
La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) emitió este sábado 31 de mayo una alerta de tormenta solar severa que afectará a la Tierra el 1 y 2 de junio, lo cual, entre otros efectos, podría generar la aparición de auroras zonas muy alejadas de los polos.
El fenómeno es causado por una eyección de masa coronal (CME, por su sigla en inglés), que es una oleada de radiación proveniente de una llamarada solar emitida en la noche del último viernes.
Las llamaradas o erupciones solares se han vuelto más frecuentes en los últimos meses debido a que el Sol se encuentra en la época de máxima actividad de su ciclo de 11 años.
En ocasiones, estas llamaradas emergen junto con una CME, la cual puede viajar en la dirección donde se encuentra la Tierra, como ha sucedido recientemente.

Al llegar a la Tierra, la CME, que contiene millones de toneladas de plasma cargado con el campo magnético del Sol, genera una onda de choque que altera el campo magnético del planeta.
Los primeros afectados por esa onda de choque son los satélites en órbita, ya que sus dispositivos electrónicos están en riesgo de ser destruidos por las partículas cargadas del Sol. Es por ello que, ante este tipo de avisos, las compañías suelen apagar los componentes principales de sus instrumentos en órbita.
La interacción de las partículas solares con los gases de la atmósfera terrestre en los polos suele generar la aparición de auroras. Sin embargo, cuando la tormenta solar —también denominada tormenta geomagnética— es muy intensa, estos espectáculos visuales son observados en latitudes más bajas, incluso en grandes ciudades.
Aunque la vida en la superficie terrestre está protegida de esta radiación por la capa de ozono, una tormenta solar severa o extrema puede generar corrientes inducidas que averían los transformadores, lo cual produce apagones como los registrados en Canadá y Suecia en décadas pasadas.

La NOAA clasifica las tormentas solares geomagnéticas en cinco niveles, de G1 (menor) a G5 (extrema):
G1 (Menor)
- Fluctuaciones débiles en la red eléctrica.
- Impacto mínimo en satélites.
- Auroras visibles en latitudes altas, cerca del Círculo Polar Ártico.
G2 (Moderada)
- Posibles interrupciones breves en sistemas eléctricos.
- Corrección orbital de satélites puede ser necesaria.
- Auroras visibles en latitudes más bajas, como Canadá y norte de Europa.
G3 (Fuerte)
- Problemas de control de voltaje en redes eléctricas.
- Dificultad para operar satélites.
- Problemas en la navegación y en la comunicación por radio en altas latitudes.
- Auroras en zonas de menor latitud.
G4 (Severa)
- Disturbios serios en las redes eléctricas de distribución.
- Pérdida de pistas para algunos satélites.
- Errores en GPS y degradación seria en las comunicaciones.
- Auroras boreales visibles en gran parte del territorio de Estados Unidos, Europa y Asia.
G5 (Extrema)
- Fallos graves y prolongados en la infraestructura eléctrica.
- Pérdida de satélites y daños mayores en los sistemas espaciales.
- Interrupción de casi todas las comunicaciones de radio y GPS.
- Auroras visibles incluso en zonas ecuatoriales.

El Evento Carrington tuvo lugar en 1859 y fue la tormenta solar más intensa registrada. En ese entonces, los daños se limitaron casi exclusivamente a la red de telegrafía, que sufrió apagones y equipos incendiados.
Si un evento similar ocurriera hoy:
- Infraestructura eléctrica: Se podrían ocasionar apagones masivos, especialmente en zonas que dependen de redes eléctricas vulnerables. Transformadores, subestaciones y otras infraestructuras críticas sufrirían daños, con reparaciones que podrían tardar semanas o meses.
- Satélites y sistemas espaciales: Muchos satélites quedarían fuera de servicio o incluso destruidos, afectando telecomunicaciones, navegación, predicción meteorológica y observación de la Tierra.
- Redes de comunicación: Interrupciones generalizadas en la comunicación inalámbrica, bloqueo de señales de radio, GPS y satélite, afectando transporte aéreo, marítimo y terrestre.
- Operaciones financieras y logísticas: Los sistemas bancarios y financieros, que dependen de la comunicación por satélite y redes eléctricas, afrontarían fallos o interrupciones parciales.
- Tecnología y vida cotidiana: Corte de servicios fundamentales como cajeros automáticos, telefonía móvil, Internet y abastecimiento de agua potable debido a la dependencia de sistemas eléctricos automatizados.
La vulnerabilidad global es mayor que hace 150 años, por la dependencia extrema de tecnologías que pueden quedar inutilizadas. Expertos estiman pérdidas económicas de billones de dólares y una recuperación lenta si un evento de la magnitud del Carrington se repitiese en la era moderna.
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