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El ‘nearshoring’ desafía la incertidumbre por los aranceles y repunta en México


El huracán Trump parece haber amainado para México, pese a que persisten tormentas como la agresiva imposición de un arancel del 50% para el acero y el aluminio. La tensión y la incertidumbre no han desaparecido, pero son de menor intensidad y comienza a haber brotes verdes. Por ejemplo, en el nearshoring, una de las grandes esperanzas de México para propulsar su economía gracias al traslado estratégico de empresas a su territorio para aprovechar la ventaja logística de cara al mercado estadounidense. Los primeros meses de la Administración de Donald Trump enfriaron la fiebre de los últimos años por la frontera norte mexicana, donde la manufactura para marcas globales de autos, muebles o electrodomésticos domina el paisaje industrial. Sin embargo, el sector inmobiliario y de la construcción anticipan ya un nuevo impulso del nearshoring.

En ese contexto, Javier Llaca, director de Operaciones y Adquisiciones de Fibra MTY, un fideicomiso de bienes raíces enfocado en propiedades industriales principalmente del norte del país, dice que la demanda se empezó a desacelerar desde el último trimestre del 2024, pero que han visto un repunte a partir de abril. Apunta que planean invertir unos 400 millones de dólares en los próximos meses en su modelo de negocio, que se basa en adquirir inmuebles, administrarlos y rentarlos para generar rendimientos para sus inversores. “Seguimos en modo de volatilidad e incertidumbre por los aranceles, pero pensamos que las aguas ya se tranquilizaron muchísimo”, dice.

Y esto es importante en el contexto general del país, pues la manufactura representó un sustancial 22% del Producto Interno Bruto (PIB) del primer trimestre del año, según cifras oficiales.

“Las empresas que estaban cautelosas, esperando a ver qué pasaba, retomaron proyectos”, agrega Llaca. En su operación más reciente, el fideicomiso acordó la compra de un centro logístico en León, Guanajuato, utilizado por la multinacional Mercado Libre por una cifra cercana a 100 millones de dólares, asegurando un contrato de arrendamiento con la plataforma de comercio electrónico que ha dicho que tiene a México como una prioridad de sus operaciones regionales.

El país ha ido fortaleciendo su capacidad para el nearshoring desde que firmó junto al resto de Norteamérica el Tratado de Libre Comercio (TLCAN) en 1992. Esta dinámica se fue robusteciendo con las revisiones subsiguientes de los acuerdos y más todavía a raíz de la pandemia. La (primera) guerra comercial entre Estados Unidos y China, hace unos tres años, fue un paso más, al quedar expuestas las vulnerabilidades de los proveedores globales. El empresario añade: “es muy complejo tratar de replicar el robustecimiento que se le dio a las cadenas de suministro en México durante la pandemia. Hay poco margen para que las empresas se vayan a Estados Unidos u a otro lado. Conlleva muchísimo tiempo y dinero, y no es viable para muchos. La interrelación que hay entre México, Estados Unidos y Canadá no se puede modificar de la noche a la mañana”.

Automotriz y logística tomando fuerza

En esa línea, el Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum ha calificado el aumento de los aranceles al acero y aluminio como poco sostenible y manejable, considerando que los insumos de empresas de electrónica, autos o construcción pasan varias veces la frontera.

Sin embargo, el sector automotriz –uno de los que ha sido impactado por las amenazas de mayores costos– ha estado recuperando parte de su dinámica. También, está creciendo la demanda para galpones de logística y líneas de producción de autopartes, muebles y electrodomésticos, dicen los entrevistados.

Pedro Valdés, director general de Escala, un desarrollador de proyectos para empresas extranjeras que recolocan sus procesos de producción en México, dice que están reactivando proyectos de envergadura. La empresa gestiona la ampliación y construcción de plantas de la automotriz BMW en San Luis Potosí, anunciada a inicios de mayo para la fabricación y exportación de baterías para autos eléctricos. También, administra la edificación de una nave industrial de 700 millones de dólares de camiones pesados de Volvo para complementar su exportación a Estados Unidos, Canadá, México y el resto de América Latina.

Sin embargo, algunas empresas, especialmente de origen chino, no han retomado sus planes de recolocación. La evidente proximidad entre México y Estados Unidos, unida a la hostilidad de Trump hacia las políticas comerciales y de inteligencia de China, han virado el interés de los fabricantes asiáticos que miraban al norte de México para intentar copar el mercado estadounidense, canadiense o latinoamericano. Por ejemplo, los planes de la armadora china BYD de inaugurar una planta local se quedaron solo en eso.

“A finales del año pasado teníamos en puerta bastantes proyectos de origen asiático. No todos se suspendieron, pero se siguen definiendo. El detonar de la inversión, eso sí se detuvo con la entrada del Gobierno nuevo en Estados Unidos”, dice Valdés. “Varios de estos clientes ya nos buscaron y arrancaron nuevamente sus procesos. Sin embargo, no han autorizado todavía la inversión”, explica el desarrollador quien supervisa el diseño y construcción de fábricas de acuerdo con las especificaciones de los países de origen de sus clientes.

Así, el atractivo del nearshoring también dependerá de cuánto se extienda la tregua arancelaria y sus condiciones. Además, de lo que se pacte en la revisión del tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), que inicia en septiembre, según la Secretaría de Economía. Igualmente, sigue siendo importante la inversión en sectores aledaños clave, como infraestructura, energía, agua y transporte, además de seguridad y resguardo jurídico.

Y lo que está en juego es una parte importante del crecimiento económico del país y de sus indicadores de ocupación laboral, que podrían ser demasiado tibios al final de 2025. La industria manufacturera concentró un 14% de la población activa del país en el primer trimestre de 2025, mostrando un descenso de más de 100.000 puestos en el segundo sector empleador, después del comercio.

“En el tema inmobiliario, los Volvos, Mondelez, Caterpillar o Whirpool han seguido haciendo inversiones de capital en sus instalaciones industriales. Pero podríamos estar mucho mejor: si se compaginan muy bien el tema comercial con Estados Unidos y la política pública en México, podemos estar frente a una segunda ola del nearshoring”, concluye Llaca desde su oficina en Monterrey.



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