L
o dicho, el pasante de autócrata que gobierna la nación más poderosa del orbe cumple otra de sus amenazas, consistente en el desmantelamiento del Departamento de Educación Pública. De un plumazo acabó con los beneficios que la institución creada desde mediados del siglo pasado por el Congreso. Por esta razón, será el Legislativo el que tenga la última palabra. No está claro en qué forma serán remplazadas las importantes funciones de apoyo al sistema de becas a quienes carecen de medios para pagar por su educación; a los que tienen algún problema físico o mental y a los centros de investigación en una amplia gama de disciplinas.
Más de un trillón de dólares quedarán en suspenso esperando destino. Según lo declarado por la vocera del presidente, una parte de ese monto se canalizará a los estados para apoyar la educación con criterios autónomos. Vale mencionar que en los años 60 se creó un proyecto como el que se pretende adoptar ahora. Virginia lo aplicó y lo que sucedió fue que, a los estudiantes de menores recursos y en especial a las minorías negras, les fue imposible continuar, debido a que la única educación que prevaleció fue la privada, cuyo costo les era prohibitivo. Así lo dijo en cadena de televisión quien fuera responsable de uno de esos programas en las administraciones de Obama y Biden. Llama la atención que Linda McMahon, quien encabezará el departamento de educación, fue nombrada para eliminar la instancia que se supone va a dirigir. De lo que no hay duda es la determinación del presidente en abolir una buena parte del Estado, y la forma en que el Congreso coadyuvara en ello.
En todo este desaguisado, unade las cuestiones más alarmantes es la pérdida de brújula de la oposición demócrata. La controversia creció cuando Chuck Schumer, líder de la minoría demócrata en el Senado, apoyó con el voto de algunos de sus compañeros el presupuesto enviado por el mandatario. Para muchos, aprobarlo sin discusión fue un error craso; para otros, una decisión estratégica que evitaría un cierre virtual del gobierno y que Trump actuara motu proprio en decisiones más graves. Habrá que ver si, ante la emergencia, los demócratas ofrecen respuestas contundentes a las insensateces del presidente.
Son graves también los ataques que Trump y adláteres han perpetrado contra los jueces que se han opuesto a las arbitrarias ór-denes en materia de migración del presidente. Habrá que esperar la decisión de la Suprema Corte.
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