Jalisco y su mejor
gobierno…
José M. Murià
E
vito tratar temas jaliscienses en esta columna de presencia nacional por considerarlos de interés local. Lo cierto es que, en general, todo el gobierno de Enrique Alfaro Ramírez –ahora escondido en España, con sobradas razones– resultó en verdad nefasto.
Con delicadeza lo apuntó La Jornada cuando mostró que la dramática situación de Teuchitlán, una localidad comprendida por el paisaje tequilero, con zona arqueológica, laguna y todo, no sólo era del conocimiento de todo el gobierno de Jalisco encabezado por el tal Alfaro, sino que, incluso, éste debía ser partícipe del sucio cotarro que acaba de salir a la luz.
Todos los jaliscienses con un mínimo de memoria recordamos la soberbia de la que hizo gala durante todo su ejercicio de gobierno, argumentando con frecuencia que el suyo era el mejor de Jalisco en toda su historia.
Hablaba incluso el hombre de refundar el estado, sin que bien a bien la ciudadanía supiera qué quería decir. Lo que sí resultó cierto es que por poco y lo refunde del todo…
Jalisco es, en verdad, un desastre general. Corrupción e inseguridad, resultado, se dice, de la propia venia gubernamental y muy poca obra realmente útil, en tanto que la importante quedó inconclusa, fueron el distintivo principal del sexenio.
Como es natural, ahora empieza a salir la podredumbre a la superficie.
Suponemos que la limpieza deberá ser la función principal del gobierno que lo sucede, por cierto encabezado por quien Alfaro no quería. Es un mérito adicional del actual gobernador, Pablo Lemus Navarro, haberle ganado la partida a su antecesor: su buena fe es patente, de ahí que podamos esperar de él un verdadero aseo de la casa, que empiece por los capos que formaron parte del gobierno anterior y siguen en el actual.
Esa cauda de ropa y de zapatos que se descubrió recientemente por ahí, entre Tala y Teocaltiche, arrebatada a todos los cadáveres que fueron destruidos, resulta sobrecogedora. Es el testimonio de una cauda de asesinatos que no puede quedar impune.
Lamentablemente no es la única: en dirección contraria, desde Guadalajara, se halla la dicha población de Teocaltiche, cuya etimología, casualmente, se asemeja a la de Teuchitlán (lugar o asiento de la divinidad
). También es emblemática y en verdad alarmante la masacre de seres humanos jóvenes habida por ahí. Pero aún hay más: mucho más, en otros puntos cardinales.
Aterrador resulta el nivel de degradación al que hemos llegado en Jalisco, tierra mayormente criolla, lo mismo que el Bajío, que ha dado lugar entre la llamada gente bien
de toda la región a comentarios, que con frecuencia oímos, como no es posible que sean malos si tienen cara de gente decente
, es decir no parecen indios ni mestizos…
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