En un escenario global marcado por la transición energética, el auge del fracking y las tensiones geopolíticas, Arabia Saudí ha decidido tomar el control del mercado petrolero con una estrategia que desafía la lógica tradicional. Lo que podría parecer una maniobra de presión económica, esconde múltiples capas de cálculo político, disciplinamiento interno y una mirada puesta en el futuro energético del planeta.

Arabia Saudí cambia de rumbo: menos precios, más poder
Desde hace meses, el mercado del crudo vive un vaivén constante. Intentos de estabilización fallidos, disputas internas dentro de la OPEP+ y la aparición de nuevos jugadores, como China en la producción nacional de petróleo, han empujado los precios a la baja. Frente a este contexto, Arabia Saudí ha decidido aumentar su producción por segundo mes consecutivo, sumando 411.000 barriles diarios al mercado junto a otros siete países.
La reacción no se hizo esperar: el Brent cayó más de un 4%, situándose por debajo de los 59 dólares, y el WTI bajó a 56. Para algunos analistas como Giovanni Staunovo, esto no representa una guerra abierta, sino una moderación de recortes anteriores. Sin embargo, el impacto en el mercado ha sido claro: nerviosismo, especulación y una sensación creciente de que algo se está gestando.
Disciplinar aliados, castigar rivales
Lo que parece una medida económica tiene también un trasfondo político. Arabia Saudí estaría buscando imponer disciplina entre los miembros de la OPEP+ que han excedido sus cuotas, como Irak, Kazajistán y los Emiratos Árabes Unidos. Helima Croft sugiere que el mensaje es claro: si no cooperan, perderán todos.
Pero hay otra lectura más ambiciosa. Javier Blas recuerda que esta estrategia ya se aplicó en 2014 y 2016 con el objetivo de desplazar a los productores más caros, como el fracking estadounidense. Si los precios bajan lo suficiente, estas compañías no podrán sostenerse. Arabia Saudí sabe que una cuota de mercado recuperada hoy puede valer más que un barril caro mañana.

Una estrategia de anticipación ante lo inevitable
Las consecuencias no son menores. Rusia, por ejemplo, necesita precios altos para mantener sus finanzas. Pero en Riad parece no importar dañar incluso a sus aliados si eso significa mantener el control. Además, Arabia Saudí se estaría adelantando a un posible regreso de Irán y Venezuela al mercado internacional, ante una eventual flexibilización de sanciones.
La lectura de Jorge León, de Rystad Energy, es tajante: lo que parecía una advertencia en abril, hoy es una declaración de principios. Arabia Saudí ha decidido que su prioridad ya no es sostener los precios, sino dominar el mercado. Aunque eso implique pérdidas a corto plazo, la apuesta apunta a que el futuro del petróleo, si no lo controla ella, lo controlará otro.
Fuente: Xataka.
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