En una revelación que sacudió los cimientos de la monarquía británica, se ha dado a conocer que el Príncipe Harry, duque de Sussex e hijo menor del Rey Carlos III, contempló seriamente la posibilidad de cambiarse el apellido. La intención detrás de esta medida no era otra que sustituir el tradicional Mountbatten-Windsor por Spencer, el apellido de soltera de su difunta madre, la Princesa Diana de Gales.
Esta información, que ha trascendido en círculos cercanos a la realeza, arroja luz sobre la compleja relación del príncipe con su herencia familiar y su constante búsqueda de identidad fuera de las estrictas normas palaciegas. Daily Mail informó que el príncipe Harry consultó al hermano de la princesa Diana sobre la posibilidad de cambiar su apellido a Spencer.
“Tuvieron una conversación muy amistosa y el noveno conde Spencer, quien es el hermano menor de su difunta madre, le aconsejó que no diera ese paso”, dijo un amigo del príncipe Harry al Mail on Sunday.
La posible adopción del apellido Spencer no es un detalle menor. Mountbatten-Windsor es el apellido oficial utilizado por los descendientes de la Reina Isabel II y el Príncipe Felipe de Edimburgo, un símbolo de la unión de dos de las casas reales más influyentes de Europa. Cambiarlo por Spencer sería un gesto cargado de simbolismo, una oda a la figura de su madre.

¿Por qué el Príncipe Harry se quiere cambiar el apellido?
Desde su matrimonio con Meghan Markle y la posterior decisión de distanciarse de sus deberes reales para establecerse en Estados Unidos para comenzar una familia, el Príncipe Harry protagonizó una serie de movimientos que sugieren un deseo de forjar un camino propio.
La creación de la Fundación Archewell, el nacimiento de sus hijos, Archie y Lilibet Diana, y sus continuas declaraciones públicas sobre su experiencia dentro de la Familia Real, delinean un perfil de un príncipe que busca definir su propia narrativa. La consideración de un cambio de apellido se alinea con este patrón, reflejando un posible intento de borrar las ataduras simbólicas a la corona, al mismo tiempo, honrar la memoria de su madre.
Este desarrollo no solo reaviva el debate sobre la modernización de la monarquía, sino que también pone de manifiesto las tensiones internas y los desafíos que enfrenta la Familia Real en su adaptación al siglo XXI. El apellido, más allá de una mera designación, es un emblema de linaje.
La mera idea de que el Príncipe Harry se planteara alterarlo es un indicativo del profundo proceso de redefinición que está viviendo, un proceso que, para bien o para mal, sigue cautivando la atención global y redefiniendo el futuro de la realeza británica. Hasta el momento, se sabe que dicho cambio no fue posible.
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