durham.
Los resultados del análisis también sugieren que esta especie extinta se originó en las Américas, mientras que los antepasados de los lobos grises, coyotes y cuones evolucionaron en Eurasia y colonizaron América del Norte en un momento posterior. Es más, los resultados apuntan a que lobos terribles y lobos grises eran de hecho primos muy lejanos y que tales diferencias indican que probablemente estos canidos gigantes prehistóricos no estuvieran suficientemente adaptados para sobrevivir a las condiciones cambiantes de la última Edad de Hielo.
El último lobo gigante
“Los lobos terribles a veces son retratados como criaturas míticas, lobos gigantes que merodearon por paisajes desolados y helados, pero la realidad resulta ser aún más interesante” comenta otro de los coautores del estudio, el doctor Kieren Mitchell del Departamento de Ecología y Biología evolutiva de la Universidad de Adelaide, en Australia.
“A pesar de las similitudes anatómicas entre los lobos grises y los lobos terribles, lo que se desprende de este trabajo es que lobos gigantes y lobos grises tal vez podrían estar relacionados de la misma manera en que lo estuvieron los humanos modernos y los neandertales en el sentido en que el lobo terrible es el último miembro de un linaje antiguo y distinto al de todos los cánidos vivos, que no ha sobrevivido hasta nuestros días”.
“Por el contrario, si bien humanos antiguos y neandertales parecen haberse cruzado, al igual que los lobos grises y los coyotes modernos, nuestros datos genéticos no proporcionaron evidencia de que los lobos terribles se cruzaran con ninguna especie canina viva. Todos nuestros datos apuntan a estas dos especies de lobos se parecen mucho más a primos lejanos, como los humanos y los chimpancés”.
Otra hipótesis sobre el lobo terrible no probada en el estudio actual se refiere a su extinción. Por lo general se piensa que debido a su tamaño corporal, más grande que el de lobos grises y coyotes, el lobo terrible estaba más especializado en cazar presas grandes como el bisonte, y no pudo sobrevivir a la extinción de sus fuentes de alimento regulares. “También que la falta de mestizaje pudo haber acelerado su desaparición” según sugiere Mouton, ahora investigadora en la Universidad de Lieja, en Bélgica. “Quizás la incapacidad del lobo terrible para cruzarse no proporcionó a la especie los nuevos rasgos necesarios que podrían haberles permitido sobrevivir”, añade.
El equipo sugiere, a modo de conclusión, que la marcada divergencia evolutiva de los lobos gigantes y grises los coloca en un género completamente diferente, Aenocyon dirus, tal y como lo propuso por primera vez el paleontólogo John Campbell Merriam hace más de 100 años.
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