Todo comienza con algo simple: te encuentras un móvil desbloqueado. No sabes de quién es, pero tiene fotos, mensajes sin leer, llamadas perdidas… y algo no encaja. Esta es la premisa de los llamados found phone games, una corriente de videojuegos narrativos en los que el teléfono es tanto la interfaz como el escenario principal. Un formato donde la curiosidad es tu única arma, y también tu condena.
Títulos como Simulacra, Sara is Missing, A Normal Lost Phone o Telling Lies no se juegan como los demás. No hay plataformas, ni combates, ni barras de vida. Solo hay una pantalla táctil, una identidad por descifrar, y una historia que se vuelve más complicada cuanto más indagas. Como si tú mismo fueras el protagonista de una investigación que nunca debería haber comenzado.
¿Quién mató a Anna?
Simulacra es quizás el ejemplo más inquietante del género. Encuentras el móvil de una joven llamada Anna. Lo enciendes. Empiezas a leer sus mensajes, a ver sus fotos, a revisar su galería. Pronto, notas algo raro: errores en los archivos, vídeos extraños, mensajes de auxilio. Y un patrón que parece rescribirse en tiempo real, como si alguien más —o algo más— también estuviera usando ese teléfono.
A diferencia de otros juegos, aquí no estás solo resolviendo un misterio. Estás entrando en contacto con una fuerza desconocida que habita en el sistema operativo. Lo que empieza como una historia de desaparición se transforma en un relato de posesión tecnológica. ¿Quién mató a Anna? Quizás una mejor pregunta sea: ¿quién está utilizando su móvil ahora?
El miedo se actualiza
El gran logro de estos juegos es su capacidad para actualizar el terror a los códigos digitales contemporáneos. Ya no tememos a casas embrujadas o bosques oscuros: tememos a lo que no entendemos en nuestras propias pantallas. El móvil, que es nuestra herramienta más íntima y personal, se convierte en un canal para lo inquietante.


Ese mensaje sin remitente. Esa imagen borrosa. Ese archivo corrupto que no debería abrirse. Todo forma parte de un diseño narrativo que juega con lo cotidiano para convertirlo en amenaza. Y lo hace con una inteligencia fría, basada en cómo usamos realmente nuestros dispositivos… y, la verdad, es que nos toca muy de cerca.
Otro rasgo distintivo de estos títulos es la sensación de impotencia. Como jugador, estás observando algo que ya ha pasado. Revisas conversaciones que no puedes cambiar, vídeos que documentan una caída que no puedes detener, decisiones que se tomaron antes de que tú llegaras. Y, sin embargo, no puedes mirar hacia otro lado. La experiencia es profundamente invasiva, y precisamente por eso tan efectiva.
El caso de A Normal Lost Phone es también un buen ejemplo. En él, descubres el móvil de Sam, un joven que ha desaparecido. Lo que empieza como un puzzle para encontrar pistas, termina siendo un viaje emocional a través de su identidad, su sexualidad y sus miedos. No hay sustos, pero sí una sensación constante de estar leyendo lo que nadie más debería leer. El horror aquí no es sobrenatural, sino humano.
Una narrativa que te obliga a mirar
En los found phone games, el jugador es más voyeur que héroe. No resuelve acertijos por habilidad, sino por paciencia. Lee mensajes, conecta pistas, compara fotos, reconstruye narrativas. La interacción no es con monstruos, sino con la información. Y esa información, poco a poco, revela más de lo que esperábamos.
Algunos títulos van más allá e integran llamadas reales, chats en directo o incluso usan tu propio móvil para enviarte notificaciones dentro de la partida. Esa fusión entre juego y realidad amplifica el miedo: cuando el teléfono vibra, ¿es parte del juego… o no?
La estética de estos juegos suele imitar interfaces reales: Android, iOS, apps de mensajería, cámaras, navegadores. Es un recurso que hace que todo se vea demasiado cercano y real. Cuando abres una app en el juego, tu cerebro la reconoce como real. Y eso crea una identificación instantánea, casi automática.
Es una técnica de diseño brillante, que convierte algo tan habitual como mirar una galería de fotos en un ejercicio de tensión narrativa. Cada archivo es una pista. Cada contacto puede ocultar una tragedia. El miedo no viene de lo que ves, sino de lo que no ves… todavía.
Aunque el boom de estos juegos fue más visible entre 2016 y 2019, siguen apareciendo nuevas propuestas con este enfoque. La clave está en la economía creativa que permiten: no hacen falta gráficos complejos ni presupuestos millonarios, solo una historia potente y una ejecución ingeniosa.
Proyectos independientes siguen explorando esta fórmula, a veces con toques de ciencia ficción, otras desde el drama puro o el thriller psicológico. Telling Lies, del creador de Her Story, es un buen ejemplo: te ofrece horas de vídeos grabados por webcam que debes ordenar, analizar y comprender. Como detective digital, el jugador reconstruye la verdad con los trozos que otros han dejado.
Más allá del terror
Hay que decir que no todos los found phone games se centran en el miedo. Algunos exploran la intimidad, la identidad o el aislamiento. Al leer los mensajes de un extraño, el jugador se ve obligado a empatizar con él. A veces conmovido, otras incómodo. Pero siempre conectado de forma personal con lo que ocurre en pantalla.
Esto ha abierto puertas a nuevos tipos de narrativas interactivas, donde el jugador no actúa como salvador ni como protagonista, sino como lector, testigo o incluso cómplice. Es una forma de contar historias que pone la curiosidad en el centro y que funciona especialmente bien en dispositivos móviles.
Quizás lo más perturbador de estos juegos sea lo que nos hacen reflexionar sobre nuestra propia vida digital. ¿Qué pasaría si alguien encontrara tu móvil? ¿Qué historia contaría de ti? ¿Qué mensajes, fotos, llamadas, notas… revelarían más de lo que te gustaría?
Jugar a Simulacra o Sara is Missing no es solo una experiencia de terror. Es un recordatorio inquietante de cuánto de nuestra identidad vive en nuestros dispositivos, y lo fácil que es que esa información se convierta en narrativa. O en pesadilla.
En 3DJuegos | La diferencia entre proteger tus datos y sufrir un hackeo está en un pequeño gesto: apagar tu móvil 5 minutos al día
En 3DJuegos | Son los reyes de los videojuegos de móviles, pero tienen un truco y es cancelar la mayor parte de sus proyectos
Deja una respuesta