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La Jornada: Guerra al oxígeno


L

a presidenta Claudia Sheinbaum aparece en lo alto de la sierra de Arteaga (Coahuila) admirando las plantaciones y superficies agrícolas que se cultivan en el valle de un cañón llamado de Las Alazanas. Es un video sobre la importancia de la verdura en la preservación de la vida natural y humana.

Casi pude ver en esa publicidad oficial las huertas de manzana que en otro tiempo poseímos allí Óscar, mi hermano, y yo. Cuánta verdura, cuánto oxígeno, cuán transparente la atmósfera del lugar. Nostalgia e identidad familiar. A unos pasos está la villa de San Antonio, donde un modesto museo de historia natural aloja a nuestros tatarabuelos y bisabuelos en calidad de momias. En sus calles hallamos señas identitarias: Abraham Nuncio (por mi abuelo), Reynaldo y Pedro (por sus hijos) marcan la nomenclatura de tres de ellas.

Recuerdos y referencias agradables. Objeto, además, de una especial valoración de mi parte. Soy vecino de Monterrey, donde son muy pocos los días del año que no registren serias advertencias sobre la mala calidad del aire. Con frecuencia, como en filme de ciencia ficción (p. e. El eternauta), los habitantes de la zona metropolitana usan cubrebocas para evitar males respiratorios. Las partículas PM10 y PM2.5 acechan. Y no sólo son esas patologías, sino las de la piel, alergias y hasta cáncer. Rodeada de montañas, la ciudad se torna en gigantesca cámara de gases, como con frecuencia señala el ambientalista Guillermo Martínez Berlanga.

Prácticas depredadoras, legislación ausente o a modo de los industriales y medidas de gobierno de igual laya configuran una guerra –aparentemente de baja intensidad– contra el oxígeno indispensable para el mantenimiento y reproducción de la flora y la vida animal y humana.

En un desplegado previo a la reciente visita de la Presidenta a Monterrey, la sociedad civil de condición empresarial solicitó su intervención para resolver el problema del aire en el Monterrey metropolitano. La respuesta fue crear una mesa metropolitana de medio ambiente.

Esa peculiar sociedad civil ha creado organizaciones de fachada para ocultar su continuum predatorio. Buen ejemplo es el Fondo Ambiental Metropolitano de Monterrey, donde aparecen como miembros 21 empresas, entre ellas Femsa y ArcaContinental (extractoras de agua en cantidades inmedibles para fabricar Coca-Cola y otras bebidas causantes de la obesidad y la diabetes), Cemex (relacionada a las pedreras y otras fuentes contaminantes), Ternium (uno de los excesivos consumidores de agua en la zona calificada como de estrés hídrico y responsable de haber vertido hace unas semanas 400 mil litros de materiales contaminantes a lo largo de 11 kilómetros –oficial– en el arroyo La Talaverna: una rutina de hace más de una década. El alcalde de San Nicolás señaló la impunidad de la empresa, fruto de su colusión con las autoridades) o Zinc Nacional, que ha reanudado actividades tras ser clausurada por contaminar con metales pesados en el Monterrey metropolitano.

Esa colusión de autoridades y empresarios tiene una lectura más amplia. Apenas llegado al gobierno de Nuevo León, el polidoctor Samuel García conformó un consejo asesor, órgano consultor de carácter ciudadano y honorario. El perfil de sus integrantes es el de quienes se agrupan en organismos empresariales civiles y gremiales: formación en el Tecnológico de Monterrey y nexos profesionales con Femsa, Arca, Cemex y otras grandes firmas.

El gobernador consideró que también debía ser reforzado el Consejo Nuevo León para la Planeación Estratégica. Formado hace una década, este órgano se asume transexenal, apartidista, consultivo y propositivo. Tiene 16 miembros con voz y voto. Ellos presiden cada comité que atiende áreas estratégicas, y adscritos a éstos unos secretarios técnicos, los secretarios del gabinete del gobernador. El perfil de tales presidentes es el mismo que el de los que integran las autoatribuidas organizaciones civiles tipo el Fondo Ambiental Metropolitano de Monterrey.

Ahora que vemos a Trump podemos decir que gobierno y ultrarricos conforman el Estado del hegemón vecino. En todo caso nada original si se considera el modelo Nuevo León.

La pequeña hija del gobernador enfermó de las vías respiratorias y éste reaccionó advirtiendo que combatirá, cueste lo que cueste, la contaminación producida por industrias, pedreras y transporte con deficiencias en su combustión para evitar enfermedades infantiles de este tipo. Hasta ahora el Consejo Nuevo León ha hecho 28 propuestas de carácter estratégico. Ninguna sobre ecología. El presidente del Comité de Sustentabilidad es un desarrollador miembro de la familia conocida como Grupo Monterrey.

¿Por qué el Parque Fundidora es sometido a una permanente depredación mediante la entrega de sus espacios a negocios como P’al Norte y Tecate Fest? Fue donado por De la Madrid para ser desarrollado como pulmón para el Monterrey metropolitano. Como todo lo público, para la gran colusión no ha de ser estratégico: se halla en vías de necrosis. O bien, el parque La Huasteca. El lema de su patronato es La Huasteca es de todos. Pero los amantes del deporte ya no pueden acceder a esta zona, pues alguien puso una pluma de paso y los guardias público-privados dicen que sólo pueden pasar quienes costean la pavimentación en el lugar. O el río Santa Catarina (de vegetación riparia y donde hay unas 300 especies animales). Es una de las vetas de oxígeno más grandes de la metrópoli, pero sobre ella se cierne un proyecto público-privado para comercializarla. Tampoco estos espacios deben ser considerados estratégicos dentro del citado modelo estatal.

El Ejecutivo ha sido parte de la guerra al oxígeno. ¿Y el Legislativo? Ejemplo de su interés por lo público, congeló hace dos legislaturas una iniciativa de Martínez Berlanga para crear bosques urbanos.

Las fuerzas vivas de Nuevo León piden al gobierno federal que solucione el tema ambiental. Si no lo resuelve su endriago de mesa, él será el culpable de que la metrópoli regiomontana se siga asfixiando. Elemental.



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