En septiembre de 2023, un colosal deslizamiento de tierra en Groenlandia desencadenó una serie de eventos inusuales, y extremos, incluyendo un brutal tsunami de 200 metros de altura y una enigmática señal sísmica que se prolongó durante nueve días y que desconcertó por completo a científicos de todo el mundo. Ahora, en un nuevo estudio publicado en la revista Nature Communications, los investigadores de la Universidad de Oxford confirman que el deslizamiento fue causado por el colapso de un glaciar en el fiordo Dickson, una zona remota del este de Groenlandia, lo que desencadenó un megatsunami y generó la inusual señal sísmica que reverberó en todo el planeta.
El tsunami que hizo vibrar el planeta durante 9 días ya tiene explicación
La teoría ha sido confirmada gracias a los datos de un nuevo satélite que rastrea el agua en la superficie del océano. Se trata de SWOT (Topografía Oceánica de Aguas Superficiales) -un proyecto conjunto de la NASA y el CNES- que fue lanzado en diciembre de 2022 con el objetivo de cartografiar la altura del agua en el 90 % de la superficie terrestre. El satélite utiliza un instrumento llamado Interferómetro de Radar de Banda Ka (KaRIn) para cartografiar casi la totalidad del agua en la superficie del océano y con una precisión sin precedentes: hasta 2,5 metros de resolución.
¿Qué había sacudido el mundo?
Los científicos utilizaron un nuevo enfoque para interpretar datos de altimetría satelital; algo que se consigue registrando el tiempo que tarda un pulso de radar en rebotar desde el satélite a la Tierra y regresar al satélite. Cuando examinaron los registros correspondientes al periodo en el que dos tsunamis impactaron el fiordo de Groenlandia, detectaron pendientes transversales con desniveles de hasta dos metros. Incluso llegaron a apreciar que esas pendientes se desplazaban en sentidos opuestos, dejando claro que las olas rebotaban dentro de ese angosto canal de agua.


Imagen del satélite SWOT con mediciones de altura de la superficie del mar superpuestas en el fiordo Dickson.
La combinación de los datos sísmicos continuos con las observaciones satelitales intermitentes les permitió reconstruir las características de la onda, incluso en períodos no observados por el satélite SWOT. Y ahí estaba la verdad: las olas se formaron cuando un glaciar en proceso de calentamiento colapsó sobre sí mismo. Los datos obtenidos sobre el fiordo durante los dos megatsunamis revelaron dos pendientes transversales del canal que se movían en direcciones opuestas, lo que confirmó su presencia.
Finalmente, la colosal ola se desencadenó por el colapso de una montaña de 1200 metros en el remoto fiordo Dickson de Groenlandia, liberando 25 millones de metros cúbicos de roca y hielo. La ola quedó atrapada en el fiordo y rebotó en forma de onda estacionaria con una altura inicial que corta la respiración: 7,9 metros. Una enorme pared de agua que rebotaba.
Groenlandia, megatsunamis y señales sísmicas globales: el precio invisible del calentamiento del Ártico
“El cambio climático está dando lugar a nuevos extremos nunca antes vistos”, declaró Thomas Monahan, del Departamento de Ciencias de la Ingeniería de la Universidad de Oxford en un comunicado de prensa. “Estos extremos están cambiando con mayor rapidez en zonas remotas, como el Ártico, donde nuestra capacidad para medirlos con sensores físicos es limitada. Este estudio muestra cómo podemos aprovechar la próxima generación de tecnologías de observación terrestre por satélite para estudiar estos procesos”.
Datos como los obtenidos en este estudio gracias a estas nuevas tecnologías, serán aún más valiosos en el futuro, a medida que el cambio climático genere más desastres extraordinarios como el que ocurrió en 2023.
Suscríbete a nuestro canal de WhatsApp y recibe las últimas noticias sobre Ciencia, Animales y Medio Ambiente, así como las mejores fotos al estilo National Geographic.
Deja una respuesta