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La afición, lejos del Tri; abandonar el Ángel es hacerle vacío al triunfo


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▲ Un comerciante ofreció banderas la noche del domingo en una glorieta vacía y sin festejos.Foto Roberto García

Alberto Aceves

 

Periódico La Jornada
Martes 25 de marzo de 2025, p. a10

En México hay pocas cosas más difíciles de imaginar que un monumento de multitudinarias celebraciones nacionales, como el Ángel de la Independencia, vacío y con vallas metálicas durante la noche en que la selección de futbol ganó por primera vez el título de la Liga de Naciones de Concacaf. La imagen puede dar cuenta de lo que pasa en la afición estos días. Los procesos de pasadas Copas del Mundo, la comercialización del deporte, equipos que fueron eliminados en primera ronda de torneos internacionales, generan un estado de desconfianza entre la gente desde hace años, afirma el profesor e investigador de la UNAM Hugo Sánchez Gudiño.

Los videos que circulan en televisión de la final ante Panamá, el domingo en el SoFi Stadium, muestran a miles de personas en las gradas con sombreros, banderas, bigotes postizos y camisetas alusivas a algún jugador mexicano. Otra realidad ocurre al mismo tiempo en la Ciudad de México. En una urbe de más de 22 millones de habitantes, según estimaciones de Naciones Unidas, sólo los faros de un sinfín de coches, incluidas varias patrullas, iluminaron las calles aledañas al Ángel después del triunfo. No hubo canciones ni el esperado desborde de mexicanos sobre Paseo de la Reforma.

Esto representa un flanco débil en la identidad nacional, en ese nacionalismo extremo que genera el futbol en todo el mundo, agrega el especialista. “Un país feliz, como lo es México según el informe Mundial de la Felicidad –coordinado por la Universidad de Oxford, Gallup y la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de la ONU-, debería serlo también porque en lo deportivo es exitoso. El abandono del Ángel muestra, en cambio, una erosión, una crisis, la pérdida de ciertos símbolos de identidad. Expresa una mentalidad de fracaso, que ya desde antes del Mundial se está anticipando”.

Sólo el tiempo permitirá medir si las derrotas del Tri en el pasado poseen profundidad o son apenas circunstancias de este deporte. Lo que resulta paradójico es que el gran público que asiste a los partidos en Estados Unidos –68 mil 200 aficionados ingresaron al SoFi Stadium, según el reporte oficial– entró en el mismo estado de irritación, enojo e incredulidad que aquel que dejó de acudir al Azteca en eliminatorias rumbo al Mundial. En junio de 2023, el moderno Allegiant de Las Vegas registró una de las entradas más bajas en la historia para un partido oficial de la selección: de un total de 65 mil asientos, sólo 15 mil acudieron a las gradas.

El grito discriminatorio

El número de asistencia es siempre engañoso, señala el también doctor en ciencia política. Al no ver en la selección un proyecto ambicioso de triunfo, de éxito, mucho más cuando se acerca el Mundial, ese primer elemento de la ruptura del gran público y la selección es el grito discriminatorio, el cual no se ha podido combatir. En la final contra Panamá volvió a presentarse. Otro factor es el distanciamiento de los recintos, las bajas entradas; existe una homologación en el comportamiento de la afición en Estados Unidos y nuestro país, porque percibe una mayor atención hacia el negocio. Alejarse del Ángel es hacerle vacío al triunfo.

Mientras los campeones aún celebraban en la casa de los Raiders, el tránsito sobre Paseo de la Reforma pareció el de un domingo tranquilo y con la misma gravedad de siempre. Convocan más gente las quinceañeras que la selección mexicana, afirma en tono de broma el conductor de un taxi que circulaba por ahí cerca de la medianoche, con algunos policías vigilando la zona. No hubo videos ni publicaciones que se hicieran virales desde el icónico monumento. Tampoco el ruido habitual de un resultado que solía reunir a una multitud en las calles, en horario laboral o cualquier otro momento del fin de semana, desde los años 70.

La gente nos quiere, claro que se decepciona, se encabrona y nos tira cerveza si perdemos. Pero sigue creyendo en la selección, sostiene el seleccionador nacional Javier Aguirre cuando la conversación en una conferencia de prensa lo lleva al terreno de los aficionados. Aunque cientos contra Panamá corearon el olé, cantaron El Rey y el México, México, hubo también muchos otros que castigaron a los jugadores nacionales con el grito discriminatorio contra los porteros (eeeh pu…) y propiciaron que el árbitro guatemalteco Mario Escobar activara el protocolo de FIFA para esos casos.

La violencia como acto de protesta, define Sánchez Gudiño. “Las autoridades han anunciado la realización del Fan Fest en las tres sedes del Mundial en México –Monterrey y Guadalajara, además de la capital–, pero ¿cómo se pueden sincronizar correctamente esos espacios si el gran público está frustrado, enojado, enardecido por todo el entramado de temas que se hacen tendencia en redes sociales? Apuestas deportivas, partidos arreglados, contrataciones millonarias de jugadores que marginan al talento mexicano. Hay un impacto no sólo en el simbólico de esa falta de fiesta en el Ángel de la Independencia, sino también en las actitudes a veces violentas del aficionado”.



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