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He visto ‘Rogue One’ después de terminar ‘Andor’. Sigo teniendo la impresión de que son dos películas a medias forzadas a encontrarse


La rebelión finalmente tuvo éxito. No hablo de la hazaña cometida por la Alianza rebelde en ‘Star Wars’, sino lo que Tony Gilroy ha conseguido dentro de un universo cinematográfico desperdigado y atrofiado. Entre proyectos fílmicos abortados y series que o bien nacen muertas o acaban agotándose a sí mismas, ‘Andor’ se sobrepone como la única obra redonda, diferente y con algo que contar en los últimos años.

Con su final la semana pasada se ha consumado por fin una historia de los costes de la rebelión, pero también de la urgencia de la misma, a través de un grupo de personas a las que la aventura les conlleva un coste, en mayor o menor medida. Gilroy se ha encargado de que el viaje se mantenga potente y sin sobresaltos, pero también llegue con interés al punto de llegada marcado prácticamente desde el comienzo: el inicio de ‘Rogue One: Una historia de Star Wars’.

Es complicado meterse en la tarea de una precuela que tiene el destino final tan claro, intentando encontrar los puntos que lo haga interesante y consiga distraerse lo suficiente para acabar sorprendido. Gilroy tenía además otro reto añadido, que era conseguir que lo contado por ‘Andor’ acabase realzando los logros de ‘Rogue One’. De ahí que sea de cajón recuperar la película en Disney+ y ver cómo le sienta el contexto añadido y la historia más completa.

La respuesta es que no tan bien como cabría esperar, pero no es culpa de ‘Andor’. Cabe aclarar una cosa: ‘Rogue One’ nunca me entusiasmó tanto como al “consenso general”, especialmente por un grueso de fans que la consideran la mejor película de la etapa Disney de la franquicia. Es una película medianamente competente y entretenida, pero también notablemente parcheada por la complicada naturaleza de su producción.

Dos maneras de diferenciar a ‘Star Wars’

Gareth Edwards fue el encargado original de este spin-off de la saga anunciado en paralelo a una nueva trilogía de película. Junto al guionista Chris Weitz intenta enmendar uno de los agujeros de guion más señalados de la primera guerra de las galaxias, ‘Una nueva esperanza’, intentando contar una historia de héroes sacrificados por el bien mayor de una rebelión. Durante la producción empezaron a surgir dudas sobre el resultado y la visión de Edwards, que aunque venía de potentes éxitos como ‘Godzilla’ suele ser criticado por ser mejor arquitecto visual que inspirado narrador. De ahí que Lucasfilms mandase retomar el rodaje con nuevos cambios, esta vez impulsados y dirigidos por un Tony Gilroy que identifica que el interés de la historia está en qué despierta la rebelión.

No deberían ser visiones contradictorias, y tanto Edwards como Gilroy han mostrado ser cineastas interesados por las experiencias humanas en contextos extraordinarios, sea un mundo de ciencia ficción o de conspiración política global. Sin embargo, ‘Rogue One’ sufre de tramos irregulares, de cambios de prioridades de una escena a otra o personajes desdibujados, que si bien no la hacen una mala película, la vuelven un esquema de lo que pretende ser: un espectáculo bélico y político. Esto dejando a un lado los guiños reglamentarios para que el fan duro de la franquicia se sienta extasiado, como la aplaudida escena de Darth Vader que siempre fue un pegote y que se podría extraer del metraje sin que la historia cambie en absoluto.

Sigue habiendo muchas cosas con las que disfrutar de ella. Su tercer acto es fenomenal y alucinante, mostrando que hay tejido conectivo suficiente en la película para aterrizar algo potente, y su relación tangencial con la faceta más espiritual de la fuerza es capaz de mantener unión con el resto del universo sin perder lo que la hace especial (los guerreros de a pie que no son magos espaciales). Y, por supuesto, el personaje de Cassian Andor de Diego Luna, que es capaz de complicar el carácter plenamente bondadoso con el que siempre se presentó a los rebeldes e introducir incómodos claroscuros morales. Todo eso está bien realzado en el revisionado tras terminar la serie.

Esos costes por la libertad parecen ser el gran añadido que Gilroy aporta a la película, especialmente claros en la escena de presentación de Cassian donde actúa con crudeza y sin compasión. Es, sin embargo, un choque con ciertos cimientos que Edwards parece instaurar, ligados a la búsqueda de lazos emocionales fuertes a través de lo familiar. El viaje principal sigue siendo el de Jyn Erso, el personaje de Felicity Jones, intentando encontrar esperanza en la revolución por sus conexiones con figuras paternas ausentes, y finalmente con una familia encontrada en este pequeño grupo rebelde.

Las dos películas que hay presente en ‘Rogue One’ nunca dialogan juntas de manera fluida, y queda más patente una vez comprobamos que los dos cineastas han terminando haciendo su versión completa después. ‘The Creator’ parece justo lo que Edwards quería hacer aquí y no le dejaron realmente, creando una historia de creencia en la revolución y en los lazos inesperados cuando se parte del cinismo y los traumas de las pérdidas. Ahí saca su concepción más spielbergiana del cine, empleando para ello una increíble textura en la integración de efectos especiales y sus adoradas influencias del cine bélico.

Arreglando lo que ‘Rogue One’ no terminó de ofrecer

Rogue One Una Historia De Star Wars 2016 Diego Luna Felicity Jones
Rogue One Una Historia De Star Wars 2016 Diego Luna Felicity Jones

No es muy complicado encontrar lo que Gilroy quería hacer al tomar el encargo de una saga en la que no tenía interés en un género que también es una novedad en su obra. ‘Andor’ está mucho más anclada en el thriller político que tanto le ha definido, y también explora la necesidad de rebelión violenta ante las imposiciones de un sistema dictatorial. Su interés en las luchas armadas como vía para encontrar la libertad, como la resistencia francesa ante el nazismo que claramente marca un tramo de esta segunda temporada, va de la mano de una exploración compleja y adulta de las consecuencias en estos personajes de comprometerse con esta vida.

Es un enfoque astuto pero también profundamente anti-aventurero, incluso aunque siga un esquema donde el abrazo del heroísmo sea inevitable. ‘Star Wars’ no cuestiona realmente las formas en las que sus protagonistas realizan sus actos heroicos, de igual modo que no lo llega a hacer del todo ‘Rogue One’. Pero ‘Andor’ sí y de manera tan inteligente que consigue mantener pura la necesidad de la lucha. La película debería haberse nutrido de estas ideas tan bien exploradas, pero no lo consigue porque al final hay demasiadas cosas intentando convivir y muchos intereses que complacer.

Al final, ‘Rogue One’ termina siendo un testamento de lo que importa la confianza en una visión para poder llegar a la versión más convincente posible. Que tanto ‘The Creator’ como ‘Andor’ consigan ser más impresionantes en sus respectivas áreas se vuelve la mayor evidencia al respecto, incluso aunque se pueda seguir disfrutando de una película que acaba encontrando como redirigir su rumbo y tener carisma en un universo cada vez más desinflado.

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