La guerra comercial que enfrenta a las dos potencias más grandes del mundo ha dejado de ser un asunto de diplomacia y cifras abstractas. Hoy, el conflicto se traduce en fábricas vacías, productos sin destino y empresas emblema como Shein y Temu enfrentando su momento más crítico. La producción se detiene, el futuro es incierto, y miles de trabajadores chinos deben pagar el precio.
Fábricas detenidas y un panorama sombrío para la industria china

La ofensiva arancelaria impulsada por Donald Trump ha comenzado a mostrar sus efectos más drásticos. Con aranceles de hasta el 145% sobre productos chinos, las exportaciones hacia Estados Unidos, que representan un 15% del total de las ventas externas de China, han caído abruptamente. El resultado: fábricas en ciudades como Shenzhen, Hangzhou y Dongguan han detenido su producción, recortado turnos y enviado a sus trabajadores a sus casas.
Imágenes difundidas en redes como Douyin revelan la magnitud del parón. Empresas clave están suspendiendo operaciones por semanas, eliminando horas extra y ofreciendo salarios mínimos para evitar despidos masivos. Algunas, como DeHong Electrical Products, ya han concedido permisos sin actividad. Otras, como Hangzhou Stellarmed, animan a sus empleados a buscar empleo en otros sectores.
Shein y Temu, atrapados en la tormenta arancelaria

Shein y Temu, símbolos del comercio electrónico chino en el mundo, han visto cómo su modelo de producción rápida y barata se tambalea. Con su principal mercado, Estados Unidos, reduciendo los pedidos, las cadenas de suministro se rompen. La rentabilidad de estas plataformas, que dependen de fábricas locales, se erosiona rápidamente.
La presión política agrava la situación. China ha respondido con un 125% de recargo sobre importaciones estadounidenses, pero ya considera aliviar estas medidas en algunos sectores. Aun así, la incertidumbre predomina. La continuidad de estas empresas está estrechamente ligada a la evolución de la guerra comercial.
Wang Xin, directora de la Asociación de Comercio Electrónico Transfronterizo de Shenzhen, lo resume así: “Estamos muy ansiosos. Muchas empresas han detenido entregas y producción. No hay otra salida por ahora.”
Un futuro incierto: ¿reconciliación o desacoplamiento total?
Mientras la economía global observa, la posibilidad de una tregua sigue siendo un misterio. Trump ha manifestado estar dispuesto al diálogo, pero no hay movimientos concretos. El comercio entre ambos países sigue siendo gigantesco, y pese a los aranceles, solo una parte del flujo comercial ha sido afectada.
Los expertos se preguntan si estamos frente a una simple pausa o al inicio de un desacoplamiento económico entre las dos potencias. El destino de plataformas como Shein, Temu y cientos de fábricas chinas pende de un hilo, en un escenario en el que la política y la economía se entrelazan de forma irreversible.
Por ahora, las luces en las plantas de producción siguen apagadas, mientras millones esperan una señal que indique si esta guerra tendrá tregua… o un desenlace más profundo.
[Fuente: El Cronista]
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