Me encanta descubrir juegos que, de inmediato, pasan a mi lista de los más esperados del año. Eso es justo lo que ha ocurrido con Eriksholm: The Stolen Dream, una aventura narrativa y de sigilo similar a Shadow Tactics. Bueno, quizá haya jugado un poco mal mis cartas, porque en realidad el juego de River End Games apareció en mi sección de “a tener en cuenta” de Steam hace cerca de un año, y desde entonces, cada poco tiempo me preguntaba: “¿Cuándo podré probarlo?”. Pero ha sido ahora, tras jugarlo, cuando realmente me ha ganado. Tanto, que con GTA 6 fuera del radar de 2025, creo que no hay ningún otro título que espere con tantas ganas.
Por supuesto, no hablo de una comparación directa con el titán de Rockstar, tanto en presupuesto o ambiciones. Esto va de sensaciones, de lo íntimo, lo medido, en esa forma de hacer mucho con poco presupuesto y solo 17 personas —como los de Sandfall Interactive con un Expedition 33 que quiere reivindicar el videojuego de bajo presupuesto y resultados astronómicos—. Es de esos juegos con los que conectas rápido, no porque lo haga todo perfecto, sino porque entiendes lo que quiere y lo hace con personalidad. Pero ¿de qué va? ¿Por qué me tiene con el hype por las nubes? Veámoslo.
Una aventura narrativa con un pulso de cirujano
Con una clara inspiración en el acercamiento narrativo de A Plague Tale, y con una perspectiva cenital y un estilo jugable que coquetea con Shadow Tactics, Eriksholm nos lleva a un mundo steampunk de ficción anclado en la Revolución Industrial, donde los humanos no parecen poder ir más allá de sus límites establecidos, mientras la división entre clases ahoga a aquellos de bajos recursos. Y por si la desolación no bastase para hundir a los ciudadanos de Eriksholm —una de las grandes ciudades de este mundo—, una plaga asola la región, matando al 90% de quienes la contraen; salvo a ti, salvo a Hannah, quien despierta tras semanas en casa con una misión: buscar a su hermano desaparecido mientras la policía los persigue.


El estudio ha citado que hay 40 minutos de cinemáticas totales con un grado altísimo de calidad
Así pone Eriksholm sus primeras piedras narrativas, y lo hace sin ambiciones vagas de contar una historia llena de mensajes sin peso, falsas esperanzas o moralejas infantiles. Eriksholm es cruel y duro, con personajes movidos por los ilógicos sentimientos que todos tenemos, y aquí hay mucho mérito en cómo River End Games trata tanto a sus protagonistas como a su mundo. El juego sabe que llegamos en un capítulo ya empezado de la historia de Hannah y este universo, sin conocer las dinámicas de su mundo. Aun así, el equipo mantiene un pulso firme, tomándose su tiempo para exponer todo con cinemáticas cuidadísimas —al estilo de los grandes del medio— y pequeños diálogos aparentemente intrascendentes que, en realidad, revelan mucho más de lo que parece.
Es, salvando las distancias, como el primer capítulo —tras el prólogo— de aquel The Last of Us, donde, aunque conocemos a Joel, apenas sabemos nada de sus 20 años tras el apocalipsis, pero Naughty Dog te presenta todos los ingredientes de su mundo para que te resulten cercanos, aunque sean obviamente desconocidos; algo que hace con la misma astucia River End. Además, cada espacio que Eriksholm utiliza para contar algo está estructurado como si fuera teatro: con animaciones hechas mediante captura de movimiento —muy expresivas y perfectas para entender bien lo que sucede desde una perspectiva cenital— y con un enfoque centrado no tanto en los planos o en la estética, sino en coherencia y realismo.


Aunque Unreal Engine 5 le pasa algo de factura, normal si no está acabado, visualmente es cautivador
En ese sentido, el equipo europeo hace un trabajo que no esperaba: no solo da peso a la narración —tanto expositiva como ambiental—, sino que, en apenas unos minutos, logra que te interese lo que cuenta sin desligarse un milímetro de sus humildes orígenes. Y eso, en un medio que se basa tanto en lo sensorial y en atraer al jugador con todo tipo de derroches desde el primer segundo, es digno de elogio. De hecho, no debería extrañarme: el estudio está formado por veteranos de Mirror’s Edge y Little Nightmares, maestros en hacer que sus mundos cuenten más de lo que se expone.
Estrategia táctica con poca profundidad, pero hecho a propósito
En lo jugable, Eriksholm apuesta por un sigilo táctico riguroso, sin artificios y, aunque inspirado en Shadow Tactics y juegos similares, sin mucha profundidad en según qué aspectos; pero siempre hecho a propósito. No hay combates espectaculares ni momentos coreografiados al milímetro. Es un juego más intimista. El diseño privilegia la tensión, la planificación y la ejecución milimétrica.


Incluso en los mapas pensados para un solo personaje, hay varias rutas a tomar, aunque con el mismo final
Para salir airoso, cada personaje cuenta con fortalezas y habilidades. Con Hannah podremos colarnos en pequeños recovecos para conseguir información del mundo mediante cartas, pósteres o recortes de periódico. Pero su impacto jugable es claro: es rápida, menuda y experta en moverse en la sombra. La idea es combinar sus habilidades con las del resto del grupo —por ahora, solo he podido ver a dos más: Alva y Sebastian, ella más atlética, él un tanque con patas— para avanzar. Eso sí, cuidado porque todo está aderezado por un sistema de sonido 3D basado en el eco y el rebote en estructuras que puedes usar para distraer enemigos, pero también te puede jugar en contra si haces un mal movimiento.


Los enemigos no caen al instante con la cerbatana, y si te ven en esos dos segundos hasta que hace efecto, darán la voz de alarma
Aquí el equipo sueco no reinventa la rueda de los juegos de estrategia tácticos. Sabe que, si quiere contar una historia de peso que guíe la acción, debe prescindir de cierta profundidad jugable. Y para que esa falta no se note, Eriksholm se beneficia de unos mapas bien elaborados para que el sigilo gane presencia sobre la acción. Estos escenarios, que se despliegan con un diseño visual espectacular, estilo maqueta, son puzles que descifrar, enfatizando aún más su enfoque táctico por encima del estratégico. Aunque el objetivo sea llegar del punto A al B, cada personaje cuenta con rutas paralelas —y a veces únicas— que nos obligan a avanzar poco a poco para no perder a nadie. Porque Eriksholm no perdona: un paso mal dado y te pillan.


Aunque no dominan la acción, hay pequeños puzles basados en físicas la mar de divertidos
Es un juego muy de prueba y error, de encontrar la clave para resolver un puzle que se te resiste, y aunque suene difícil, el equipo sueco lo tiene todo sorprendentemente bien hilado. Ese amasijo de caminos que dividen al equipo está pensado para que, una vez encuentras la solución —como distraer a un grupo de soldados que vigilan una puerta— sientas un alivio y una sensación de éxito enormes. Lo mejor es que todo se controla sin pausas, en tiempo real, con apenas segundos para reaccionar y cambiar rápido entre personajes. Aunque estresante al inicio, es tan orgánico y certero que sienta genial.
Es un juego muy de prueba y error, de encontrar la clave para resolver un puzle que se te resiste
Y aun con sus pequeñas carencias —como la falta de alma RPG que sí tiene Shadow Tactics, con builds o habilidades desbloqueables—, Eriksholm ya tiene un lugar ganado en mi lista de imprescindibles. Para quienes disfrutasteis de la bilogía A Plague Tale, el mundo de Eriksholm —uno que coquetea con el steampunk depresivo de Dishonored, aunque sin ratas— os resultará sumamente atractivo. Es raro ver a equipos pequeños demostrar que, con lo mínimo, conociendo sus límites y usando bien su presupuesto, se puede sacar adelante un proyecto quizá no muy innovador, pero con un amor por el arte escénico sin igual. Eso sí, por ahora, Eriksholm: The Stolen Dream no tiene fecha de lanzamiento estimada. Una pena.
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