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La Jornada: Desde el otro lado


L

a semana que terminó pudiera ser una de las que más incertidumbre han ocasionado en el mundo en los pasados 50 años. En su pretensión de acabar con el creciente predominio económico de China, el presidente de Estados Unidos decidió dislocar el sistema comercial del mundo para castigar a todo aquel que tiene relaciones con aquella nación. Es lo que se deduce de las opiniones de especialistas en la materia. Lo que está por verse es hasta dónde llegará el daño que ha asestado a la economía mundial y a la de su país. De un tajo destruyó el orden económico establecido desde la Segunda Guerra Mundial con base en un marco de acuerdos que procuraban certeza económica para el mundo entero. No era el óptimo, pero al menos propició durante más de un siglo un orden que favoreció el crecimiento económico que, aunque no benefició a todas las naciones, al menos permitió establecer normas y medidas civilizadas de intercambio comercial. Esa certeza la enterró Trump de un plumazo. Hoy todo es incertidumbre sobre la forma en que esas medidas afectarán a la comunidad de naciones. Se han escrito un sinnúmero de análisis tratando de entender y explicar el por qué y el alcance de la medida. El hecho es que, debido a la ignorancia y maldad del galimatías que se le ocurrió, en su propio gabinete no atinan a explicar en forma más o menos coherente cómo afectará, ya no al mundo, sino a la sociedad que votó por él. Si no fuera por lo trágico, llama a mofa la tabla de aranceles que aplicará a cada país: un ejemplo es la inclusión de una isla que sólo habitan pingüinos.

Como no podía ser de otra manera, los más de los países afectados por los aranceles no han podido establecer cabalmente la forma en que deben responder al agravio. Por ahora, tal vez China y Canadá son de los pocos que lo han decidido. En el caso particular de México, los titulares de los más importantes diarios dieron a entender que nos libramos del golpe. Es un poco difícil de entender si se atiende a que 25 por ciento de arancel se aplicará al acero y al aluminio y en especial a la industria automotriz, cuyas exportaciones representan 182 mil millones de dólares de los que 80 por ciento se dirigen a Estados Unidos. Habrá que esperar cómo en los tratados comerciales con México y otras naciones se desagregará 25, 15 o 10 por ciento del arancel que a fin de cuentas Trump decida aplicar a cada país.

Queda pendiente comentar los golpes que los electores han empezado a atizar al dúo Trump-Musk en diversos estados de la Unión Americana. Cabe esperar que se extiendan a otros más, y que no sea muy tarde.



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