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Jacques Camatte, Amadeo Bordiga y el futuro de la especie humana


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l 19 de abril murió Jacques Camatte (1935-2025), uno de los más importantes teóricos de la revolución social de las últimas décadas. Pese a ser poco conocido para el gran público, fue muy apreciado en los medios de la izquierda radical y libertaria, especialmente tras 1968. Nacido en las inmediaciones de Marsella, muy joven entró en contacto con Amadeo Bordiga (1889-1970), dirigente del Partido Comunista de Italia entre 1921 y 1923 y luego uno de sus primeros disidentes. Bordiga defendió la autonomía de los partidos comunistas consiguiendo el honor de ser regañado por Lenin en persona cuando se opuso a la actividad parlamentaria y se expresó contra el centralismo democrático. Él y sus compañeros de la izquierda comunista italiana eran partidarios del centralismo orgánico, propuesta discutible, pero muy estimulante: el partido no es una estructura autoritaria y burocrática, sino la anticipación de la futura sociedad comunista, donde los componentes cooperan y funcionan conforme al programa comunista formulado por Marx en la década de 1840.

Victor Serge dejó un emotivo recuerdo de Bordiga en sus memorias: vigoroso, de cara cuadrada, de cabellera espesa, negra, cortada en cepillo, trepidante bajo su carga de ideas, de conocimientos y de previsiones graves. Temía la influencia soviética sobre los partidos comunistas, la tendencia a los compromisos, la demagogia, la corrupción. En 1926, en el curso del sexto ejecutivo ampliado de la Internacional Comunista, plantó cara a Stalin protestando contra el régimen de terror en los partidos comunistas. Puesto en minoría y expulsado del PCI por trotskismo, se dedicó a una monumental reflexión sobre la contrarrevolución, la naturaleza socioeconómica de la URSS y el marxismo como plan de vida para la especie humana.

Aquí empiezan las aportaciones de Camatte. En 1962, redactó con Roger Dangeville, Origen y función de la forma partido, texto –al parecer aprobado por Bordiga– centrado en la idea de que la revolución social implica la lucha de los trabajadores por reapropiarse de la comunidad ( gemeinwesen, en alemán). Y dado que la comunidad de la cual se encuentran separados es la vida misma, su misión y la del partido es reapropiarse de la naturaleza humana, la reconciliación del individuo con la comunidad.

Estamos lejos de la ortodoxia soviética y cerca del pensamiento anarquista, de Maximilien Rubel, de Socialismo o Barbarie y de los situacionistas. A partir de 1968, Camatte redactó, casi siempre solo, aunque en ocasiones acompañado por un puñado de camaradas, la revista Invariance, austera pero influyente publicación mimeografiada (las cinco series se pueden consultar en línea), que se proponía restaurar el marxismo, contra el estalinismo y el oportunismo reafirmando la invariancia de la teoría revolucionaria. En el camino, estudió los movimientos de revuelta social de su tiempo, particularmente el 68, y analizó la tradición herética del comunismo internacional: la izquierda italiana, el KAPD (Partido Comunista Obrero de Alemania), los consejistas (Anton Pannekoek, Herman Gorter, Karl Korsch, Otto Rühle) y la feminista Sylvia Pankhurst.

Lo más importante es, a mi juicio, la serie de estudios que reunió en 1976 con el título Capital et Gemeinwesen. Se trata de comentarios sobre algunas obras hasta entonces inéditas de Marx: los Grundrisse, el Urtext (fragmento de la versión original de Contribución a la crítica de la economía política) y, sobre todo, el Capítulo VI inédito. De este último desarrolló las categorías de subsunción formal y real del trabajo al capital, que remiten a épocas históricas y resultan sumamente útiles para entender el mundo actual.

La conclusión de Camatte es pesimista: en su etapa madura el capital instaura una dominación completa no sólo sobre la producción, sino sobre la especie humana, pues los trabajadores se van convirtiendo en simples prótesis de la valorización. Para salir del círculo vicioso es preciso dejar este mundo y recuperar la naturaleza humana colocándose fuera y contra las coordenadas económicas y políticas del capital. Queda un rayo de esperanza. El capital se desarrolla sólo multiplicando sus contradicciones; el antagonismo no puede desaparecer; sólo se traslada de la fábrica a la clase universal, a la especie humana en su conjunto.

Se dirá que Camatte abandonó su plan inicial, la invariancia de la teoría del proletariado para variarlo todo. Él habría contestado que el impulso a reconstruir la comunidad perdida que Marx postuló en 1844 permanece invariado.

Ese bordiguista sui generis anticipó gran cantidad de temas hoy candentes. En 1969, publicó, con Gianni Collu, Transición, breve análisis del paso a la subsunción real del trabajo al capital, afirma que la forma típica de esta etapa es la competencia entre organizaciones criminales, algo que hoy vivimos diario. En los últimos años, Camatte se dedicó a pensar una revolución radicalmente nueva e invitó a luchar por la supervivencia del planeta. ¿Alguien podría afirmar que no son temas actuales? Agrego que cuando mis amigos y yo llegamos a México en los 70, comprendimos el alcance universal de las luchas de los pueblos indígenas gracias a las humildes páginas de Invariance, revista que, casi medio siglo después, seguimos custodiando como reliquia.

* Historiador italiano



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