Pocos juegos transmiten tanta calma con tan poco como Dorfromantik. Su propuesta es muy sencilla: colocar fichas hexagonales para formar paisajes armoniosos, conectando casas, ríos, campos y bosques sin presión de tiempo ni objetivos cerrados. Pero, detrás de esa simplicidad, hay una historia monísima y entrañable. Los creadores del juego, un pequeño equipo de estudiantes alemanes fundadores de Toukana Interactive, han contado en varias entrevistas que su principal fuente de inspiración fueron los recuerdos de su infancia.
Querían capturar esa sensación de estar en casa de los abuelos, rodeados de maquetas, trenes de juguete, y la paz que acompaña a las tardes sin reloj. Esa nostalgia tranquila está en cada elemento del juego: desde su música relajante hasta la manera en que el paisaje se va desplegando poco a poco. No hay conflictos, enemigos ni destrucción, solo la satisfacción de ver crecer un mundo bello, ficha a ficha.
Jugar como quien pinta: sin prisa, sin presión
En palabras de los propios desarrolladores, Dorfromantik es “un juego sobre crear, no sobre competir”. A diferencia de otros city-builders, aquí no hay que optimizar recursos ni gestionar crisis. La mecánica es simple pero profunda: colocar cada loseta de forma que encaje con sus vecinas, consiguiendo puntos extra si se cumplen ciertas condiciones de continuidad.
Esa sencillez esconde una capa de estrategia sencilla, que invita a la reflexión y la planificación. Cada partida se convierte en una especie de meditación interactiva. La interfaz es limpia, los colores son suaves y la música acompaña de manera discreta, pero dejándose oír. Todo está diseñado para que el juego desaparezca y solo quede la experiencia.
Esta filosofía de diseño ha conectado muy bien con esa parte de la audiencia que busca juegos “sin violencia” y con un enfoque más relajado. Dorfromantik no sólo es entretenido: es terapéutico, ideal para desconectar del ruido del mundo real.
De proyecto estudiantil a fenómeno indie
Dorfromantik nació como un proyecto de fin de carrera en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Berlín, donde coincidieron los cuatro miembros de Toukana Interactive. Su prototipo llamó la atención en varios festivales de juegos independientes y, en 2021, lanzaron una versión en acceso anticipado que fue creciendo con el apoyo de la comunidad.
A pesar de su origen modesto, el juego fue un éxito inmediato. Recibió premios como el Deutscher Computerspielpreis (Premio Alemán del Videojuego) al mejor juego del año, y ha sido elogiado tanto por críticos como por jugadores por su originalidad y su atmósfera única. La versión definitiva se lanzó en 2022, y desde entonces ha llegado también a consolas, manteniendo siempre su esencia.


El juego también ha inspirado a una comunidad de jugadores creativos que comparten sus mundos generados en redes sociales, muchos de ellos comparándolos con las maquetas de sus infancias. La nostalgia no es solo parte del diseño: se ha convertido en el motor emocional del juego.
Los miembros de Toukana Interactive han explicado en varias entrevistas que la inspiración de Dorfromantik nace de un lugar profundamente personal. Criados en distintas regiones rurales de Alemania y Suiza, querían capturar la serenidad de esos entornos y la calidez de sus juegos de infancia.
En declaraciones a GOG, contaban que buscaban replicar la sensación de “estar en casa de los abuelos”, rodeados de trenes de juguete, juegos de mesa clásicos y tardes sin prisa. Entre sus referencias reconocidas están Islanders, Townscaper, Tetris y el diseño táctil de los juegos analógicos, con esa misma lógica de construcción y placer visual. En una entrevista con Game Developer, Timo Falcke subrayaba que su objetivo era “crear una experiencia tranquila y envolvente, donde colocar fichas fuera más una forma de meditación que un reto estratégico”. Esa mezcla de nostalgia, paisajes rurales y diseño sereno es lo que da a Dorfromantik su alma tan particular.
Su objetivo era “crear una experiencia tranquila y envolvente, donde colocar fichas fuera más una forma de meditación que un reto estratégico”
El valor de los juegos pequeños con grandes emociones
Uno de los mayores logros de Dorfromantik es demostrar que un videojuego no necesita narrativas complejas ni sistemas enormes para provocar emociones profundas. A través de sus mecánicas simples y su ambientación acogedora, consigue conectar con algo muy humano: el placer de crear belleza sin presión externa.


Muchos jugadores coinciden en que jugarlo de verdad que te transporta y te da la sensación de estar de nuevo en casa de los abuelos, construyendo solo por el gusto de hacerlo. Esa emoción rara vez es el objetivo de un videojuego, y sin embargo aquí es el corazón de todo.
Toukana Interactive sigue desarrollando contenido para el juego y ha explorado versiones para educación y urbanismo, lo que confirma que su filosofía va mucho más allá del entretenimiento. Dorfromantik no solo ha abierto una nueva vía para los juegos de construcción, también ha recordado a la industria que hay espacio para lo pequeño, bello y lento.
Dorfromantik es un refugio jugable, un lugar donde el tiempo se detiene y donde cada ficha colocada es una pequeña declaración de intenciones: construir no para ganar, sino para sentirse bien. Como aquellas tardes con los trenes de juguete, pero ahora, en la pantalla.
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