E
scribo con profundo celo y respeto. Lo hago con objetividad y reflexión. Es esa intención la que me permite usar el título que he escogido para este texto. Sí, arde el bosque, no sólo nuestros metafóricos bosques, si no los de la mitad del mundo al menos. Pocas veces, de no ser las dos grandes guerras y otros graves conflictos regionales, el mundo ha estado al borde de tal desconcierto y poca esperanza.
Nuestros bosques son nuestra primera preocupación y ellos arden incendiados por la vulgaridad, ignorancia y avaricia. En pocos países de medio desarrollo como el nuestro habría condiciones para ofrecer al mundo una exhibición de mediocridad como la que estamos proyectando.
Todos los días, las noticias de una nueva lamentación hace desaparecer el peso negativo del naufragio del día anterior. Todos los días nos amanece un cielo cargado de bajezas. A diario los ruines anuncian y cumplen que ese día será peor que el de ayer.
Esta es una situación anímica cotidiana porque la verdad de fondo, la que debiera angustiarnos más es el conjunto de desdichas que están conduciendo al país por rutas al imposible retorno. Nos hunde la insaciable vulgaridad, lo que no debe confundirse con aprietos, necesidad o pobreza. La mediocridad es la pudrición de la conducta humana y en ella estamos.
Del incendio nacional poco se salva. Arde gran parte del Poder Legislativo que actúa sumido en la peor de las desvergüenzas, el Judicial exhibe un batidillo que pronto demostró que tantos y tantos defectos conocidos eran pocos ante lo recién destapado. ¿Pero se estará haciendo lo correcto para enmendarlo? Creo que no.
Y el Poder Ejecutivo, al que por una alta consideración no quisiera referirme, da muestras también de una suerte de desacomodo de piezas o insuficiencia de éstas. Ya hubo la primera baja que es una oprobiosa señal de una tremenda borrasca ya vecina. A ese poder favorablemente lo conduce una persona, la presidenta Sheinbaum, con dotes de firme sabiduría y prudencia que le han permitido llevar medio año de su gestión en medio de severas convulsiones con un muy razonable saldo.
De los otros grandes actores de la vida nacional, el empresariado y la Iglesia, el primero espera agazapado el momento de atacar. Conocemos su doblez, sabemos que en la superficie aplauden lo que les digan, pero en el fondo sólo ven por sus intereses.
La Iglesia, adversa como siempre a todo interés nacional, afilaba sus machetes. Hasta hace meses invocaban: No votes por Morena
y recomendaciones así, hoy detenidas por la dolorosa agonía del papa Francisco. Sin embargo, sus santidades tricolores lamiéndose los bigotes sonríen al mirarse en el espejo, creyendo verse papables cuando ninguno de ellos merecería ser un campanero de San Pedro.
Las masas populares, como siempre, observan con prudencia, aunque con desconcierto por falta de orientación. La Presidenta está haciendo todo un ejercicio de cordura y serenidad ante el bárbaro que hoy la llama mujer maravillosa
.
La señora Claudia hoy merece un aplauso. Ella y no muchos más. ¿Existen los secretarios de Estado, los gobernadores y demás? De vez en cuando salen; aparecen cuando creen poder lucir el perfil. A la Presidenta se le advierte peligrosa y valientemente sola.
Mientras eseo es parte del bosque interno, lo externo refuerza nuestro desconcierto. Todo ha tomado las formas de pleito arrabalero promovido por el orate narcisista que va en vías de romper hasta los vasos del templo. Vive el mundo con él una calamidad que parece que será para rato.
En nuestro hemisferio, cada uno, con sus propias jaquecas, padecen Argentina, Perú, Ecuador, Venezuela, Colombia, Nicaragua y El Salvador. El remoto Canadá dice: ¡aquí estoy, no me olviden! Groenlandia, a manera de queja dice: ¿yo por qué, déjenme solo?
Brincando el charco, todos se miran y no lo creen, mientras se ve a la prepotente OTAN llorando su debacle y haciendo cuentas de su adeudo con EU. Rusia instalada como zorra deja hacer al mundo y Zelensky apenas está reponiéndose del descontón de Trump.
Allá en el Mediterráneo siguen su lamentable pleito Israel y Palestina, mientras no duermen Irán, Irak, Líbano ni Turquía. Para que no se olviden que existe, a la laboriosa Corea del Sur le dio tos. La solemne China como siempre, sutil y profunda, de movimiento pausado, opta, como eternamente lo hace, por esperar a que caiga el ratón. ¡Son chinos!
Si esto fuera lo actual, dónde, quién, pensando en el pasado mañana, en el país anhelado y viable de 2030 o más. Ese sí que es un deber estratégico, meritorio del calificativo. El mañana deseado no es el que viene como nuevo amanecer. Estamos obligados a deducir lo deseable, esforzarnos por lo posible y todo con su cómo y su con quién. ¡Pero me atrevo a pronosticar una severa borrasca!
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