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La boda que paralizó Culiacán, el día que se casó la hija del “Chapo” Guzmán con el sobrino de la “Emperatriz del narco”


Invitados llegaron en vehículos blindados
Invitados llegaron en vehículos blindados al enlace, donde participó Ovidio Guzmán pese a su reciente recaptura.(EFE/Instagram)

En enero de 2020, Alejandrina Gisselle Guzmán Salazar, hija de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, contrajo matrimonio con Edgar Cázares, sobrino de Blanca Margarita Cázares Salazar, conocida como la “Emperatriz del narco”. Esta última señalada por el gobierno de Estados Unidos como presunta operadora financiera de Ismael “El Mayo” Zambada García, uno de los líderes históricos del Cártel de Sinaloa.

Alejandrina, primogénita reconocida del capo sinaloense y fruto de su relación con su primera esposa, María Alejandrina Salazar Hernández, es parte del núcleo familiar más cercano al ex líder criminal. Es hermana de César Guzmán Salazar, Iván Archivaldo Guzmán Salazar y Jesús Alfredo Guzmán Salazar; estos dos últimos, identificados en ese momento como integrantes prominentes de la célula conocida como “Los Chapitos”, una de las principales facciones dentro de la organización.

De acuerdo con el diario El Financiero, a la celebración arribaron invitados en vehículos blindados de alta gama. Entre los asistentes se presume que estuvo Ovidio Guzmán, alias “El Ratón”, quien en ese entonces había sido retenido por fuerzas federales apenas días antes en Sinaloa.

 Alejandrina Guzmán junto a
Alejandrina Guzmán junto a su esposo Édgar Cázares (de traje blanco) y un invitado. (X @just_some_d00d)

La boda de Gisselle Guzmán con Édgar Cázares fue uno de los eventos sociales más comentados de 2020 en Sinaloa, no solo por el linaje de los contrayentes, sino por la espectacularidad y el cerco de discreción con el que se llevó a cabo.

La ceremonia se celebró en la Catedral de Culiacán, bajo un hermético operativo de seguridad, respaldado por cintas amarillas que envolvieron el perímetro del centro religioso, además de miembros del grupo criminal. De acuerdo con el periodista José Luis Montenegro, autor del libro Los Chapitos: radiografía criminal de los herederos del Cártel de Sinaloa (2024), el obispo Jonás Guerrero fue informado previamente del enlace y decidió no oponerse, al considerar que “la casa de Dios es de todos”.

Aunque la misa se realizó a puerta cerrada, según El Universal, en diversas plataformas digitales difundieron imágenes del festejo posterior, celebrado en el salón Álamo Grande, propiedad del empresario Antonio Sosa Valencia.

La recepción fue un despliegue de opulencia musical. Julión Álvarez, intérprete sinaloense, fue uno de los artistas estelares, de acuerdo con publicaciones de la cuenta @chicapicosaa en Instagram (antes @chicapicosa2), interpretó temas como “Qué daría”, “El amor de su vida” y “Te hubieras ido antes”. También participó la banda Calibre 50, en ese entonces liderada por Edén Muñoz, con canciones como “Siempre te voy a querer” y “Simplemente gracias”.

Por otro lado, la gran ausencia fue la del padre de la novia, quien permanece recluido en una prisión de máxima seguridad en Estados Unidos, cumpliendo una sentencia por narcotráfico.

La imagen de Alejandrina presumiendo
La imagen de Alejandrina presumiendo su anillo de compromiso en la nieve se viralizó, evidenciando su vida personal y mediática. (IG@dioderco)

De acuerdo con La Silla Rota, una de las postales más comentadas en redes sociales fue la del supuesto instante en que Édgar Cázares le propuso matrimonio a Alejandrina Guzmán Salazar. La imagen, tomada en un entorno nevado, muestra a la pareja abrigada: ella con un saco color café y él con una chamarra gris. Alejandrina, sonriente, levanta la mano izquierda para presumir la sortija que marcó el compromiso.

Otro aspecto que llamó la atención fue el atuendo nupcial de la hija de Joaquín Guzmán Loera. Según informó El Español, el encargado de confeccionar el vestido fue Benito Santos, diseñador jalisciense que ha vestido a figuras como Danna Paola, Ximena Navarrete y Angélica Rivera, ex primera dama.

Pese a la discreción con la que se intentó mantener el evento, algunas grabaciones y fotografías del festejo se filtraron. En ellas se observa a la novia luciendo un diseño corte imperio con silueta tipo princesa. El modelo blanco incluía encaje de chantilly, fue elaborado completamente a mano y hecho a medida por Santos. A juego con el vestido, Alejandrina eligió una tiara, velo largo, cola extendida y un ramo de flores blancas en cascada, acentuando el aire clásico y sofisticado del conjunto.

Empleados de la marca de
Empleados de la marca de ropa “El Chapo 701”, propiedad de Alejandrina Gisselle Guzmán, llenan cajas con productos para entregar a personas mayores como parte de una campaña para ayudar a personas mayores con dificultades económicas durante el brote de la enfermedad por coronavirus (COVID-19), en Guadalajara, México, el 16 de abril de 2020. El número 701 se refiere a la clasificación de los multimillonarios del mundo de 2009, otorgada por la revista Forbes al narcotraficante mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán. (REUTERS/Fernando Carranza)

Alejandrina Guzmán Salazar, tiene una trayectoria en el ámbito empresarial que inició tras su formación profesional en medicina. Se matriculó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Guadalajara, donde obtuvo su título como cirujana. Sin embargo, su carrera tomó un rumbo diferente en 2007, cuando se convirtió en socia mayoritaria de una empresa dedicada a la comercialización de medicamentos, cosméticos, recolección de células madre y operación de un banco de sangre, entre otras actividades. De acuerdo con El Español, esa firma cerró en 2012 por liquidación.

Para entonces, Alejandrina ya había decidido enfocar sus esfuerzos en otro sector. Alejada del ejercicio clínico, dirigió su atención al mundo de los negocios, construyendo una identidad comercial basada en su apellido y la figura mediática de su padre. Se convirtió en directora creativa de la marca “El Chapo”, una línea de ropa que utiliza la imagen del narcotraficante como distintivo principal. Según el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), en 2020 la firma registraba productos como vestimenta, calzado y sombreros con el apodo de Guzmán Loera.

La titularidad de esa marca había pertenecido previamente a Ángeles Moreno Rodríguez, quien firmó el acta de cesión de derechos en el estado de Guanajuato. Además de esta incursión en la moda, Alejandrina participaba como accionista en otras compañías.

Junto a su hermano César Guzmán Salazar, figura como socia en la empresa Gisselle Artículos Escolares y de Oficina, registrada en Guadalajara, Jalisco. También posee participación en Servicios Especializados en Vacunación CEGIVAL, con sede en Puerto Vallarta, en la misma entidad.

Varias de estas firmas están vinculadas a la estructura empresarial de la familia Cázares Salazar, entre cuyos miembros se encuentra Víctor Emilio Cázares. Este último fue acusado en enero de 2006 por autoridades de San Diego, California, de cuatro delitos, tráfico de drogas, crimen organizado y blanqueo de capitales. Según los expedientes judiciales, era considerado una pieza clave en la red financiera que operaba para el Cártel de Sinaloa. El 25 de octubre de 2016, fue condenado en Estados Unidos a 15 años de prisión y al pago de una multa de 10 millones de dólares.

Aunque Alejandrina Gisselle Guzmán Salazar no ha sido vinculada directamente con actividades ilícitas, su entorno familiar y personal está estrechamente relacionado con el narcotráfico. Su apellido, su linaje y los vínculos con figuras clave del Cártel de Sinaloa, una de las organizaciones criminales más poderosas y extendidas a nivel global, mantienen su nombre bajo el escrutinio público.

Desde su matrimonio con Édgar Cázares, integrante de una familia con antecedentes en estructuras financieras del crimen organizado, hasta la explotación comercial del apodo de su padre en productos de consumo, diversos episodios de su vida están marcados por una cercanía ineludible al mundo del narco.





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